“En el juego de reemplazar lo perdido por otro objeto de interés, aparecen estos fenómenos ligados a la nostalgia”. Christian Ovalle, psicoanalista.

Fue el 16 de julio pasado, en el día de su cumpleaños, cuando Roxana García (60) recibió de sus hijas un tocadiscos de regalo. Era algo que, poco tiempo antes, había comentado que deseaba. Así, podría escuchar los vinilos que tomó prestados desde la casa de su infancia, donde aún vive su madre, a la que cuida semanalmente.

Cuando Joan Manuel Serrat sonó por primera vez en el living de su hogar, lloró. “Me recuerda a mi padre, teníamos una mesa de conversación. Se hablaba de todo, de las pequeñas grandes cosas que alegran la vida, de historia, de política, de cosas personales”, cuenta Roxana. Basta que giren los discos del cantautor español, o de Paul Mauriat, o Dr. Zhivago; ya sea mientras está en un momento de introspección o planchando, y la nostalgia se dispara en ella. “Es muy bonito, es regalarse un poco de amor a uno mismo. Aún lloro a veces”, dice.

La presencia del pasado se ha hecho fuerte en los últimos meses, no sólo en Roxana. La incertidumbre sobre el futuro y el confinamiento, han acentuado el sentimiento de nostalgia inherente en el ser humano. Y psicoanalistas como Cristián Solar y Christian Ovalle, lo saben.

“Este tipo de situaciones provocan que la humanidad se enfrente a la posibilidad de morir, a la tragedia. Por el coronavirus mueren hasta miles de personas diariamente, entonces, la muerte está por todos lados. Y como no podemos ver el futuro, miramos hacia el pasado. Nos refugiamos en momentos que nos hacen sentir seguros”, explica Solar.

Christian Ovalle, en tanto, afirma que el proceso que vivimos se asemeja al de un duelo. “Hay una lista de cosas que las personas tuvieron que dejar de hacer; por ejemplo, relacionarse socialmente, ver a los familiares, hacer deporte, algún hobby en particular. Eso implica una pérdida”.

Entonces, dice, se da la necesidad de la construcción de una nueva realidad que sustituya a la anterior, y a la cual hay que adaptarse. “En ese juego de reemplazar lo perdido por otro objeto de interés, aparecen estos fenómenos ligados a la nostalgia”.

¿Como cuáles? Reencontrarse con viejos hábitos, como la cocina, contactar a excompañeros del colegio con los que no se habló en una eternidad, escuchar música o ver películas de una época específica, revisitar los dibujos animados de la infancia, volver con algún ex del pasado -aún cuando la relación fue “tóxica”-, atraparse en la reemisión de programas televisivos, entre otras variadas posibilidades. ¿Con cuántas ya nos identificamos?

Olor a infancia

“Soy un papá separado dos veces, vivo solo, tengo a mis hijos eventualmente. Al mayor lo veo cada 15 días y, a la menor, semana por medio. He pasado más tiempo que nunca con ellos”, cuenta Mauricio León (54), quien desde el 13 de marzo, dice, se ha convertido en un dueño de casa. Fue ese día cuando, como gerente de una empresa de tecnología, decidió implementar el teletrabajo y le pidió a su empleada doméstica que, por seguridad de ambos, no fuera más a trabajar.

“Siempre he sido bueno para cocinar, pero en mi día a día no es algo necesario. En algún minuto me di cuenta de que no podía seguir dándole a mis hijos arroz con pescado a la plancha, o con pollo a la plancha, o con bistec. A mí siempre me dieron de comer rico, así que quise hacerles charquicán y me lancé no más”, relata. Entre los ingredientes y condimentos con los que experimentaba ocurrió “la magia”. “Empezaron a salir olores que me transportaron a la infancia. Recordé cuando llegaba del colegio a mi casa, en la Villa Macul, y mi mamá y mi abuela me estaban esperando con un charquicán con huevo”.

Desde entonces, la mesa y el pasado se volvieron un punto de encuentro entre él y sus hijos. “Les preparo estofado, o el asado al horno con papas que me enseñó mi mamá, el pollo arriba del puré con el volcancito de jugo que le encantaba a mi papá… Ha sido un aspecto muy especial de esta pandemia. Comemos y yo les cuento historias de mi infancia y ellos son felices escuchándolas. Nos ha unido mucho”, afirma.

Los hijos de Mauricio no son sus únicos acompañantes en su viaje en el tiempo. También participan sus hermanas, a quienes envía fotos por Whatsapp de cada plato.

Regreso a la niñez

Felipe Arratia (42) asegura que siempre ha sido un nostálgico. A su gusto por la recopilación de recortes de diarios y revistas, suma como factor el hecho de que tiene una muy buena memoria. “Tengo un rollo con el archivo, mi casa básicamente es como un museo”.

Tiene cerca de dos mil discos, que ha conseguido como melómano y periodista musical. Pero durante los últimos meses, su interés ha estado concentrado en otra dimensión: las series animadas de su infancia. Así, por ejemplo, buceando en el mercado infantil retro de sitios como Market Place y Mercado Libre, encontró y adquirió los álbumes de los Thundercats y de Mazinger Z, comercializados en los ochenta, y el premio gordo fueron seis figuritas de acción coleccionables de Robotech, Tercera Generación, que “¡nunca se vendieron acá!”

