“La situación de los desempleados hoy es muchísimo mejor, por la posibilidad del Gobierno de otorgar subsidios dignos”

Rolf Lüders,exministro en 1982-3

“Sólo en PIB per cápita, el país recién en 1988 recuperó lo que tenía en 1981”

Ricardo Ffrench-Davis, profesor U. de Chile

“La crisis actual no tiene un parangón histórico. Varios postulan que lo más parecido sería un conflicto bélico prolongado”

Patricio Bernedo,historiador UC.

“Una democracia consolidada es uno de los factores que permite acceder a financiamiento amplio y de bajo costo”

Hermann González, economista Clapes-UC

Oficialmente, la economía chilena aún no está en recesión. Lleva cuatro meses seguidos de caída en la actividad hasta junio, y probablemente sume a julio, pero para una recesión se requieren dos trimestres seguidos de contracción. Sin embargo, todas las estimaciones apuntan a que este año terminará con su peor recesión desde la década de los 80. Según Consensus Forecast de Focus Economics, los principales analistas del mundo creen que el Producto Interno Bruto (PIB) de Chile se contraerá 6% este año. El número más malo desde el -13,6% de 1982.

Pero más allá de que éstas sean, o vayan a ser, las peores recesiones de los últimos 40 años de la historia nacional, son crisis que resultan poco comparables, ya sea por contexto, causas, profundidad, consecuencias, velocidad de recuperación y lecciones, coinciden los estudiosos de nuestra historia económica. Esto, incluso considerando que algunos de sus colegas destacados, como David Bravo, planteen que al menos en impacto al empleo la actual pueda igualar o incluso ser más dura que la de 1982.

No se trata tampoco de restarle relevancia a este annus horribilis dado que, si se cumplen las predicciones, en los libros va a quedar como la décima mayor recesión de nuestra historia. La peor fue en 1932, con una caída del PIB de 23,2%, seguida por 1931 con -18,7%, 1919 con -15,3%, 1914 con -14,9%, la quinta es la de 1982 con -13,6% y la sexta, también en dictadura, fue en 1975 con -12,9%, y después están 1930 con -12,8%, 1921 con -11,2% y 1947, con -10,8%, según el libro “Chile 1810-2010: La República en cifras”, de Wagner, Díaz y Lüders.

1. El contexto

La crisis de 1982 se produce justo en la mitad de la dictadura de Augusto Pinochet, nueve años después del golpe militar y ocho años antes de dejar el poder, generando un antes y un después tanto en el gobierno, donde se producen quiebres irreparables, como en la oposición, que inicia un proceso de protesta, reorganización y unidad en contra del régimen.

La actual ocurre en un sistema democrático que, pese a la crisis social que dejó congelada la pandemia y el estado de emergencia que vive el país, no ha puesto en riesgo la separación de los poderes ni las libertades públicas.

“Sin duda el régimen político incide en la economía y, de esa forma, en el impacto de la crisis y en la posterior recuperación. Contar con una democracia consolidada es uno de los factores que permite a las empresas, al Gobierno y al Banco Central, acceder a fuentes de financiamiento amplias y de bajo costo”, afirma el coordinador macroeconómico de Clapes-UC, Hermann González.

2. Las causas

La crisis de 1982 tuvo detonantes externos, pero principalmente internos. Chile enfrentó una crisis financiera, debido a un alza en las tasas de interés globales, pero con un tipo de cambio fijo y una deuda externa, principalmente privada, que hizo caminar al país al filo del despeñadero, hasta caer.

El profesor Ricardo Ffrench-Davis de la Universidad de Chile cuenta que en 1980, en una conferencia en la Universidad de Chicago, advirtió a los Chicago Boys de la época que la acumulación de deuda privada estaba generando un grave desequilibrio en las cuentas externas de Chile, previendo la crisis.

Y a eso se le agrega un Estado sin recursos suficientes como para reaccionar. “Tener hoy un Estado sin una gran mochila financiera para enfrentar la crisis es una lección histórica para nuestro país de la crisis del 82”, admite el decano de Historia de la UC, Patricio Bernedo.

El origen del escenario actual es eminentemente sanitario. Provocó la paralización de gran parte de la economía, pero sus causas son exógenas.

“Hoy enfrentamos un shock sanitario, pero lo hacemos con una macroeconomía sana, sin desequilibrios, con un tipo de cambio flotante, el sistema financiero bien regulado y supervisado, y espacios para el apoyo de la política fiscal y monetaria”, añade González.

