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La industria de cine china se reactivó de golpe el viernes pasado con el estreno de “Ba Bai” (“The Eight Hundred”), blockbuster de Huayi Brothers (una de las casas productoras más exitosas del país) que en un fin de semana superó los 700 millones de yuanes –más de 100 millones de dólares– en solamente dos días, un gran logro tomando en cuenta que los cines solo pueden ocupar el 50% de su capacidad. Filmada completamente con cámaras IMAX, la película narra cómo en el año 1937 el coronel Xie Jinyuan enfrentó junto a 400 hombres la invasión imperial japonesa. Es una muestra de cine nacionalista que refleja las ambiciones de una industria cinematográfica en expansión que actualmente es la segunda más grande del mundo, después de la estadounidense. Es que al gobierno chino le interesa el arte cinematográfico para profundizar en la historia patria y proyectar su identidad a lo largo del mundo. Es por eso que estos días ofrece subsidios tanto para los exhibidores como para la audiencia. El plan es reactivar la actividad después de la pandemia, retomar el trabajo de transformar a China en un duro competidor de Hollywood.

Después de Estados Unidos, China –el país más poblado del planeta– cuenta con el mayor nivel de consumo cinematográfico a nivel mundial. Con la ayuda del gobierno, grandes casas realizadoras complacen a una audiencia entusiasta con producciones millonarias. Para lo que queda del año se esperan varias, como “Duo Guan” (“Leap”), centrada en las proezas deportivas de equipo de voleibol femenino en las últimas olimpiadas o “Jiang Ziya” (“Legend of Deification”), cinta animada que, al menos técnicamente, no tiene nada que envidiarle a las grandes producciones estadounidenses.

Mientras el cine independiente oriental sigue aferrado a operaciones autorales alejadas del circuito estatal, la gran industria demuestra una occidentalización que podría marcar un apéndice dentro las tensiones entre China y Estados Unidos. A esto debemos sumarle las barreras que tienen la producciones estadounidenses para estrenarse en la nación oriental, donde hay un cupo reducido para ofertas extranjeras. El contenido es revisado y analizado, especialmente el que podría atentar en contra de los valores patrios. No sería exagerado considerar la producción cinematográfica china como una reacción a la construcción histórica que occidente ha hecho de oriente

“Se han producido muchas series y películas buenas en los últimos diez años. Estas reflejan el cambio y el desarrollo verdadero del país y los pensamientos de los chinos. Lo que queremos es mostrar una China verdadera, con un punto de vista objetivo y justo, y resaltar la vida del pueblo, los éxitos y los problemas, los pensamientos y las soluciones”, opina en conversación con La Segunda Feng Gao, vicepresidente de A-CHILAC (Alianza China-America Latina y el Caribe para Intercambio Turístico, Científico y Cultural) y presidente de la Asociación de Películas y Televisión de Ciencia y Educación de China, además de director de “The War of Loong”, otro largometraje épico e histórico que en 2017 llenó salas locales.

“Gracias al mercado interno gigantesco de China la industria de cine se ha desarrollado muy bien en los últimos diez años”, agrega. “La pandemia afectó el mercado tradicional del cine pero el gobierno chino ha aplicado políticas positivas para salvarlo, permitiendo el funcionamiento de los cines pero con un riguroso control sanitario. Mientras tanto el mercado de cine online está creciendo sostenidamente”.

China salvó a Sandra Bullock

Hace algunos meses, en el congreso de Estados Unidos se presentó un proyecto de ley para castigar a productores que acepten hacer cambios en sus películas para complacer las exigencias de China. El problema es que ese mercado es tan grande que Hollywood lo necesita.

En una conversación organizada por The Heritage Foundation, el guionista y presentador Stephen Colbert compartió sus observaciones sobre cómo los guiones estadounidenses buscan estrategias para complacer a la audiencia del país oriental. “En ´2012` la humanidad es salvada porque el gobierno chino tuvo la ocurrencia de construir arcas para rescatar vidas. Y en ´Gravity´, Sandra Bullock sobrevive al alcanzar una estación espacial china. Es natural que los realizadores norteamericanos quieran seducir a los guardianes culturales de ese gobierno”, observó el comunicador.

Si para Hollywood no es fácil penetrar en ese mercado, China considera como parte de su expansión global la inmersión en Hollywood. Los Huayi Brothers están detrás de éxitos occidentales como “John Wick”, con Keanu Reeves y “Fury”, con Brad Pitt. Y “Mulan”, una de las películas familiares más esperadas del año (se estrenará online en septiembre), es una co-producción entre Disney y China Film Grupo Corporation en torno a la legendaria guerrera oriental que tuvo su versión animada en 1998. Financiamiento chino encontramos también en grandes producciones como “1917”, “Megalodón”o “Los juegos del hambre”.

El streaming ha sido además un importante vehículo para la difusión internacional de producciones chinas. En Netflix, importante co-productor y el mayor divulgador de estos trabajos, encontramos, de hecho, la categoría “Películas y programas de China”. La oferta es tan dispareja como generosa.

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“La tierra errante”: Naves espaciales, catástrofes siderales, acción digital. Esta película del año pasado se convirtió rápidamente en el segundo largometraje chino más taquillero de la historia. En términos de factura está a la altura de cualquier blockbuster estadounidense y el conflicto principal es llamativo, por decir lo menos. El sistema solar está por extinguirse y un grupo de científicos tiene la ocurrencia de mover el planeta Tierra hacia otra galaxia usando motores. Tiembla Spielberg.

“Empresses in the Palace”:La primera serie china adquirida por Netflix en 2015 es una combinación de melodrama de telenovela con una recreación histórica que nos lleva al siglo XVII. Consta de seis capítulos que arrasaron en China.

“El sol que abraza”: Lejos de las trincheras comerciales encontramos este drama íntimo sobre una familia que debe lidiar con el encarcelamiento del hijo menor. Buenas actuaciones, tensiones y una buena dosis de melodrama azucarado en una producción que ganó cinco Caballos de Oro en el Festival de Taipéi.

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