Dice que por ella, se acostaría todos los días a las 6 de la tarde. Está agotada físicamente, fatigada. Razones tiene de sobra Mariana Aylwin, la ex ministra de Educación y ex diputada, para decir que las últimas seis semanas no han sido fáciles.

Mientras cuidaba a su madre Leonor (la ex Primera Dama que en marzo cumplió 101 años) se contagió de coronavirus, pese a que casi no había salido.

Pero no solo fue ella la infectada. También su hermana Isabel, su misma mamá y Margarita, la señora que vive con su madre desde hace años en la histórica casa de la calle Arturo Medina, en Providencia. Así que durante un mes se fue a vivir a la casa materna para cuidar a la señora Leonor del covid, mientras ella también tenía coronavirus.

“Fue súper duro, porque durante un mes con la Margarita éramos dos enfermas de covid viviendo con otra enferma de covid, que era mi mamá, a la cual había que cuidar con mucha atención, porque era la más grave de todas. Mi mamá se mejoraba un poco, pero caía de nuevo muy mal, y eso ocurrió como tres veces”, dice.

Cuenta que cuando apareció la pandemia, la familia tomó la decisión de que las hermanas mujeres (dos de los cinco hijos que tuvo la señora Leonor con el ex Presidente Patricio Aylwin) se turnarían para irse a vivir cinco días con ella para acompañarla.

“Entonces cuando regresábamos cada una a su propia casa, manteníamos una estricta cuarentena porque sabíamos que debíamos estar bien para regresar a relevar el turno. Hasta antes de la pandemia la casa de mi mamá siempre había estado llena de gente, porque todos la íbamos a ver: los hijos (5), los nietos (17), los bisnietos (17)... algunos a almorzar, otros el fin de semana, pero siempre estaba acompañada. Y como no queríamos que estuviera sola, decidimos este mecanismo, con el cual teníamos que ser súper estrictos para no contagiarnos”, cuenta.

-Pero igual llegó el contagio...

-Sí, y la verdad no sabemos cómo. Nosotros nos cuidábamos mucho por mi mamá, y aún así, en que en toda la pandemia yo habré ido con suerte dos o tres veces a la farmacia, nunca fui a un supermercado... y mi hermana tampoco. Y pese a todo eso, nos contagiamos. Yo aún me pregunto ¿cómo?.

Cuenta que la cuarentena la iniciaron en marzo y se enfermaron a mediados de julio. “El viernes 17 de julio mi mamá empezó con fiebre. Y el doctor inmediatamente nos dijo que era covid, porque ella tuvo una neumonía muy fuerte. Fue justo el día en que yo empezaba mi semana con mi mamá. A los tres días, caí yo con fiebre y mucho dolor de cuerpo. Y la Margarita perdió el olfato. No había duda que era covid, pese a que toda la familia nos hicimos el PCR apenas mi mamá tuvo fiebre y salió negativo para todos”.

Una enfermera de noche las ayudaba, hasta ese minuto, en los cuidados de la señora Leonor. Viajaba a diario en taxi para evitar infectarse. Pero una vez confirmado el contagio del grupo, dejó de ir a la casa de los Aylwin Oyarzún: fue la única que había estado en la vivienda que no se contagió. Hasta hoy no ha regresado, porque la comuna donde vive sigue en cuarentena.

“No suelta la vida”

Recién la semana pasada Mariana volvió a su hogar (su hermana Isabel está ahora en la casa materna). “Estamos aun todas saliendo de las secuelas. Yo quedé muy, pero muy cansada. La verdad es que no me pude cuidar mucho tampoco durante la enfermedad. Pero lo que es tremendamente impresionante es la fortaleza de mi madre ¡si tiene 101 años y salió adelante!”.

Hace 10 años pasaron un susto con ella por una infección respiratoria que derivó en una trombosis pulmonar y la debieron hospitalizar de urgencia en la Clínica Alemana. Y en 2011 sufrió una fractura de cadera provocada por un accidente doméstico.

Pero pese a su edad, la ex Primera Dama llevaba una rutina activa, hasta antes de la crisis sanitaria: dividía su tiempo entre la lectura, alguna serie de Netflix, la pintura y recibir gente para conversar (además de ir a la peluquería una vez a la semana y al mall muy de vez en cuando). Ella es la única de todas sus hermanas (eran seis en total) que sigue viva, y eso que era la mayor. Su único problema es para caminar, porque sufre artrosis y le duelen las rodillas. Pero pese a eso, igual lo hace.

-¿Tuviste temor de que tu mamá no lograra sobrellevar al covid?

-Ciertamente hubo días que pensamos que ella no iba a resistirlo, pero lo resistió. Le ha costado harto superarlo, pero creo que tiene unas ganas de vivir muy grandes y, por eso, se aferró a la vida de esa forma. Por cierto no fue fácil, la tuvimos con oxígeno, con suero, hubo que hacerle una transfusión de sangre, pero ya está en pie, muy cansada, muy débil, pero con todas sus facultades mentales perfectas, pendiente de todo, mandando en su casa, como siempre, y cuidándose.

-¿Ella supo que se contagió de coronavirus? ¿o no le contaron?

