El autor del libro «Historia de la UDI. Generaciones y cultura política (1973-2013)», el historiador Víctor Muñoz, cree que es difícil leer el accionar de Longueira.

—¿En la historia política, Longueira tiene un símil con otro líder?

—Es difícil buscar paralelos en otros personajes de la historia. La UDI ha dejado de ser un partido disciplinado. Tenemos un líder que fue muy importante y que hoy está señalando un camino alternativo, pero que no tiene un sostén interno. Los «coroneles» ahora no están como tales.

—Él fue uno de los principales articuladores en la derecha, ¿podría cumplir ese rol hoy?

—Hoy día se le ve bastante solo. Es difícil evaluar su accionar como una movida política, como alguien que está operando políticamente. Se le ve como una salida individual que significa que aparezcan algunas voces tratándolo de mesiánico. En realidad se la está jugando en la individual. Salvo por su imagen legendaria, en esta UDI no tiene el mismo peso.

—¿Por qué su propuesta no fue acogida?

—La UDI conserva ciertos aspectos de unidad de acción. Que se muestra en el hecho de que el partido se cuadró por el «Rechazo». Y uno vio un Bellolio que terminó cuadrándose. Pero la UDI tiene una disyuntiva. Su principal carta presidencial tiene una agenda propia. Y desde ese pragmatismo asume que no puede estar en una opción que es la probable que pierda. El Lavín del 99 casi ganó la elección, diciendo que él no era político. Ahora tienes a un viejo líder muy importante, que estaba retirado, que desde un lugar bastante personalista apuesta a esta idea.

—¿Pueden sobrevivir los viejos liderazgos de la política en el Chile actual? Los socialistas le dieron la espalda a Lagos.

—Sí, no creo que tenga que ver necesariamente con una edad ni que se estén dejando de lado a los viejos. Tampoco las cartas presidenciales son necesariamente juveniles en los distintos sectores. El caso de Longueira es una situación muy personal. Muy de él. Hay un personaje con un protagonismo, pero no anclado a una articulación ni de su partido ni de la derecha.

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A juicio del columnista y consultor político, Carlos Correa, el expresidente de la UDI aún tiene arrastre en su partido, menos que antes, lo que puede significar que movilice algunas posiciones a favor del «Apruebo».

—En 2016 cuando el PS tenía que decidir entre Lagos y Guillier, Escalona quien apoyaba al ex Presidente dijo en Pulso que discrepaba que existiera un laguismo en el PS. ¿En la UDI existe el “longueirismo” o sucede lo mismo que con el “laguismo”?

—La idea de Pablo Longueira tiene mucha más vida en la UDI que la candidatura de Ricardo Lagos en el Partido Socialista. No me imagino un consejo nacional de dicho partido haciéndole a su fundador lo que en el PS le hicieron al expresidente.

—Pero obviamente Longueira ya no tiene el poder que tenía cuando volcaba la votación de la UDI para salvar a la DC o lograr un acuerdo con José Miguel Insulza. ¿Tendrá la capacidad para ordenar al gremialismo en una discusión constituyente? Al parecer en el caso del «Apruebo» no movió mucho la aguja en la UDI.

—Es evidente que su poder es mucho menor que en aquel tiempo. La UDI es hoy un partido mucho más diverso que cuando los coroneles ordenaban todo. Pero la tesis de Longueira: “«Apruebo», pero no en blanco”, tiene varios adeptos en dicho partido, entre ellos Joaquín Lavín que es su candidato más valorado.

—Ud. en La Tercera planteó que José Antonio Kast es una amenaza para derecha gobernante, si la estrategia futura de Longueira tiene acogida, ¿Kast se fortalece?

—Kast tiene una oportunidad única de horadar las bases de los partidos de la derecha, dado tanto socialdemócrata que ha surgido. Su problema radica en mantener una votación aceptable para el «Rechazo», pues hay indicios que muchas personas de derecha podrían quedarse en su casa, repitiendo un escenario parecido a la segunda vuelta de Michelle Bachelet.

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“En la UDI se llenan la boca hablando de Jaime Guzmán y lo que menos hacen algunos es hacer lo que Jaime Guzmán haría. Esa gente no me quita el sueño. Conocí a Jaime Guzmán. Tal vez más que muchos”, dijo hoy, en Radio Concierto, Pablo Longueira frente a las críticas que provocó en su partido su estrategia de sumarse al «Apruebo».

El exsenador, exministro y expresidente de la UDI hoy se encuentra en busca de un equipo que lo ayude a implementar su plan, que en una primera fase ha tenido una intensa agenda de entrevistas.

