No es una organización y no tiene una estructura fija. Es una idea, un culto, un movimiento difuso con miles de grupos en las redes sociales y seguidores que hoy se expande por internet. Asociado a los grupos de ultraderecha, en ocasiones aparecen en público en manifestaciones pro apertura de la economía o de apoyo al Presidente Donald J. Trump con camisetas o carteles con una gran “Q” como imagen.

“QAnon”, como se hace llamar, es un grupo que cree en una conspiración sin mayor fundamento cuyos seguidores creen que Trump está librando una guerra secreta contra un grupo de demócratas y la “élite globalista”, personificada en personajes como George Soros y Bill Gates, que quieren derrocar al Mandatario.

Culto que ha crecido en el último tiempo hasta tener un impacto político en el mundo real. Hoy varios seguidores de QAnon se están postulando para cargos de elección popular (ver recuadro). Además, el FBI y el servicio de inteligencia de EE.UU. tienen puestos sus ojos en QAnon como un potencial grupo terrorista.

El origen del nombre nace en 2017 cuando una persona con el seudónimo “Q” lanzó la primera piedra en un foro de internet llamado 4chan. El “Anon” que lo secunda viene de “anónimo”.

Este usuario llamado “Q” dijo en esa oportunidad ser miembro del gobierno de EE.UU. con acceso a temas de seguridad y contó que la verdadera investigación de la "trama rusa” en la campaña de 2016 era en realidad una sobre las élites globales y que existía un plan secreto para arrestar políticos y estrellas de Hollywood por corrupción y abuso infantil. Para The Washington Post, esta teoría es la desviación de otra teoría de la conspiración: el “pizzagate”. En 2016, se publicó en Facebook que Hillary Clinton era falsamente una de las líderes de una red de tráfico de niños que eran violados y asesinados en ceremonias secretas en el sótano de la pizzería “Comet” en Washington.

Este episodio hizo que un hombre llegara hasta el local armado y abriera fuego con la intención de rescatar a los supuestos niños que eran abusados. Lo único que logró fue herir a inocentes.

Lo que los une principalmente es el odio al establishment político, afirma a The New York Times Joseph Uscinski, profesor de la Universidad de Miami que estudia grupos marginales. Y agrega: “Trump ganó diciendo que quería ‘drenar el pantano'. Al hacer eso, esencialmente construyó una coalición de personas con opiniones contrarias al sistema. Y son probablemente la parte más extrema de esta coalición”.

“Son como los adherentes a la tierra plana, que tienen una forma diferente de interpretar el mundo”, dice Alice Marwick de la Universidad de Carolina del Norte.

En foros, sus seguidores acusan a esta élite de ser responsables de casi todos los males por los que atraviesa el mundo. Para ellos el covid-19 es parte de un plan de “nuevo orden mundial”, “bajo falsos pretextos de salud,” con origen en “China comunista” y el objetivo de imponer la vacunación obligatoria universal para controlar la población mundial a través de microchips introducidos con ella. También hay teorías apocalípticas y esotéricas. Muchas llenas de preguntas vagas, profecías de corte religioso y antisemita.

Su alcance

Facebook e Instagram tiene más de 100 páginas, perfiles, grupos y cuentas con al menos mil seguidores cada uno. El más grande de esos grupos tiene más de 150.000 seguidores, y en general las cuentas, grupos y páginas contaban con más de 3 millones hasta fines de junio, afirma un reportaje publicado este fin de semana por el diario The Guardian.

Sin embargo, el diario agrega preocupado que desde fines de junio hasta el domingo 9 de agosto, los miembros de estos grupos habían aumentado un 34% a más de cuatro millones.

Tanto Twitter como Facebook ahora luchan por sacarlos de sus redes, pero por el momento no lo han logrado. La red social del pajarito ya sacó a unos 7 mil perfiles QAnon hasta fines de julio. Sin embargo hoy se mueven en la red social publicando bajo hashtags claves como #WWG1WGA, que significa el lema (en inglés) “a donde va uno, vamos todos”. Mientras que Facebook está modificando sus algoritmos para que no aparezcan en sus buscadores.

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Muchos partidarios de QAnon encontraron en el Partido Republicano de la era Trump un espacio. Y algunos tienen reales chances de ser electos. Una es Marjorie Taylor Greene, de Georgia. Y no tiene empacho en demostrar su afiliación a las creencias QAnon. “Q es ser patriota”, dijo la candidata. El miércoles ganó la primaria republicana y ahora se enfrentará al candidato demócrata.

No es la única. También está Lauren Boebert, quien venció al representante de Colorado, Scott Tipton, en la primaria republicana en julio. “Todo lo que he oído de Q, espero que sea real, porque solo significa que EE.UU. se está fortaleciendo y mejorando”, aseguro.

Y hay más: Mike Cargile, candidato por California, incluyó el hashtag que identifica al grupo en Twitter. Mientras que Jo Rae Perkins, candidata al Senado en Oregon, publicó en la misma red que hay una “probabilidad / posibilidad muy grande de que Q sea un grupo real de personas, inteligencia militar, que trabaja con el Presidente Trump”.

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