Una pared blanca desprovista de cuadros tras Juan Carlos Eichholz (52) –que se observa a través de Zoom- no delata rastros de la decoración de su departamento en Lo Barnechea. Separado y padre de seis hijos (entre 24 y 13 años) el abogado de la UC solo se refiere a la parrilla que está en su azotea. “Prender el fuego en familia estos meses ha sido sinónimo de compartir muy buenas conversaciones y momentos con mis hijos”, comenta.

Dice que lo tiene contento su vuelta al tenis. De niño practica este deporte, del cual se hizo “fanático” los últimos diez años. “Después de cinco meses volví a las canchas. En cada partido me doy por entero; me gusta ganar. Eso sí, con las canas, cada vez menos me duele perder y cada vez más me lo tomo como una oportunidad de aprendizaje. Algo parecido me pasa en la vida”.

-¿Cuál ha sido su punto de quiebre en esta pandemia?

-A favor ha sido el crecimiento personal que ha venido de la mano de una mayor vulnerabilidad, de conectarme emocionalmente con lo que más me importa y con quienes más quiero.

Desde hace 17 años Eichholz es académico de posgrado de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, donde ha desarrollado una mirada adaptativa sobre el liderazgo y las organizaciones en Chile y el extranjero. En 2005 fundó CLA Consulting, una consultora de alta dirección enfocada en procesos de transformación de las empresas. Esto, desde una perspectiva evolutiva y sistémica.

Con oficinas en Chile, Perú, Colombia y Australia, CLA publicó hace unas semanas los resultados de la encuesta de cultura digital 2020, la cual por segundo año consecutivo realizó junto a ICARE. “Este estudio mostró cómo la pandemia ha acelerado la digitalización en las empresas. La que no siempre ha ido de la mano de la transformación organizacional, la cual es necesaria para sacarle el máximo provecho a las nuevas tecnologías”.

Autor del libro Capacidad Adaptativa (2015), hace más de quince años que el académico, con un máster en Políticas Públicas de la Universidad de Harvard (1997), no usa corbata. Sabe que sobre él ha recaído una imagen conservadora. La cual atribuye a su desempeño como panelista de “Tolerancia Cero” de Chilevisión (entre 2009 y 2011).

“Entiendo que me hayan visto así; en contraste con Paulsen, Villegas y del Río, quedaba en una postura ideológica y valórica más conservadora. Pero en mi trayectoria como columnista de El Mercurio he tocado múltiples temas sensibles en estos 17 años, siempre con una mirada abierta. Mis posiciones han sido, de hecho, más progresistas. Y en lo valórico he tenido una evolución hacia posturas más liberales”, dice.

-¿En qué sentido? Usted perteneció a los Legionarios de Cristo desde que estaba en segundo año de universidad hasta sus 33 años

-He tenido una evolución respecto de creencias religiosas como el divorcio, la fe y la homosexualidad, por ejemplo. Crecí pensando que el matrimonio era para toda la vida, sin excepción, y me enseñaron que la homosexualidad era contraria a la naturaleza humana. Con los años fui comprendiendo que la realidad era más compleja que lo que establecía el dogma católico. Fui arribando a conclusiones que desafiaban muchas cosas que me fueron enseñadas en la iglesia, el colegio, la universidad y las instituciones católicas a las cuales pertenecí.

-¿Sigue siendo parte de la iglesia católica?

-Sí, no me alejé de la iglesia, pero empecé a filtrar. Las religiones son creaciones humanas que nacieron más para establecer un ordenamiento social al inicio de las civilizaciones que para buscar la verdad. Y desde ahí tienen mucho valor en su dimensión humana, pero bastante menos cuando se deriva de su pretendido origen divino. Por eso mismo me cuestiono la existencia de Dios, al menos al Dios que es construido desde las religiones. Hace varios años he estado en búsquedas, desde la meditación y el estudio de otras religiones hasta integrar grupos de reflexión en torno a la vida y la política.

-Es sabido que tiene una postura desafiante como académico.

-Soy provocativo como consultor, como profesor y como padre. No busco serlo porque sí. Lo que me mueve es generar reflexión, no quedarnos pegados en supuestos que no nos atrevemos a cuestionar ni a desafiar. Eso se conecta con lo que yo entiendo como el ejercicio del liderazgo. El aprendizaje y el progreso, a nivel individual, organizacional y social, están en el desequilibrio más que en el equilibrio.

“Imagínate fuera chico, feo”

A los diez años Eichholz vivía con su familia en la avenida Santa María (Vitacura), frente al río Mapocho. De padre empresario (área gráfica) y de madre periodista (revista Paula en esa época), es el mayor de cuatro hermanos.

“La Costanera Norte era entonces solo bosques de eucaliptus. Trepábamos árboles y cruzábamos un puente colgante que había sobre el río. También le dimos sepultura en el bosque a nuestros perritos y a los que habían sido atropellados en la calle”, recuerda.

Ex alumno del Verbo Divino, también recuerda las visitas que de niño hacía con su madre a poblaciones como La Pincoya (Huechuraba). “Llevábamos cosas y jugábamos fútbol con los niños. Mi mamá siempre nos enseñó que éramos unos privilegiados y que debíamos devolver lo recibido”.

-En entrevista con el sitio Perú21 en 2019 dijo: “Soy un hombre alto, de tez blanca, de la capital, fui a un colegio privado, todas esas características representan privilegios”.