“Lavín va a ser el Aylwin de esta transición… todo el mundo de la ex Concertación va a votar finalmente por él”, fue otra de sus frases hoy en la emisora.

Desde su entrevista, el domingo pasado en «El Mercurio», Longueira desajustó los planes de varios en su partido. Dijo que votaría por el «Apruebo» en el plebiscito del 25 de octubre y que abogaría para que su colectividad, en la que volvió fichar, lo siguiera en esa estrategia.

Aunque su idea fue descartada para lo que resta de campaña, Longueira tuvo eco en un punto. En «El Mercurio» sugirió buscar una alianza en toda la derecha para la eventual elección de miembros en una convención constituyente.

En ese espacio, Longueira sí podría comenzar a jugar un rol, si es que concreta su aspiración de volver a liderar la UDI, aunque, por lo pronto, ya tiene adversarios para lograr ese objetivo.

Además, la acusación por cohecho en el caso SQM aún no está despejada, por lo que a juicio de Evelyn Matthei eso lo inhabilita éticamente para dirigir el partido.

Los dichos de la alcaldesa de Providencia, sin embargo, le dolieron, según admitió hoy Longueira. En respuesta, dijo que lo que hizo ella fue de “mala leche” y agregó que en 1993, tras el escándalo de la Radio Kioto, la rescató de haber sido un “cadáver político”.

Portazo al «Apruebo»

Pese a los reparos, el plan de Longueira igualmente fue analizado el lunes, en reuniones de diputados, de senadores y de la Comisión Política de la UDI, donde se ratificó la postura por el «Rechazo».

Algunos senadores, incluso, amenazaron con renunciar al partido si se cambiaba el plan. Uno de ellos, Iván Moreira, dijo que “Chile no necesita un mesías”.

“Es extemporáneo. Él aparece con esta sorprendente declaración que debilita la posición que adoptamos”, dice el diputado Osvaldo Urrutia.

Sin embargo, para evitar un agravio mayor a uno de sus fundadores y miembro del grupo que era más cercano a Guzmán (llamados «coroneles» en la jerga partidaria), la UDI acordó invitarlo el próximo lunes a un Consejo Ampliado.

Desajuste en la interna

Otro problema es que Longueira, al anunciar su deseo de volver a presidir la UDI, se inmiscuyó en la contienda interna para reemplazar a Jacqueline Van Rysselberghe, quien no puede reelegirse y deja la presidencia a fin de año.

La «disidencia», representada por la diputada María José Hoffmann, planteó que si él quiere ser presidente debe competir, mientras que el secretario general del partido, Felipe Salaberry, tampoco bajó su eventual candidatura.

“El minuto pasó. Le tenemos aprecio, pero ahora son otros los tiempos. Fue una persona importantísima, pero esa conducta, esa actitud y esa forma, ya no son válidas”, dice el senador David Sandoval.

Y si bien todavía cuenta con dirigentes que le reconocen una ascendencia (por ejemplo, el diputado Patricio Melero y el ministro del Interior, Víctor Pérez) no causa el mismo entusiasmo en la generación más joven, que integra Hoffmann, Javier Macaya, Ernesto Silva, entre otros, que siempre tuvieron más afinidad con Jovino Novoa, otro de los «coroneles».

Esa diferencia generacional quedó expuesta tras el apoyo que le brindó el ministro Pérez por el caso SQM. Acto seguido, el vocero de La Moneda, Jaime Bellolio (también UDI), dijo que “al Gobierno no le corresponde” decidir inocencias.

Uno de los hechos que debilitó el poder de Longueira dentro de la UDI fue su candidatura presidencial de 2013, que no pudo culminar por razones de salud. Su condición y el riesgo que ello implicaba era desconocida por sus partidarios.

Un gran pacto en la derecha

No obstante, el efecto más llamativo de la irrupción de Longueira, no se dio en su partido, sino en el Partido Republicano, que lidera José Antonio Kast (ex UDI).

Tras reunirse con el expresidente gremialista, Kast, quien tiene los lazos cortados con la UDI, envió un mensaje a su directiva, donde si bien dijo no compartir la idea por el «Apruebo», señaló que coincidía en que se debe “encontrar la fórmula electoral que nos permita elegir la mayor cantidad de asambleístas” en la probable siguiente elección.

