“Raquel Argandoña es el único personaje femenino del espectáculo local que ha sobrevivido desde la dictadura manteniéndose en la primera línea, a pesar de no tener un oficio o rol específico: ha sido modelo, locutora, animadora de televisión, presentadora de noticias, actriz, alcaldesa, comentarista de farándula”, dice el escritor y crítico Oscar Contardo.

En su libro “La era ochentera. Tevé, pop y under en el Chile de los ochenta”, escrito junto a Macarena García, hace un revival de este periodo en el que se tejen historias de poder y censura, además de reunir anécdotas protagonizadas por Mario Kreutzberger, Cecilia Bolocco y la misma Argandoña. “La fuente de su poder ha sido una combinación de su aspecto físico (mujer rubia y alta en un país moreno) y un manejo impecable de su vida privada como cantera para alimentar una industria del espectáculo volcada a la televisión, en un medio sin más industria del entretenimiento que la surgida de los canales de TV abierta”, agrega.

Hoy, la animadora de “Bienvenidos”, de Canal 13, está envuelta en el que podría transformarse en el peor episodio de su vida, con su hijo Hernán Calderón en prisión preventiva —cuya estadía en la clínica psiquiátrica El Cedro de La Reina se evalúa hoy—, por un presunto parricidio frustrado. Rebeca Naranjo, pareja de “Hernancito”, presentó una querella en contra de su suegro, Hernán Calderón, por delito reiterado de abuso sexual. La Tercera PM reveló esta semana detalles del testimonio de su hija Kel Calderón ante la fiscalía, donde dice que su hermano también amenazó de muerte a su madre, a su padre anteriormente, y que había ejercido violencia también contra Naranjo. ¿Podría Raquel salir airosa de este drama?

Daniela Grassau, experta en estudios sobre TV y crisis, candidata a doctora en Sociología y académica de la Universidad Católica, sostiene: “Argandoña fue farándula antes de que existiera la farándula como concepto. Se hizo su espacio en un contexto muy patriarcal en los '80 y puso en evidencia que ser mujer puede ser una desventaja en múltiples instancias. Sin ser actriz, tuvo uno de los papeles más importantes en la historia de la TV. Ha tenido un protagonismo indiscutido hace 40 años, sin desaparecer nunca, porque nunca ha querido desaparecer. Tiene una personalidad muy fuerte y ha construido su éxito desde la ventana pública”, señala.

Para Cecilia Tapia, académica y coordinadora de contenidos de la Escuela de Publicidad de la Universidad Diego Portales, una característica clave de la figura es que ha sabido construir un relato sobre sí misma: “Es una mujer muy segura y su actitud y carácter es lo que la lleva a abrirse camino. Sabe que su palabra deja consecuencias y eso le ha permitido ganarse el respeto de las audiencias y de sus pares”.

El escritor Alvaro Bisama, que como crítico de TV ha reflexionado en torno a Argandoña por diversos motivos –desde el reality que hizo para TVN hasta su significado como rostro–, es más drástico en su evaluación: “Ella es un símbolo perfecto del trash ochentero que ha sobrevivido hasta el presente y en ese sentido, como figura pública, es una especie de signo que condensa el vacío que la cultura del espectáculo chileno puede llegar a tener”.

Eterna reinvención

Al mirar el historial mediático de Argandoña –que llegó a la TV cuando aún era una estudiante en el Liceo 7 en Providencia–, un común denominador es su capacidad de reinventarse. Fue una figura vinculada a la dictadura en la época en que era la conductora de “60 minutos”, en TVN, cuando llegaba a las emblemáticas fiestas en el Confetti, el bar de Jorge Pino, marido de Patricia Maldonado, donde eran figuras habituales Álvaro Corbalán, Los Huasos Quincheros, Pedro Messone, Jorge Pedreros y otros personajes del espectáculo de la época. Protagonizó polémicas familiares, que incluyen una denuncia contra su ex marido por violencia psicológica, una gestión como alcaldesa cruzada por una querella del concejo municipal en su contra, y llegó a un presente en la TV marcado por su compromiso social.