-Esa frase recoge lo que dije en una conferencia de la Enade peruana. Fue una provocación para generar conciencia acerca de los privilegios que muchos tenemos y que nos pueden resultar invisibles. Como tendemos a vivir rodeados de gente con las mismas características no somos conscientes de que mucho de lo que hemos recibido gratuitamente no lo tienen otros. De adulto supe los privilegios que tenía ser alto, de tez blanca y provenir de Santiago en un país como Chile.

-Mide 1 metro 93. ¿Su imagen física ha sido un plus?

- Ponlo al revés. Imagínate que fuera chico, feo y de tez oscura. ¿Podría haber accedido a un prestigioso estudio jurídico como lo hice al salir de la universidad? Probablemente no. En esos años se buscaba gente que viniera de los mismos colegios y universidades. Toda sociedad tiene una elite; no hay nada de malo en eso. El problema es cuando esa elite está conectada consigo misma y poco con el resto de la población. El síntoma visible es que una proporción importante de quienes gobiernan o dirigen las grandes empresas provienen de un grupo acotado de colegios y universidades. Hoy somos más conscientes de la importancia de la meritocracia, de la diversidad y de la inclusión, pero falta mucho camino por recorrer. Seguimos siendo una sociedad muy tradicional en ese sentido.

-Pero también hubo esfuerzo en su caso: salió con 6,9 del colegio y entró segundo a derecho en la UC.

-Sí, el valor del esfuerzo me lo inculcaron mis padres desde muy pequeño. Pero qué pasa si, a pesar de poner todo el esfuerzo, no hubiese podido ir al Verbo Divino sino a un liceo en Mulchén. Probablemente no habría llegado a estudiar en la UC ni a trabajar en esa oficina de abogados.

-En 1986 ganó “Solteros sin compromiso” de Sábados Gigantes.

-Fue una humorada. Estábamos en cuarto medio y teníamos un feriado. Ese día debíamos inscribirnos en el servicio militar y, como nos desocupamos temprano, fuimos al casting del programa. Gané esa semana y después hicieron un “Súper hombre ideal” para celebrar los 20 años del programa, que ganó Amaro Gómez Pablo.

Por Lavín y el Apruebo

Con 23 años Eichholz fue jefe de gabinete de Piñera cuando el presidente era senador y precandidato presidencial. “En agosto de 1992 vino el PiñeraGate y un mes después comencé a trabajar con él. Era una vorágine. Como recién llegado, yo no era parte de su círculo de confianza, pero estaba ahí, en el epicentro”, cuenta.

-¿El presidente lo invitó a ocupar algún cargo político?

-Sí, él y otros me invitaron en distintos momentos a ser candidato de esto y de lo otro, pero nunca acepté. Soy más quitado de bulla de lo que se piensa; me inclino por las construcciones colectivas y de largo plazo. En ese sentido, el protagonismo personal es un arma de doble filo, porque genera dependencia y es de corto plazo.

Se describe de centroderecha, liberal, pero con una mirada –asegura- sobre los fenómenos de cambio social que muchas veces está ausente en ese sector. Por lo mismo, desde que se oficializó el plebiscito está por el Apruebo. Con más de 20 años estudiando temas de liderazgo repasa en este ámbito a Joaquín Lavín, quien según la encuesta Pulso Ciudadano de agosto, encabezó las preferencias para ser el próximo presidente de Chile (aunque en otras lo supera Daniel Jadue, del PC).

-En una columna de la semana pasada en El Mercurio Eugenio Tironi dijo que si las elecciones fueran hoy es difícil no encontrar motivos para no votar por él.

-Lavín ha demostrado una habilidad tremenda para leer a la sociedad y conectarse con la gente, uno de los mayores déficits de la derecha. Una interpretación es que busca estar siempre donde calienta el sol, lo que lo convertiría en un populista. Otra es que entiende bien que la sociedad evoluciona y que no tiene sentido quedarse en la postura rígida de gran parte de la derecha, que se mueve desde el temor. Bajo esta segunda lectura, él estaría ejerciendo liderazgo, generando desequilibrio y siendo cuestionado en su propio sector.

-¿Sería un buen líder como futuro presidente?

-Tiene potencial y haría una muy buena presidencia. Más allá de los eslóganes, como declararse “bacheletista aliancista” o “social demócrata”, Lavín entiende los anhelos y temores de la ciudadanía. El liderazgo no se ejerce desde la teoría, sino desde la realidad. Lo otro es pretender imponer las propias ideas sobre los demás, lo que no es posible en democracia, aunque algunos parece que no terminan de entenderlo.

-¿Y de la izquierda a quién ve en un rol de liderazgo?

-Así como hay una derecha que quiere imponer sus dogmas, existe una izquierda dura que busca lo mismo, partiendo por el PC y gran parte del Frente Amplio, que escuchan poco y enjuician mucho. Pero están los Ricardo Lagos Weber, los Felipe Harboe y las Mariana Aylwin con una mirada más integral de lo que busca la sociedad. Y mientras Lavín es criticado por la derecha más dura, ellos son enjuiciados por la izquierda más dura. Dentro de esa izquierda está Gabriel Boric, quien intenta poner contrapuntos con una mirada más amplia. Sin embargo, cada vez que tiene una opinión distinta a los suyos recibe golpes que lo llevan a retractarse.

LEER MÁS