“Algo que le agradezco a la pandemia es haberme reencontrado con el acordeón”, dice la psicóloga y consultora de empresas en desarrollo sostenible, Karin Eggers (46). El instrumento, dice, era de su padre y llevaba más de 20 años guardado en una bodega. “Siempre decía ‘algún día lo tocaré', pero con la vorágine de la vida que llevaba, quedaba en nada”.

Karin es una de las tantas profesionales que, tal como indican distintos actores del rubro musical, han aprovechado el confinamiento para reencontrarse con un instrumento o simplemente aprender. “Tocaba piano de niña, con una profesora muy estricta, que era la directora de la Escuela Moderna de Música. Entonces, era todo muy desde lo académico, lo racional, la exigencia”, cuenta.

Ese modo de aprender cambió en su nueva aventura musical. “Un día saqué el acordeón de la bodega. Tuve que romper la chapa de la puerta, porque no tenía la llave. Y empecé a sacarle sonido. Era un desafío, buscaba ayuda en Youtube, pero hay poca información”, relata Karin. Hasta que descubrió eRock, una escuela de música que ofrece clases online con diversos artistas nacionales, como el multiinstrumentista Cuti Aste, que hoy es su “maestro”. “No lo podía creer, siempre lo he admirado. Partí el 12 de junio y ya llevo ocho sesiones. Ha sido un lujo”.

Rock y Zoom

En agosto del año pasado, Axel Wensioe y Gabriel Granda fundaron en Puerto Varas Estación Rock, una escuela de música pensada para clases presenciales. La inauguración incluyó a los invitados sorpresa Álvaro Henríquez, Ángel Parra, y Fernando Milagros.

El éxito del proyecto los sorprendió, llegando a 250 alumnos en marzo pasado. Hasta que llegó el coronavirus. “Optamos por las clases online, con nuestro staff de profesores, pero nos dimos cuenta que las alternativas eran demasiado competitivas respecto a lo que queríamos. Para qué alguien va a gastar 15 mil pesos en una clase, cuando puede ver una de Carlos Santana en Youtube, gratis”, detalla su director.

Así es como se replantearon, aprovecharon sus contactos y comenzaron a reclutar a artistas para talleres y clases magistrales. “Ellos también tenían que parar la olla, así que armamos una plataforma colaborativa: ellos hacen sus clases, les pasamos el 100% de lo recaudado, y nosotros nos beneficiamos con la exposición”. Paz Court, Felo Foncea, Eduardo Caces, son algunos de los nombres que se suman a Henríquez, Parra, Milagros y Aste.

La jugada, sumada a una nueva alternativa de talleres con un valor de mil pesos la clase, los tiene con las salas virtuales llenas, con cerca de 400 alumnos, que van desde niños a adultos, aunque se concentran en el segmento entre 25 y 40. Otros 2 mil asisten a conversatorios de temas como musicoterapia, musicales, y ciencia.

Coté Foncea ha sido parte de la experiencia. “Me llamaron cuando recién se había cancelado la gira de Lucybell por México, Perú y 15 ciudades de Chile. Yo había dejado de hacer clases en 2003, porque me comió la máquina de tocar. Ahora le agarré de nuevo el amor”, explica el baterista de la banda, y de otros proyectos como Alain Johannes y Dracma.

“Es entretenido ver gente que por ABC motivos, se anima a aprender. Me tocó, por ejemplo, un tipo que había quedado cesante y quería aprovechar el tiempo para profundizar en la batería”, agrega.

Home studio, Bedroom Dj

Las tiendas de instrumentos también son beneficiarios del repentino interés de la gente por aprender música. En Promusic, las ventas en pandemia aumentaron un 60%, mientras que en Audiomusica cuadruplicaron las de su e-commerce.

“Es impresionante la cantidad de gente que está haciendo música, mucha más que antes”, dice el gerente de negocios de Audiomusica, Marcelo Aravena. Y la tendencia, agrega, es a nivel mundial, “hay proveedores que nos mandan el 50% de lo que les pedimos porque están sobre demandados desde todos lados”.

Nicolás Prieto, marketing manager de Promusic, detalla que son los controladores midi, teclados, micrófonos USB -para el computador- y las baterías electrónicas; los que más han aumentado sus ventas. Lo mismo ocurre en Audiomusica, pero Aravena agrega que el peak lo tienen las interfaces de sonido. “Mucha gente se puso a hacer streaming para mostrar sus habilidades y para eso necesitaban mejorar su equipamiento. Lo mismo para hacer podcasts”, sostiene el segundo.

El aumento en la venta de equipos para armar home studios y el interés por tornamesas, mixers y otros elementos para transformarse en bedroom djs –sus shows quedan en sus piezas-; son también parte de la explosión musical en pandemia.

Las clases

“Nunca pensé en tomar clases de acordeón online. ¡Pero se puede! Y se da algo súper entretenido desde lo improvisado. Un día, por ejemplo, se me quedó pegada una tecla del acordeón. Así que ahí, mientras el Cuti me daba instrucciones vía Zoom para arreglarlo, mi hija me ayudaba con la linterna, y yo desarmaba el acordeón”, cuenta Karin.

Cote Foncea también se siente cómodo desde las clases virtuales. “Me pasó que llegaron alumnos fans de Lucybell que me terminaban pidiendo una baqueta -ríe-. Pero esto me da cierto control, pongo las condiciones altiro. Y la plataforma está hecha para ir presentando material de apoyo y links mientras uno habla”. El que los niños conozcan el lenguaje online ayuda, “les es súper fácil acostumbrarse a las clases y ser vanguardistas en este tipo de situaciones”.

Karin dice sentirse privilegiada de tener un espacio de aprendizaje que trasciende al instrumento. “Me he encontrado conmigo misma”, relata. “La que sale de esta pandemia es otra Karin. Y, además, sale con un acordeón encima. Ahora el desafío es no caer en la misma vorágine de antes”, cierra.

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