Era la adquisición del año en el mercado del lujo. Más de US$16 mil millones pondría el grupo francés LVMH, dueño de Louis Vuitton, Dom Perignon y Christian Dior, para quedarse con la afamada Tiffany estadounidense. Pero ayer los galos se echaron para atrás. Dos meses antes de llegar al altar. La joyería quedó desconsolada, despechada y demandó al europeo para que cumpla su palabra.

Las ilusiones de Tiffany eran altas. El multimillonario francés Bernard Arnault, dueño de LVMH, había dado el gran golpe el año pasado al anunciar la compra de la icónica marca estadounidense de alta joyería por un monto récord. Pero a 10 meses del compromiso, anunció que ya “no está en condiciones” de adquirirla debido a “una sucesión de acontecimientos susceptibles de debilitar la operación”.

Pero agregó: “El ‘deal' no ocurrirá. Nos prohibieron cerrarlo”, agregó Arnault. Y cómo se tratara de una teleserie, en el fracaso de esta unión hay un tercer y hasta un cuarto involucrado.

Una relación que comenzó mal

La idea principal de Arnault era devolver a Tiffany su grandeza de antaño. La joyería, fundada en 1837 y con sede en la emblemática Quinta Avenida, ha sido un ícono de la sofisticación neoyorquina, sobre todo por la película de 1961 “Desayuno con diamantes”, protagonizada por Audrey Hepburn y basada en la novela homónima de Truman Capote.

Y Arnault pasó más de un mes cortejándola. El propio dueño de Louis Vuitton se había referido a la estadounidense como “una marca emblemática, un ícono americano que se volverá un poco francés”. Y hasta visitó a fines de 2019 una fábrica de Tiffany junto al Presidente Donald Trump.

Además, los negocios de joyas y relojes de LVMH nunca anduvieron bien (son la línea de negocios más débil de la compañía). Y por el lado de Tiffany, rezagada respecto a sus rivales en términos de crecimiento en ventas en los últimos años, se beneficiara de la amplia red global de los franceses.

Sin embargo la pandemia cambió todo. Y en junio pasado, Arnault comenzó a dudar.

Es que la industria del lujo está enfrentando caídas de ventas sin precedentes como resultado del covid, después de una década de gran crecimiento. Se prevé que, este año, los ingresos se reduzcan hasta un 35% a nivel mundial, dice Reuters. Y que se recuperará recién para 2022 o 2023.

Y Tiffany lo sintió. Las ventas de la estadounidense cayeron 29%, a US$ 747,1 millones en el trimestre finalizado en junio, por debajo de su proyección de US$ 772 millones.

Entonces Arnault, afirma el diario Le Monde de París, trató en un principio de renegociar el precio de compra ante la baja que experimenta el rubro. No quería adquirir algo que valía menos que el año pasado. “No quería pagar de más”, agrega el medio. Pero luego decidió no ir en contra de los términos de negociación del acuerdo original. Pero ayer sorpresivamente lo tiró al tacho.

Pero el tema financiero no fue el único factor que deshizo el negocio.

Un tercero (Macron) y un cuarto (Trump) involucrados

Más allá de las razones de Arnault, en Francia habían varios que no veían con buenos ojos este matrimonio. Sobre todo por las fricciones políticas, económicas, ambientales y hasta personales, que ha habido entre Washington y París, estos últimos tres años.

En una presentación ante la SEC (el organismo regulador de valores de EE.UU.), Tiffany publicó la traducción en inglés de una carta fechada el 31 de agosto pasado, enviada a la joyería por LVMH. En ella estaba el siguiente párrafo: “Estoy seguro de que usted entenderá la necesidad de tomar partido en los esfuerzos del país de defender los intereses nacionales”. Se trata de una cita de otra carta que el ministro de Relaciones Exteriores francés, Jean-Yves Le Drian, le envió a Arnault.

Y en un caso pocas veces visto de la intromisión estatal en un negocio entre privados, el gobierno del Presidente Emmanuel Macron, agrega en la misiva, no puede ser “pasivo” o “ingenuo” en el contexto de las negociaciones internacionales con sus socios, agregan. “En reacción a la amenaza de impuestos a productos franceses, se pidió aplazar la adquisición de Tiffany más allá del 6 de enero de 2021”, explicó la firma gala. Es decir, justo para un supuesto cambio de mando en EE.UU.

Desde la aprobación del impuesto GAFA (llamado así por que se le aplicará a Google, Apple, Facebook y Amazon) en julio de 2019 por el Parlamento francés, Trump ha amenazado a Francia con medidas de represalia.

Y ese mismo mes, Washington anunció que quería aplicar aranceles aduaneros del 25% a los productos franceses, incluidos los productos de belleza y carteras de lujo. La carta “confidencial” del ministro -el grupo se niega a publicar la original- sería, según Le Monde, oportuna. Y en ella estaría incluida una lista de “restricciones legales” que se pueden invocar para rescindir unilateralmente el acuerdo, por lo que Arnault las tomó.

Sin embargo, según Reuters, el gobierno especifica que esta carta tenía un “valor político”, pero “no vinculante”. El ministro de Relaciones Exteriores pretendía alertar a LVMH del “impacto muy fuerte” de las sanciones estadounidenses en los sectores a los que apunta Washington, afirma Le Monde.

Finalmente, “Tiffany, se transformó en una víctima colateral de la guerra comercial entre París y Washington”, publica el diario Le Figaro.

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