-Le contamos. No había otra forma porque ella entiende todo. Se dio cuenta, está súper conectada. Imagínate que anda preguntando «¿cuántos contagiados hay?», «¿hay muchos?», «¿sigue la pandemia?». Estaba completamente al tanto que estaba con covid. Los días que estuvo más mal, ella dormía el 60, el 80 por ciento del día. Estaba con suero y oxígeno... estuvo bien, bien grave.

-¿No estaba asustada su madre?

-No, para nada. A veces me decía «oye ¿me iré a morir?». Y yo le respondía, «pero mamá, váyase tranquila si es lo que quiere». Pero tengo claro que ella no quiere. No todavía. Está pendiente de todo, de sus nietos, de sus bisnietos, pregunta por cada uno, no suelta la vida, es bien impresionante, un fenómeno.

-Una vez que supieron del diagnóstico ¿fue opción ingresarla a una clínica en vez de dejarla en su casa?

-No. Lo conversamos con mis hermanos, con ella y con el doctor. Ella dijo claramente que «por ningún motivo, porque me quiero morir en mi casa». Y la verdad, en una clínica iba a estar completamente sola, nadie la iba a poder acompañar por los protocolos que hay. De hecho a una amiga mía se le enfermó la mamá de covid, una señora de 90 años, y la llevó a la clínica y nunca más la vio, porque su mamá falleció.

“Aperramos las mujeres”

Para que la casa de los Aylwin Oyarzún siguiera funcionando medianamente bien recibieron la ayuda del resto de la familia.

“Mis hijos y mis hermanos nos llevaban comida preparada. Otros nos hacían las compras. Nadie hacía aseo, solo las camas, y cuidábamos a mi mamá. Y cuando podíamos, tratábamos de cuidarnos nosotras. Pero ya estamos sin covid y sin poder contagiar”, cuenta.

“Nosotros somos cinco hermanos, dos somos mujeres. Y en estas cosas aperramos las mujeres”, afirma. “Uno de mis hermanos que vive en Villarrica vino dos veces a verla después de los 14 días en que guardamos cuarentena para evitar contagios. Y mis otros dos hermanos han estado pendientes y nos han ayudado en todo. De hecho ya pueden ir a la casa a visitarla guardando las medidas sanitarias que corresponden. Pero quedarse a alojar y hacerse cargo de todo lo cotidiano, eso lo hemos hecho con yo y mi hermana Isabel”.

Las secuelas del contagio en su madre no han desaparecido. Sin embargo, cuenta Mariana, ya se está levantando nuevamente y almorzando en el comedor. “Esta volviendo a hacer su vida normal”, señala.

“¿Qué está pasando en el mundo?”

-A ti ¿cómo te afectó el covid?

-Los primeros días, fue fiebre, dolor de cabeza y mucho dolor de cuerpo. No tuve problemas pulmonares. Pero sí un agotamiento enorme. Todavía estoy cansada. Uno pierde mucha fuerza.

-¿Y en lo emocional?

-Afecta, por supuesto. Además vivimos una situación súper difícil. Una cosa es que te dé a ti, y otra cosa es que le dé a una persona mayor cuyas posibilidades de superarlo eran bien reducidas. Pero además, que la tienes a tu cuidado. Y ella estuvo bastante grave, pero lo logró. Obviamente que a la edad de ella, estábamos preparados para que hubiera pasado otra cosa. Pero también es muy difícil por la soledad, no la podía ir a ver nadie.

Cuenta que su mamá “estaba bien afectada, desde antes en lo emocional, porque estaba acostumbrada a que llegaran los nietos, los hijos. Y de la noche a la mañana, desde marzo, solo íbamos mi hermana y yo. Ella veía noticias, se informaba. Aunque ahora, después del covid, está más desligada. Pero todos los días pregunta «¿cuánta gente enferma hay? ¿es más o es menos que ayer?» Ella es increíble. Después que pasó esos días muy malos, cuando estaba algo más recuperada, un día me dice: «a ver, ven, siéntate aquí y cuéntame qué está pasando en el mundo, que me desconecté»”.

“Los cuidados nunca son pocos”

-¿No tienes temor de contagiarte de nuevo ¿o de que la señora Leonor se contagie otra vez?

-El doctor nos dijo que lo único que sabemos es que hay inmunidad por tres meses, así que nada. Esto es muy peligroso. Pero además es una enfermedad con síntomas demasiado diversos en las distintas personas. Nosotros tuvimos cuatro casos: uno asintomático, otro con pérdida de olfato; yo, que tuve fiebre y malestar enorme, pero sin síntomas pulmonares; y mi mamá con problemas respiratorios graves.

-¿Cómo va tu recuperación?

-Uno queda mal. Estoy muy fatigada. Tengo amigos a quienes también les ha dado y han pasado varios meses sin poder recuperar la fuerza que tenían antes, la vitalidad, las ganas de hacer cosas. Yo, por mi, a las 6 de la tarde estaría acostada. Uno queda agotada. Ojalá que esta experiencia sirva para advertir, ahora que se está desconfinando, que los cuidados para evitar contagiarse nunca son pocos, porque de verdad uno no sabe cómo se contagia. Imagínate que hasta al médico que ve a mi mamá estaba con covid y nos dijo «no he salido a ninguna parte en 15 días, hemos estado encerrados con mi señora y los dos estamos contagiados». Hay que tener mucho cuidado, no solo porque es una enfermedad muy difícil, sino porque además tiene secuelas importantes.

Al centro la señora Leonor, este verano, con sus hijos Mariana y Miguel.

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