“Al ser un hombre soltero, sin hijos, me puedo dar el gusto y comprarme tonteras. Te pones al día con tu yo de chico”, dice. Sin embargo, admite que “la irresponsabilidad de estos meses”, lo ha hecho pensar en sus padres, “en lo desagradecido que uno es de repente con ellos, en cuán difíciles y caras eran las cosas en los ochenta, y uno llegaba y exigía no más”.

Para Felipe, los últimos 12 meses han sido “tan feos”, que se hace inevitable “terminar negando la realidad”. En esa evasión, ha revisitado programas como Patio Plum y Oreja, Pestaña, Ceja; que formaban parte de la parrilla televisiva de esa década.

“Uno les tiene cariño, pero cuando los ve, se da cuenta de lo lento que eran realmente”, apunta entre risas.

Clásicos AM

Exactamente tres meses tiene de existencia el grupo de Facebook “Clásicos AM”, y ya cuenta con más de 16 mil miembros. La idea fue del académico UDP Ricardo Martínez, quien en agosto de 2019 editó un libro del mismo nombre. Allí, los videos de Camilo Sesto, Emmanuel, Nino Bravo, o las baladistas Paloma San Basilio, Rocío Durcal, entre otras, aparecen como links hacia el pasado y hacia “el otro”.

“Acá no es solamente que la gente se refugie en los recuerdos; esto no es solo yo junto a mi Spotify, tomando canciones del pasado y armando listas, sino que también compartir tus experiencias con otras personas”, describe Martínez.

Para el académico, la retromanía se ha intensificado con la pandemia y se ha manifestado tanto en la búsqueda individual de comprar un vinilo y escucharlo en casa; como en la colectiva. En esta última, y dado el confinamiento, las redes sociales “son como el espacio privilegiado para encontrar a los pares”, dice.

“El espacio virtual se ha convertido en la gran plaza pública de la actualidad. La construcción de una comunidad, en este espacio en el cual estamos tan separadas y separados, es súper importante”.

Y las cifras acompañan sus palabras: más de 25 mil videos y de 350 mil likes, en cerca de noventa días.

TV el pasado

Basta un rápido vistazo a la programación de la televisión abierta por estos días para tener un viaje retrospectivo. Aquelarre, Brujas, Mea Culpa, Bkn, entre otros contenidos, regresaron hasta con tres décadas de distancia desde su emisión original. Recientemente se anunció, también, el retorno del clásico noventero Revolviéndola, y el ochentero Los Eguiguren. ¿Recuerda en qué estaba cuando los vio en la tele?

Pasa que la pandemia y el confinamiento imposibilitaron a los canales la opción de generar nuevas producciones, por lo que se vieron obligados a recurrir a las glorias pasadas. Algo que también ocurrió en los grandes canales del mundo, como la BBC, según explica el director de programación de TVN, José Antonio Edwards.

Para el ejecutivo, el regreso de estos programas se ha transformado en un espacio “para poder revisar buenas historias y personajes que tienen que ver con Chile”. Además de cumplir la función de entretener y distender “a los chilenos en en este escenario tan difícil”.

Su par de Canal 13, José Augusto Miranda, sostiene que “la nostalgia es algo que nos lleva a momentos importantes de cada uno y, obviamente, historias que nos acompañaron en esos años nos transportan a ese lugar, a verlo desde otra perspectiva, incluso a acercar a nuevas generaciones”.

El “excanal del angelito” ha echado mano a la reedición no sólo de sus teleseries, sino también a programas de enfoque cultural, como City Tour o Lugares que hablan. También, a contenido especial deportivo, como los partidos completos de Chile en las copas América de 2015 y 2016, y en el Mundial de Brasil 2014; teniendo, según sostienen en la estación, el mayor éxito de audiencia en mucho tiempo.

Si bien estos últimos no refieren a un pasado lejano, no deja de ser algo que se recuerda y se desea recuperar. “La idea de la infancia es lo más clásico. Pero la nostalgia no apela necesariamente a eso”, dice Cristián Solar.

La cultura pop funciona como un buen disparador hacia el pasado, porque es un lugar común, “son fenómenos masivos, sobre los que todos y todas tenemos una opinión. Hay un lazo social, por ende, nos convoca”, dice.

Christian Ovalle piensa que la cultura pop, además, ayuda a “ordenar el caos que nos ha generado la pandemia en el presente”. Y apunta a que el factor colectivo es clave. “El trabajo verdadero del duelo es encontrar con quién atravesar ese tiempo. No se puede pasar la pandemia solo, pegado al techo. Necesitamos hacer la transición con alguien o algo que nos genere deseo por lo que estamos haciendo. Con amor es como se hace el duelo”.

Solos o acompañados, el pasado parece seguirnos y acompañarnos en la crisis. Como dijo Borges, “no estoy seguro de que yo exista, en realidad. Soy todos los autores que he leído, toda la gente que he conocido, todas las mujeres que he amado. Todas las ciudades que he visitado, todos mis antepasados”.

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