“La crisis actual no tiene un parangón histórico evidente. Varios postulan que lo más parecido a los efectos económicos que ha generado la pandemia sería lo que sucede durante un conflicto bélico prolongado, como la II Guerra Mundial. Aunque no es idéntico, pues no fue una paralización casi total de la economía, como sucede actualmente”, agrega Bernedo.

3. Profundidad

Ya está dicho, pero la contracción de 1982 duplica a la prevista para este año. Y sus consecuencias, no solo en producción sino que en empleo e incluso en quiebras de empresas, no es la misma. Entre 1982 y 83 se fueron a bancarrota unas 800 compañías.

“Los datos oficiales de la crisis de la deuda de 1982, y las estimaciones existentes respecto de la actual crisis covid-19, sugieren que la presente recesión será de una magnitud significativamente menor a aquella de 38 años atrás. Entonces el PIB cayó alrededor de un 20% (entre 1982 y 83), y la tasa de desempleo alcanzó casi un 30%, comparados con los actuales 6% a 8%, y 15%, respectivamente”, sostiene Rolf Lüders, profesor de la UC y exbiministro de Hacienda y Economía del régimen militar en plena crisis (1982-3).

A juicio de Ffrench Davis, “las dos crisis son intensas y en ese sentido son comparables”, pero obviamente que en cifras no. En empleo, por ejemplo, en la de 1982 “el impacto fue mucho mayor. La desocupación se fue acentuando y su peak fue en 1983, cuando alcanzó 19% oficial. Pero había 12 puntos de ocupados en programas de empleo mínimo, con un tercio del salario mínimo y sin seguridad social. Si se suman esos 12 puntos, el desempleo alcanza al 31%”. Hoy la desocupación es alta, y si se suman quienes están con sus contratos suspendidos, la cifra sube. “Pero no es de todo el año y puede venir algo de recuperación a contar de noviembre”, agrega.

Y Lüders acota: “En términos muy generales, la situación de los desempleados de ahora es muchísimo mejor que en 1982, gracias a la posibilidad que tiene el actual Gobierno de otorgar subsidios dignos, producto de una pasada disciplina fiscal”.

4. Consecuencias

Si la evaluación se centra en los efectos políticos, económicos y sociales de largo plazo, es poco probable que el post de esta crisis sea ni de lejos similar al ocurrido tras la llamada crisis de la deuda.

Entre los efectos de la recesión de 1982-3, Bernedo menciona, entre otros, “una mayor regulación al sector financiero, la ola privatizadora de empresas públicas, la consolidación del modelo exportador y el surgimiento de un movimiento opositor cada vez más organizado a fin de evitar pacíficamente la prolongación de Augusto Pinochet en el poder”.

Y si vamos solamente a las cifras económicas, sólo en PIB per cápita, dice Ffrench Davis, el país recién en 1988 recuperó lo que exhibía en 1981.

5. Recuperación y lecciones

La crisis de 1982 provocó tal daño en la economía que incluso volvió a contraerse al año siguiente y tardó cuatro años en empezar a vislumbrar ciertos niveles previos al inicio de la recesión.

“Ahora esperamos una fuerte caída del PIB este año, pero en 2021 se proyecta que la economía vuelva a crecer (…) y que la caída de este año se recupere en entre un año y medio y dos años”, prevé González.

Esta crisis además recordó lecciones aprendidas de aquella de 1982. “La importancia de haber ahorrado, de tener un Estado con finanzas razonablemente sanas y con capacidad de endeudarse para sostener una recuperación. Incluso, esa capacidad de ahorro, que hemos desarrollado forzadamente en nuestras cuentas de AFP, ha servido para paliar las aflicciones de algunos y hasta para comprar bienes de consumo”, recuerda Bernedo.

Y el historiador agrega un ingrediente más, que es el cambio de sociedad que podría traer la crisis actual, lo que no ocurrió con aquella de 38 años atrás. “Enfrentaremos cambios más estructurales, como la institucionalización del teletrabajo y en el uso de nuestro tiempo libre. Y quizás suceda algo parecido a los ‘los Locos Años 20' tras la I Guerra Mundial, cuando se produjeron cambios en las tecnologías de producción, los patrones de consumo, así como el reconocimiento de los sindicatos, el sufragio femenino, la expansión de la educación escolar y el arte de vanguardia; cambios que modelan nuestra sociedad hasta hoy”.

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