—¿Es idea mía o vi al Presidente atajando penales en el Estadio Nacional? —pregunta José Tobías Silva.

—Tratando de atajar —aclara Walter Alberto.

—¿Pero es cierto o fake? —insiste.

—Creo que es cierto, lo vi en televisión, pero no estoy seguro —les digo.

—Yo juraría que vi a un émulo del Zorro cabalgado por las calles de Providencia, pero me hiciste dudar.

—Guy Williams, al menos, no era.

—Quizás andaba junto con el Batman que reparte comida.

—A propósito, ¿qué habrá sido del Spiderman?

—Estúpido y sensual Spiderman, y la boca te queda donde mismo —dice María Luisa Fernández.

—A veces me pasa que no sé que está ocurriendo en la televisión y qué en la vida real.

—A mi me pasa cada vez que veo a Luis Gnecco.

—Debe ser un efecto del encierro.

—O a lo mejor es parte de la estrategia de desconfinamiento gradual: que después de cuatro meses viendo tele todo el día, el mundo real no se nos haga tan duro.

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“La incorporación de subsidios y otros incentivos con enfoque de género puede ser una oportunidad para reparar brechas históricas”.

No es una novedad el impacto que la crisis por la pandemia ha tenido, particularmente, en el empleo femenino. Datos de Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la Universidad Católica, conocidos la semana pasada, señalan la destrucción de puestos de trabajo entre las mujeres alcanza al 28% en los últimos doce meses, en comparación con el 23% de los hombres. Y que la participación laboral de las mujeres, que a inicios de este año había superado el 50%, retrocedió al 37,5%, niveles que no se registraban desde hace más de una década en Chile. Como es de suponer, además, la profundización de los niveles de desocupación es más dañina para los hogares más desposeídos. En el quintil más pobre, donde la mitad de las familias tienen a una mujer como jefa de hogar, el 36% de los hombres tiene empleo, frente al 21% de las mujeres.

Pero estas cifras tampoco reflejan por completo los costos que las mujeres han debido asumir, sea que hayan perdido su empleo o aún lo conserven. El mismo estudio de la UC puso un foco especial en la distribución de las tareas domésticas, y cómo los cambios generados por la crisis no se han traducido en un mayor equilibrio en la carga de trabajo en el hogar. Los resultados son desoladores: las mujeres, en promedio, dedican 17,8 horas semanales a cocinar, lavar la ropa y hacer aseo (eran 16,4 horas antes de la crisis), mientras que los hombres destinan 8,2 horas a las mismas labores (antes eran 6,5 horas a la semana). El 38% de los hombres, señala la encuesta, dedicó cero horas semanales a tareas domésticas. También actividades como el cuidado de niñas y niños, o de adultos mayores en el hogar, siguen abrumadoramente en manos de las mujeres.

Muchas de estas diferencias, ciertamente, derivan de sesgos culturales que no resulta fácil erradicar o modificar en el corto plazo. Pero la política pública sí puede tener un rol activo en acortar las brechas de género. Es probable, como mencionó el economista David Bravo, uno de los responsables del estudio, que la menor búsqueda de trabajo entre las mujeres, y la consiguiente caída en la participación laboral, esté relacionada directamente con las múltiples tareas del hogar que debe desarrollar la mujer, en mayor proporción que los hombres. Y es posible también que la brecha salarial de género, superior al diez por ciento en todos los niveles socioeconómicos, motive que sea principalmente la mujer quien deje un trabajo remunerado para hacerse cargo de labores domésticas.

La incorporación de subsidios y otros incentivos con enfoque de género, en el conjunto de medidas de apoyo a la contratación y mantención de puestos de trabajo que inevitablemente deberán desplegarse en la fase de reactivación, puede ser, en este sentido, también una oportunidad para reparar brechas históricas, que la pandemia ha contribuido a profundizar.

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Constitucionalista

Señor Director:

Respecto al reportaje “Tres grupos constitucionales nutren debate en los partidos”, de la edición del 18 de agosto, debo aclarar que como militante del Partido Socialista, he participado hace años en el programa constitucional del Instituto Igualdad. Así, no es efectiva la vinculación que, según la nota, yo tendría con el Frente Amplio. Esto sin perjuicio de mi participación en la Red de Constitucionalistas.

