Un camino internacional divide a Cochamó, la comuna de la Región de los Lagos conocida por sus atractivos paisajes boscosos y muros de escalada natural. Pero no es un camino fronterizo cualquiera, pues lo quiere construir un hacendado de la zona por sus propias tierras.

El empresario Roberto Hagemann, propietario de cerca de un tercio del territorio de Cochamó, busca llevar adelante el Camino Río Manso para que atraviese su hacienda y conecte con Argentina.

Pero además de los eventuales problemas administrativos que surjan para instalar un puesto de Aduanas o del SAG en el llamado Paso El León, donde solo hay un retén de Carabineros, tiene otra dificultad mayor, que son los empresarios turísticos y grupos proambientales de la zona, que ya lograron echar abajo otro de sus proyectos: la central hidroeléctrica de pasada Mediterráneo.

En agosto, sin embargo, hubo un hecho que mejoró la perspectiva de su proyecto vial. Sernatur le quitó la denominación de Zona de Interés Turístico (Zoit) a Cochamó, que era una de las condiciones que trababa las obras de construcción. Zoit son aquellos territorios con condiciones especiales para la atracción turística y que “requieran medidas de conservación y una planificación integrada para promover inversiones” (ver recuadro).

Hagemann había pedido en 2019 que 145 mil de sus hectáreas no integraran la Zoit. “Obliga a ciertas cosas. Tengo que pedir permiso a Sernatur y eso me limita”, dice el empresario a La Segunda vía telefónica. “Llevo 5 años en juicio para poder hacer el camino y no me dejan”.

Dada la decisión de Sernatur, Cochamó debe comenzar un nuevo proceso para renovar su condición de Zoit, lo que abre una ventana para que la hacienda de Hagemann deje de estar incluida.

Entre el amor y el odio

Roberto Hagemann genera amor y odio en Cochamó. El amor, dice él mismo, viene por lo que ha hecho por sus habitantes. “El 15% de la comuna sacó títulos en Inacap pagados por mí”, dice.

El odio, por el fallido proyecto Mediterráneo, que costaba US$400 millones y que obtuvo su licencia ambiental en 2014, pero que tras recursos judiciales de la comunidad, le fue revocada en 2018.

El Camino Río Mansotiene, según su Estudio de Impacto Ambiental, la finalidad de “dar conectividad y mayor valor a la hacienda Pucheguín (de propiedad de Hagemann...) facilitando y favoreciendo así el desarrollo de actividades agrícolas, forestales y turísticas en dicha hacienda”. Se empezó a construir en 2015, año en que la autoridad ambiental le levantó cargos por iniciar obras sin autorización. No hubo sanción pues Inversiones y Rentas Los Andes, la empresa de Hagemann, presentó un plan de cumplimiento.

Hoy, cinco años después, Hagemann insiste. Según Infolobby, ha tenido 10 audiencias en 2020 por el camino. Pese a que consiguió el permiso ambiental este año, hay 14 reclamaciones en su contra, por lo que deberá ser el Comité de Ministros el que defina su destino.

El camino, según Hagemann, no es para revivir la central ni realizar proyectos mineros, como acusan algunas organizaciones: “El turismo es el objetivo principal y el turismo le da valor a mis tierras”. Los opositores, agrega, no quieren desarrollar el turismo. “Los que se me oponen son ricachones de Santiago que son veraneantes. Nadie del pueblo se opone, la gente quiere progreso, desarrollo, quiere ganar más plata”, dice.

Macarena Soler, abogada ambiental y directora de Puelo Patagonia, que presentó 12 de las reclamaciones, dice que el problema del camino es que ha producido “graves daños ambientales” y que su Estudio de Impacto Ambiental “es abiertamente desprolijo”. “Es exigible que la empresa de buena fe se haga cargo de los graves impactos que su camino, construido al margen de la ley, ha producido”.

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La cuenca de los ríos Cochamó y Puelo, uno de los principales atractivos de la comuna, había sido declarada Zona de Interés Turístico (Zoit) en 2007. Pero en agosto pasado, Sernatur revocó esta denominación. “Básicamente es un acto administrativo”, dice Paulina Ros, directora de Sernatur de Los Lagos. “En 2019, cuando llegamos al plazo, y pese a que se habían hecho actividades, faltó documentación”. A la demora, admite, influyó el cambio de ley en 2016, pues la renovación de la Zoit dejó de ser automática y Cochamó debió iniciar un nuevo proceso de acreditación en 2017. Pero también incidió la falta de consenso sobre el territorio que debía cubrir la Zoit y la oposición del propio alcalde de la comuna de Cochamó, Carlos Soto (PPD).

“Revocar la Zoit no fue una decisión acertada”, reclama Raffaele Di Biase, presidente de la Multigremial de Turismo de Los Lagos. “Había esfuerzo para renovarla. Ahora partir de cero significa perder los recursos invertidos cuando los recursos escasean, especialmente en turismo”.

“La autoridad no ha sido capaz de dar una respuesta clara sobre esta decisión”, agrega Andrés Diez, director ejecutivo de Puelo Patagonia.

Las organizaciones ven varios riesgos. El principal es que si bien la Zoit no es un instrumento de conservación, sí regula actividades que puedan afectar al turismo. “Tenemos un historial en la zona de actividades extractivas que van contra el turismo, por eso nos parece riesgoso”, dice Di Biase. A esto se suma la baja formalización de servicios turísticos. Esto, porque la Zoit da acceso a fondos y capacitaciones.

Desde Sernatur tratan de calmar los ánimos. Ros dice que se está tramitando una nueva Zoit. Las organizaciones, sin embargo, temen que los plazos se alarguen o que, incluso, no se acepte la nueva solicitud.

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