No es necesario crecer a volúmenes tanto más grandes para ver buenos resultados financieros”

A 2 mil kilómetros de Santiago se encuentra la Reserva Nacional Lago Cochrane, conocida también como Tamango, en la Región de Aysén. Fue ahí donde el científico británico Charles Darwin vio en la nieve huellas de enormes pies, que dio el nombre a la Patagonia. Pero sus pies no eran muy distintos al resto de los humanos. Lo que vio Darwin eran las huellas que dejaban los habitantes de la zona que cubrían sus pies con un pedazo de cuero de oveja para evitar el frío del hielo cuando atravesaban la cordillera. Ese pedazo de cuero se llamaba tamango, y esa historia es la que oriundos del Lago Cochrane le contaron en 2012 al agrónomo Felipe Gelerstein (29), fundador de la cervecería Tamango Brebajes, y que dio origen a su nombre.

El nombre no es lo único curioso de la cervecería. El precio también llama la atención: cada lata —solo venden en ese formato ya que Gelerstein explica que el producto se conserva mejor pues no deja pasar la luz, y como medida ecológica— vale entre $2.300 y $2.800.

—¿A qué responde el alto precio?

—Lo primero, la calidad de las materias primas que utilizamos. Ocupamos un lúpulo importado y la cantidad que usamos hace que nuestros costos sean altos. Además, la mantenemos en frío todo el tiempo, eso también suma. Nunca está almacenada en bodegas.

La empresa empezó a operar recién en abril de 2018, cuando terminó de construirse la planta cervecera en Quilicura.

El fundador de Tamango cuenta que el proceso de producción es bastante automatizado y en toda la fábrica tienen contratados a seis trabajadores, con despachador incluido, y se apoyan con empresas externas para el delivery. “Mientras menos manos toquen el producto, mejor”, dice.

Actualmente, distribuyen su producto desde Iquique a Punta Arenas. Despachan a más de 60 locales, bares y restaurantes (donde venden en formato de schop), y aunque Gelerstein no da detalles respecto al volumen de producción ni a sus cifras de ventas, admite que todo lo que se produce se vende: “En general, quebramos stock”.

Y pese al bajón que significó el cierre de bares y restaurantes por la pandemia, a Tamango no le pegó tan fuerte. “Las empresas que estaban más tecnologizadas y eran eficientes en cuanto al uso de personas versus producción les fue mucho mejor, porque necesitaban menos manos para producir”, explica.

—Pero imagino que de todas maneras han sentido el impacto de la pandemia.

—En nuestro caso, la venta de barriles para bares y restaurantes representaba más de la mitad de las ventas y se fue a cero. Tuvimos que aumentar la producción en lata y afectó al principio, pero la gente reaccionó bien y empezó a comprar más.

Además, del covid-19, el 18-O también afectó los planes de Gelerstein. En diciembre pasado iban a abrir su primer bar: Tamango Brebajes House of Beer, en Bellavista. Por el estallido social, decidieron posponerlo para marzo, y luego vino la crisis sanitaria. “El bar está listo, remodelado, pero nunca pudimos abrir. Teníamos hasta los vasos y una cerveza especial para el bar”, lamenta, aunque asegura que apenas puedan, lo inaugurarán.

Desde el colegio haciendo cerveza

La historia de Gelerstein con la cerveza se remonta a 2007. Con 16 años le pidió un permiso a sus padres para hacer un curso de cerveza. Luego, implementó una mini fábrica en su casa en Las Condes y comenzó a producir de manera esporádica, al más puro estilo norteamericano. Al poco tiempo, ya vendía a sus amigos y familiares.

Estudió agronomía, se especializó en enología e hizo su tesis respecto a la calidad del agua para producir cerveza en Chile. Una vez titulado, trabajó en la Viña Laberinto, a la que después renunció para dedicarse de lleno al rubro cervecero e iniciar su proyecto.

Entre 2016 y 2017 viajó por el mundo para conocer proveedores y maquinaria, y trabajó gratis para dos cervecerías en Estados Unidos y Canadá, donde generó redes. Mientras tanto juntaba capital para empezar y reunió a los primeros socios.

Así, Tamango Brebajes lleva casi dos años y medio funcionando, han elaborado más de 40 tipos de cerveza y tienen 10 meses de espera para las suscripciones de un club mensual que por un pago fijo mensual despacha a domicilio 12 latas de las diferentes variedades de Tamango cada 30 días. Ahí los precios disminuyen, pero siguen por sobre los $2.000 cada lata.

—Pareciera que la oferta no es suficiente para la demanda que tienen. ¿Cuál es el plan de crecimiento?

—Creceremos pero no a niveles explosivos, no queremos ser CCU, no es nuestra meta.

—Pero como todo negocio, supongo que quieren ver más ganancias...

—Sí, pero no es necesario crecer a volúmenes tanto más grandes para ver buenos resultados financieros. Nosotros no trabajamos con supermercados, lo cual nos permite acortar la cadena de comercialización y no cederles margen. Entonces, como llegamos directo al cliente podemos beneficiarnos de eso.

—Todas las micro cervecerías terminan vendiéndose a alguno de los grandes players ¿Tienen esa tentación?

—Por el momento no. Estamos muy entretenidos con lo que hacemos y es fundamental para nosotros tener el control de nuestra empresa. Cuando tienes un directorio y accionistas, lo que se busca es maximizar el valor de las acciones a largo plazo. Yo lo veo distinto: maximizar el valor a largo plazo de la empresa con la calidad del producto y bienestar de los empleados.

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