La conquista de los indecisos. Ese es el botín en disputa. En tiempos electorales los candidatos deben apelar a lucir al máximo sus virtudes y disminuir al mínimo sus defectos.

Hoy, lejos de que esto se deje al azar, hay asesores particulares y empresas, que trabajan directamente con los políticos o con sus partidos para mejorar el posicionamiento de una candidatura, entregando información vital de la zona donde postulan y perfeccionando sus discursos y sus desempeño público.

Mala fama de los políticos

No es un oficio nuevo. Sin embargo, este trabajo pasó por un período magro.

Escándalos por financiamiento irregular de campañas, por casos como Penta o SQM, terminaron con algunos asesores investigados, a pesar de que hubieran prestado efectivamente esas consultorías político electorales.

La mala fama de los políticos como empleadores y pagadores, además, acentuó el distanciamiento de profesionales y agencias comunicacionales con estos trabajos. Por lo general, los candidato son clientes que exigen ser atendidos en jornadas 24/7.

Por tal razón, estas asesorías perdieron atractivo, más aún si después los prestadores del servicio terminaba dando explicaciones en tribunales por una boleta de origen irregular.

No obstante, con reglas de financiamiento electoral más claras, con nuevos actores tratando de incursionar en política y un nuevo campo de procesos electorales en curso— algunos de ellos impensados hace un año como un plebiscito constitucional y una eventual elección de integrantes de una convención constituyente— ha revitalizado y revalorizado el rol de estos consejeros.

El análisis de redes sociales y de big data también los ha vuelto más apetecidos, ya que ha abierto un campo nuevo.

“Existe desde asesores independientes, hasta grandes conglomerados que incluyen cientistas políticos, sociólogos e ingenieros que trabajan con los candidatos. Hay una parte más comunicacional. También se entregan datos georreferenciados. Se mira la comuna o la región y se observa donde están los potenciales votantes, donde el candidato debe ir a hacer campaña y dónde no porque son votos perdidos”, dice el cientista político Kenneth Bunker, que en tiempos de elecciones trabaja como asesor, pero prefiere mantener en reserva a sus clientes. .

“En general, los nombres son confidenciales por distintas razones. Algunos les interesa ser candidatos pero finalmente no son. Y solo están viendo ‘si hay agua en la piscina'. Ahí es mejor mantener el anonimato. También hay timings de carreras políticas, un candidato no quiere que se sepa que su nombre está corriendo en cualquier momento y de cualquier forma. Hay un aspecto estratégico ahí”, comenta Bunker.

Asesorías transversales

Aunque hoy está alejado de su rol como asesor electoral, en el pasado, el exministro Ricardo Solari (PS) fue parte de la mayoría de las campañas de la Concertación y de la Nueva Mayoría. “Son cuatro las áreas en que los candidatos requieren asesoría habitualmente. La primera es la investigación, que es la parte clave de la definición de la estrategia de campaña. En segundo lugar se trabaja en el desarrollo de estrategias mismas. En tercer lugar están las campañas de comunicación y publicitarias. Y cuarto tiene que ver con relato y discurso”, explica Solari.

Otra de las características del rubro es que algunos se suele trabajar de manera transversal. Por ejemplo, Carlos Correa, quien fue jefe de la Secretaría de Comunicaciones en el pasado gobierno de Bachelet, ha trabajado, a través de su empresa Qualiz, con la ahora suspendida alcaldesa de Antofagasta Karen Rojo, ex RN y cercana a la UDI, y con Heraldo Muñoz, actual presidente del PPD y excanciller.

“Llegan clientes de todas partes. Es que no hay un sesgo al establecer las variables, no serviría el trabajo, porque son los números los que hablan por sí solos”, explica Axel Callís, quien también realiza asesorías. La consultora Ekhos, cuyos socios son Gonzalo Tapia y Claudio Rutllant, es otra que está en la industria, aunque hasta ahora solo han trabajado con partidos de centroizquierda.

Maratón de encuestas

Además, las actuales circunstancias, marcadas por la pandemia y el estallido social del 18 de octubre, han generado un cuadro inédito en la historia política chilena con una seguidilla de elecciones, 17 en total, agrupadas en 9 jornadas electorales, en menos de un año y medio.

Con ese desafío, algunas agencias de encuestas como Cadem han comenzado a incursionar ven este mercado realizando trabajos particulares para medir partidos o posibles candidatos.

El encuestólogo Ramón Cavieres dice que su empresa Activa Research no se dedica a asesorar a políticos, pero conoce el mercado. “Llegar a pronósticos acertados requiere conocimiento. Hay ciertas normas y estándares, entonces no todos pueden llegar y hacerlo, porque los estudios se juegan su credibilidad cuando se contrasta con la realidad y la votación”, dice.

LEER MÁS
 
LEER MÁS