Tania Busch Venthur

Río submarino

Señor Director:

En relación con el artículo publicado el 14 de agosto, sobre nuestro proyecto de Río Submarino Sur–Norte Chile, quisiéramos aclarar que la flexibilidad del sistema autoriza potenciales ampliaciones de cobertura y demanda de agua: por ejemplo, puntos de entrega en las regiones de Ñuble, O'Higgins y Valparaíso Sur, para abastecer la agricultura y suplementar el consumo humano, particularmente la Región Metropolitana y la conurbación de Valparaíso.

Respecto de su costo, la afirmación de fuentes anónimas de que sería “un experimento caro” no se ajusta a la verdad; es la obra de abastecimiento hídrico de más bajo costo que actualmente estudia la Dirección General de Concesiones del Ministerio de Obras Públicas para declarar de interés público. Su inversión depende de la distancia total abastecida y del caudal transportado. En esa variante, la inversión es de ocho mil millones de dólares para entregas desde el norte de la Región de Valparaíso hasta Antofagasta, con un caudal de treinta metros cúbicos por segundo (m3/s). En otra variante, que abastecería desde Ñuble hasta Arica con un caudal de 75 m3/s, la inversión sería de 16 mil millones de dólares.

En esta última variante, el costo completo (amortización de la inversión + operación) del agua puesta en la costa es de 0,54 dólares por metro cúbico (US$/m3), precio exclusivamente volumétrico sin subvención ni cuota fija; bastante inferior a la desalación. El costo completo del agua llevada al interior —que depende de la altitud y de la distancia a la costa— sería, por ejemplo, en un punto situado alrededor de la Ruta 5 Norte, a quinientos metros sobre el nivel del mar (msnm) y a cincuenta kilómetros de la costa, de 0,90 US$/m3; y para la Ruta 5 Sur, que está más bien a 250 msnm y ochenta kilómetros, el costo completo sería de 0,75 US$/m3; es decir, muy inferior a cualquier proyecto terrestre de longitud equivalente.

Además, el Río Submarino Sur–Norte Chile muestra una tasa interna de retorno social muy superior al cincuenta por ciento; estas proyecciones, unidas a sus características medioambientales, lo convierten en la respuesta más económica y sustentable para enfrentar la escasez hídrica que sufre el país.

Félix Bogliolo

CEO de Vía Marina

TV abierta

Señor Director:

La discusión sobre el aporte de la televisión abierta a la cultura y educación de los chilenos me hizo recordar una frase del comediante estadounidense Groucho Marx: “Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro”.

Francisco Orrego B.

Aprendizaje

Señor Director:

El jardín infantil es irremplazable. Faltan en pandemia las interacciones pedagógicas entre párvulos y educadoras, la socialización de los niños con sus pares, el contacto con la tierra, la cercanía humana y oportunidades de aprendizaje que da el juego. Sin embargo, el vínculo con las familias de los párvulos lo hemos visto fortalecido.

La crisis sanitaria ha sido una oportunidad para resignificar el compromiso de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji) con cada familia, en tanto es “la primera educadora” de las niñas y niños. En palabras recientes del pedagogo italiano Francesco Tonucci, hemos tenido un “momento para la cooperación” en el gran desafío del mundo adulto por garantizar la buena educación de los párvulos.

Los aprendizajes no se detienen en pandemia. Niños y niñas en sus casas han seguido creciendo y la escucha atenta que hemos realizadode ellos, familia y Junji, nos ha permitido continuar con éxito la tarea de crianza. A través de nuestra aplicación móvil “Mi Jardín Junji” hemos conectado a 1.029 unidades educativas con más de 33 mil familias. La app ha permitido que los equipos educativos continúen trabajando con los niños y niñas a distancia.

Las experiencias vividas en casa, por más cotidianas que sean, pueden ser una oportunidad de aprendizaje.

Adriana Gaete Somarriva

Vicepresidenta Junta Nacional de Jardines Infantiles

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