“Mis negocios se fueron al mínimo; dejé todos mis productos en una bodega porque no aparecieron compradores y cerré mi oficina; así que aquí estoy, echado para atrás, aprendiendo a hacer nada… ¿Sabe qué? Es rico hacer nada”, declara Enzo Bolocco, empresario, creador de los inolvidables televisores homónimos, padre de 5 hijos —entre ellos las animadoras Cecilia y Diana—, y abuelo de 12 nietos.

A sus 88 años cumplidos en junio, acostumbraba celebrar con viajes a Europa con toda la familia. “Los invitaba a todos pero esta vez festejamos por Zoom”. Utilizando esta misma plataforma, Bolocco Cintolesi habla desde lo que describe como un pequeño estudio en su departamento del barrio El Golf, donde era habitual verlo caminando o en un algún restorán.

“Ahora estoy recién saliendo, voy sólo a algunas reuniones muy puntuales, en la oficina de mi hijo Juan Pablo. Mire lo que son las cosas —reflexiona—: durante más de diez años era él quien venía de ‘invitado' a la mía, ahora es él quien me invita a mí”.

Originario de Viña del Mar, ha estado vinculado a infinitos rubros. Sus primeros pasos fueron a comienzos de los ‘70 con la importación de las famosas radios alemanas Grundig, pioneras como los primeros aparatos portátiles a nivel mundial.

“Tenía veintitantos años y con la ingenuidad de un niño un día escribí a la fábrica de radios más grande del mundo. Contestaron al mes pidiendo que me dirigiera con la firma en Hamburgo, donde se encargaban del mercado internacional. Así partí. Después, cuando empezó la televisión nos transformamos en los primeros en ventas con la marca Westighouse. Luego empezamos a fabricar nuestros propios televisores”, dice por los famosos aparatos marca Bolocco que aparecieron en las casas de los chilenos durante los 70. “Vendimos un millón de productos con esa marca, que no es nada, claro que eran otros tiempos”.

La firma contaba con una planta de 2.400 personas en Arica. “Pero con la Unidad Popular nos quitaron todo. Yo era bien amigo de Allende, fíjese que me enseñó a leer su mamá, que tenía un kindergarten en Viña; conocí de chico a Salvador, claro que él era mucho más grande que yo” recuerda. “A él no le gustaba nada que nosotros tuviéramos negocios con canal 13 y la Universidad de Chile; al primero le hicimos un par de plantas repetidoras y con el segundo levantamos una estación completa después de que el MIR se tomó sus instalaciones originales y pese al fallo judicial, no consiguieron que la fuerza pública interviniera. A Allende no le gustaba nada que estuviera en este negocio y me quitó todas las industrias. Quedé en pelotas y entre las moras, pero no tengo rencor”. Y cuenta que de hecho partió indignado a reunirse con el entonces presidente: “Iba a decirle de todo, pero al final no fui capaz. Es que era muy simpático. A los tres meses lo sacaron (por el Golpe de Estado)”.

—¿Usted también estuvo preso? ¿Cuál fue la razón?

—No me acuerdo exactamente, pero algo hice… Para mi familia fue muy doloroso. La cosa es que empecé a vender seguros —dice cambiando el tema— . Así llegué a una empresa extraordinaria, la tercera más grande del mundo; me dieron Chile, Perú, Ecuador y Bolivia y con estos cuatro países llegué a ser el broker más grande. Gané plata como enfermo sin tener que fabricar nada.

Así Bolocco cuenta que se recuperó y dio un nuevo paso internacional. Se asoció con Henry Ford para armar automóviles en Arica. “Hice una sociedad que ni yo creía, con una participación del 50% y donde yo era el que mandaba. Fue una sociedad increíble. Henry Ford vino dos veces a Chile, una de ellas con su señora italiana de quien me hice muy amigo, más de ella que de él. Pero él fue muy simpático y me convidaron a comer a su casa en EE.UU. En fin, he hecho varias cosas. Ahora estaba dedicado a la innovación; lo último que hice fue la tecnología del nanocobre y nanooro. Las he hecho todas”.