“Tiene una capacidad camaleónica brutal”, dice Grassau. “Pasó de producir un vínculo mental en la audiencia con la dictadura, en alguna época, a reinventarse con el estallido social, empatizando con el pueblo, como ella le llama. La misma Raquel ofrecía en el matinal pagar el médico de alguna persona a la que no tenía acceso. Tiene una capacidad asombrosa para reinventarse y mantenerse vigente”.

Para la publicista Cecilia Tapia, esto se debe a que su línea editorial personal es la que ha primado en sus diversas facetas. “Por esto es que no tiene miedo a enfrentarse a nuevos desafíos, ya sea en TV, en redes sociales o en el espacio que sea”, asegura.

No importa si es como jurado en un concurso de belleza, conductora de noticias, política u opinóloga, destacar por ‘ser ella' es lo que le permite reacomodarse. Lo que dejó en evidencia el año pasado, luego de ser despedida del matinal de Canal 13. A los pocos días lanzó un canal de YouTube, que en 24 horas tenía 50 mil seguidores y que ofrecía contenido como: “30 cosas sobre mí” o “Un día normal en mi vida”.

“Es un personaje construido desde la voluntad, la astucia y la explotación permanente de las pulsiones agresivas ocultas en una sociedad que solía censurar la exhibición de la discrepancia. Entendió que ser la excepción era su rol, epatar, encarnar una suerte de irreverencia de spot publicitario”, dice Contardo.

“Pero no tiene más causa que su propia carrera”, agrega. “Su figura es la contraparte femenina y televisiva de un especulador financiero, que busca una oportunidad para hacer una pasada que le asegura fortuna y de paso, alimenta una fama temible en una selva llena de fieras ansiosas por encontrar un modelo para llegar al éxito”.

“Es primera vez que

la vemos hundida”

Las últimas apariciones de Raquel en televisión, como suelen ser, han estado marcadas por un discurso radical y frontal. Esta vez, sin embargo, la crítica brutal es hacia sí misma. “Es primera vez que la vemos hundida, y eso es muy impresionante. Siempre tuvo la cabeza muy en alto, cuando se separó, cuando le quitaron los hijos, y así con cada uno de sus dramas. Siempre con una tremenda coraza. Esta ‘derrota', de alguna manera, es una de las causantes de por qué esta historia impacta tanto”, afirma la académica UC, Daniela Grassau. “Es la caída de una figura que siempre ha estado arriba, es como un gran final de una telenovela donde la gente conoce todos los capítulos”.

Un episodio que, según Tapia, también se potencia por el contexto ultra digitalizado en el que vivimos, en el que la línea entre lo público y privado se diluye más que nunca. “Aquellos personajes que viven mediáticamente expuestos corren riesgos mucho mayores, sobre todo con un conflicto doméstico de alto calibre como este”, asegura. “Y en este tipo de situaciones es cuando la marca personal es puesta a prueba, porque ya no existe el personaje, sino que vemos al ser humano vulnerable. La gente, entonces, lo ve desde otro lugar y decide qué tan vigente puede seguir en su trayectoria en el tiempo”.

Sin embargo, para la publicista, Argandoña ha sabido construir una relación con la gente en la que, sin importar el sentimiento que provoque, el interés por ver cómo se antepone una vez más a la adversidad seguirá haciendo atractivo su contenido.

Grassau concuerda: “Con las figuras de TV uno puede tener interacciones parasociales, es decir la figura habla y yo respondo, reclamo, le grito al árbitro. Hay ciertas personalidades que, por sus propias características, generan un vínculo con las audiencias de estas características. Los dejas entrar al living de tu casa, a tu pieza, son parte de tu imaginario, y generas sentimientos. Sientes que los conoces (…) Los matinales incentivan este tipo de relaciones. La probabilidad de que gran parte de la población de Chile tenga relaciones parasociales con Raquel es muy alta. Y es por eso que las emociones que produce este caso son mucho más altas que cualquier otro”.

INFOGRAFÍAS: VERÓNICA BOUDON

LEER MÁS