A juicio del columnista Cristián Valenzuela, la estrategia de Longueira, “llegó siete meses tarde”. Sin embargo, cree que él “podría ser un factor determinante” después del 25 de octubre. “Si gana el «Apruebo» y Longueira sobrevive los cuestionamientos para hacerse del control de la UDI, su liderazgo podría convocar a los distintos sectores de la derecha a concordar una estrategia electoral para enfrentar la convención constituyente. Solo un «coronel en retiro» de la UDI puede dar las garantías, tanto a Evópoli como al Partido Republicano, de los beneficios de un pacto amplio, sin condiciones ni condicionamientos”, dice.

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Treinta años lleva ligada al Consejo de Defensa del Estado, María Inés Horvitz, la abogada a quien el exsenador Pablo Longueira tildó de comunista y responsabilizó por la querella que el CDE presentó en su contra en el caso SQM por el cual está a punto de enfrentar un juicio oral.

A Horvitz —quien fue nombrada como consejera del CDE en 2006— no se le conoce militancia política, pero se le vinculó por muchos años al Partido Socialista, por la cercanía que tuvo con el fallecido diputado Juan Bustos, quien fue su guía en la tesis en el doctorado en derecho penal que obtuvo en la U. Autónoma de Barcelona.

En 2007, envió una carta a “El Mostrador” —que la había identificado como socialista— para aclarar el punto: “En primer lugar, no soy militante del PS”.

En el CDE —instancia que ayer salió en su defensa— señalan que no actúa políticamente, pero que sí tiene fama de persecutora.

Carlos Gajardo, uno de los ex fiscales del caso SQM, planteó en Cooperativa que la persecución política que denuncia Longueira) no puede estar “más alejada de la realidad”: “Probablemente con su acusación lo que hace es desviar la atención de que el CDE es un organismo donde sus decisiones se toman de manera colegiada, y cuando el Consejo decidió querellarse en esta causa, el presidente era Juan Ignacio Piña, un destacado abogado que fue exministro (s) de Sebastián Piñera”, dijo.

Hoy Longueira en conversación con Radio Concierto, dijo que “obviamente que voy a pedir las disculpas si ella no es comunista. Entiendo y me han dicho que es comunista, pero si no lo es, le voy a pedir disculpas” y reforzó que “a los izquierdistas les causa escándalo que dijera que Horvitz es comunista, si es la verdad”. E insistió en que “La Fiscalía me ha perseguido, como a ningún político en Chile (...). Me han perseguido por 5 años por un delito que no existió, soy inocente”.

En tanto, la fiscal regional de Valparaíso, Claudia Perivancich —quien lleva hoy el caso SQM— aclaró que lo que se está pidiendo por el delito de cohecho son “ 818 días de reclusión menor en su grado medio y la inhabilitación temporal de oficio de cargos públicos durante 5 años y un día”.

Esto último es la única traba que podría frenar la intención de Longueira de ser constituyente y presidente de la UDI.

Para ello, sin embargo, se requiere una sentencia del juicio oral, cuya etapa de preparación comenzará recién el 5 de octubre.

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Un apoyo a Lavín es uno de los efectos que ve el antropólogo Pablo Ortúzar en la irrupción de Longueira.

—¿Podrá Longueira tener la capacidad para ordenar a la UDI en el tema constitucional?

—No a toda la UDI, que estaba bien jugada por el «Rechazo», pero sin duda dará vuelta a varios y logrará articular un polo. Especialmente porque apareció con un diagnóstico y una estrategia, cosa que buena parte del «Rechazo» no tiene.

—¿Perdió peso político? No pudo dar vuelta a los diputados que votaron a favor del retiro del 10%.

—Por supuesto. Ya no pesa lo que antes, pero eso puede cambiar rápidamente. Ahora no sólo está dando su opinión desde un bosque en el sur, sino que volverá al ruedo. Y nadie más tiene ese peso simbólico adentro de la UDI.

—Muchos le reconocen que Longueira fue quien los llevó a la UDI. ¿Esto podria influir?

—Claro que sí. Longueira es un jerarca caído en desgracia. Pero sus redes, su obra previa, están ahí. Además, será probablemente de las voces más poderosas y con mayor apoyo de una convención (constituyente).

—¿Cómo Longueira podría influir en los parlamentarios nuevos?

—Como lo está haciendo, mostrando conducción y dirección en medio de la tormenta. El vacío ideológico y político adentro de la UDI es tremendo. Entonces, entre compartir fotos de supermercados venezolanos vacíos en Twitter y sumarse a una estrategia política real, no hay tanto dónde perderse.

—¿Un apoyo de Longueira al «Apruebo» podría significar un impulso a la candidatura de Lavín?

—De todas maneras. Valida la opción de Lavín, que a muchos parecía simple demagogia.

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