—También era conocido por negociar los contratos de Cecilia y luego Diana. Dicen que era fiero.

—Sí, las ayudaba —dice con algo de modestia—. Les conseguí muy buenos contratos, sobre todo los primeros, pero hoy ellas negocian solas. Cuando tuve que negociar por Diana le dupliqué el ingreso entre un año y otro.

Hoy el empresario es socio del complejo hotelero Punta Piqueros. Si bien debía entrar en operaciones en 2013, el proyecto inmobiliario cinco estrellas, ubicado en Concón, ha enfrentado una serie de conflictos con organizaciones medioambientales que han escalado hasta la Corte Suprema, que lo dejó sin permiso de edificación en noviembre de 2019. Pero en julio de este año el comité de ministros sumado a la titular de medioambiente descartaron el impacto sobre la roca oceánica y otorgaron permiso ambiental. Sin embargo, el proyecto todavía no cuenta con la venia de la dirección de obras porteña. “Casi no me gusta hablar de eso porque me da rabia. Yo empecé ese negocio; compré esa roca y no sabía para qué. Después salió el negocio. Entremedio se me murió un socio, Pepe Said, (Parque Arauco, BBVA y Scotiabank), que nos dejó hace poco. Así que esto es lo último que hago”.

Reconocer la economía

Enzo Bolocco hoy está preocupado por las discusiones surgidas en torno a una nueva Constitución. “Hay gente que piensa que lo que hay que cambiar es el sistema económico porque ha hecho más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. La economía se cambió con Sergio de Castro y luego vino Hernán Büchi. Con Aylwin, que decía que el mercado era cruel, y Alejandro Foxley, (ministro de Hacienda) siguieron con la economía de mercado y el país se fue a las nubes. En 30 años subió la riqueza y se redujo la pobreza”, asegura. “Ahora, por supuesto que hay errores, pero no por eso hay que cambiar lo que anda bien”.

—¿Qué errores?

— Las AFP son un desastre, pero no porque el sistema sea malo –de toda la plata que han juntado sólo el 30% es por cotizaciones y el 70% es por rentabilidad– sino porque al tontón de José Piñera se le ocurrió que los trabajadores cotizaran con sólo un 10%, a pesar de que con las cajas era un 23%. Si se hubiera hecho igual hoy no tendríamos este problema.

—¿Qué hay que hacer entonces?

—No es necesaria una nueva Constitución; lo que hay que corregir son otras cosas, desde luego el sistema de Salud. Si yo fuera el presidente de este país, ni Dios lo quiera, haría un solo sistema, nada de Isapres. En cuanto a la educación, hay que mejorarla de raíz, no cambiarle los patines, como dijo Nicolás Eyzaguirre. Mi hermana vivió en Argentina y sus hijos estaban en un liceo fiscal, el más cerca de su casa, y así se manejaba; pero aquí se habla de los liceos con número como algo despectivo. Eso hay que cambiarlo.

—Está hablando como todo un social demócrata.

—No he terminado. No es posible que se cometan delitos de cuello y corbata y no pase nada, que los manden a clases de ética. ¡Hay que meterlos a todos presos! Atentar contra el sistema económico es un delito, el error fue no perseguirlos.

—¿Fueron muy blandas las leyes?

—Lo grave fue que la blandura se enfocó a un sector. Ahora se extendió y los delincuentes de la calle tampoco van presos.

—¿Está por el apruebo o el rechazo?

(Evade la respuesta) El principal problema de la Constitución es que la gente piensa que les va a arreglar la vida y no es así. Salvo que se hagan tonteras como cambiar el modelo económico o la independencia del Banco Central; si eso pasa ahí el país se va a la punta del cerro. Los dos tercios son una garantía. Pero como no hay una reglamentación clara, ¿qué pasaría si no se alcanza el quórum? Entonces quedaría a merced de la ley, es decir, destrabar por mayoría simple, que sería un desastre. También puede pasar que el plebiscito de salida se vote en contra ¡y no haya nueva Constitución! Es delicado.

—Cecilia dijo en una entrevista que sería bueno para el país una nueva Constitución, “plantar bien la semilla”.

—Sí, eso dijo.. No he hablado de este tema con ella pero le preguntaré qué va a hacer con la cosa económica (sonríe).

—¿Cuál es su visión del gobierno de Piñera?

—Me da pena. Nunca he sido su amigo, pero está haciendo un esfuerzo enorme; no hay ningún presidente que se haya preocupado tanto de la economía y todo se lo encuentran malo. Y lo ha hecho bien, porque estas no han sido platas locas (los planes de rescate económico y bonificaciones sociales del gobierno). El cambio del ministro de Hacienda fue extraordinario (por Ignacio Briones); es bueno, simple, no enreda las cosas ni sale con frases tontas que indignan a la gente.

“Un tipo fuerte mi nieto”

“Tengo una familia extraordinaria; en lo único que me ha ido realmente bien es con mi familia”, señala Bolocco Cintolesi. “Fui un padre muy exigente. Cuando Cecilia salió Miss Universo le dije: vuela, vuela alto porque el cielo no tiene límites. No se le olvidó nunca”.

—Usted sufrió la muerte de su hijo, Rodrigo, en un accidente automovilístico en 1986.

—Hoy tendría 59 años. Qué puedo decir; no hay nada más atroz para un padre y una familia. Un accidente así no se puede entender, pero si algo hicimos como familia es que nunca dejamos de hablar de él. Ahí está (muestra una foto del grupo familiar). Un amigo suyo iba manejando (cuando ocurrió el accidente). Con Rose Mary lo fuimos a ver al hospital y estaba muy preocupado de que tal vez una rueda se reventó, se quebraba la cabeza buscando una explicación; este joven perdió su carrera, no siguió estudiando y no supimos más de él…

—Su nieto Máximo fue diagnosticado con un cáncer al cerebro con muy malos pronósticos.

—No me diga nada. Ese es otro dolor. Y Cecilia sufrió para adentro. Ahora ella está haciendo de su vida el cáncer.

Se refiere a la fundación desarrollada por su hija, que traerá a Chile un tratamiento de avanzada junto al Saint Jude Hospital, el más grande del mundo en el combate del cáncer infantil. Ahí es donde se trató Máximo, quien superó la enfermedad tras un año en Memphis.

“Es un niño increíble. Era bastante regalón. Un niño sin papá… y sacó una fuerza tremenda. Te voy a contar una anécdota: con mi nieto hablábamos todos los días cuando estaban en Memphis y siempre andaba contento. Un día me dijo, sabes tata, estoy feliz. ¿Por qué?, le pregunté. Porque en el tratamiento me introducen a una máquina entero; se entra en una camilla, pero ahora me dejan boca abajo y tengo un agujero en el que puedo vomitar tranquilo... Eso lo hacía feliz. Un gallo-gallo. Es un tipo fuerte mi nieto”.

—Decía que Máximo no tiene papá. ¿Carlos Menem ha estado ausente?

—Sí, por supuesto… Yo era bien amigo de Carlos. Hablábamos por teléfono. Quise comunicarme hace poco con él porque estuvo muy mal (de Covid-19) y podía morir. Máximo me dio el teléfono de su hermano y de su chofer, pero aún así fue imposible llegar a él, cuesta mucho...

—Hoy es a José Patricio Daire (empresario, dueño de Chilefilms), pareja de Cecilia, a quien le dice papá.

—Quiere mucho a mi nieto y ha sido un gran compañero con mi hija. En todo el tiempo en que ella estuvo en Memphis con Máximo, siempre la acompañó. Pepo es un tipo extraordinario, me gusta mucho, y en personalidad no puede ser más distinto a mí, él es mucho más aterrizado.

—¿Cómo es su relación con Cecilia?

—Muy buena. Me venía a ver, cariñosa, me trae los remedios. Me estoy dejando querer yo también.

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