En su casa en Providencia, con un gran ventanal a sus espaldas donde lentamente se aprecia el atardecer, la periodista Monserrat Álvarez se ve relajada. Aunque luego admitirá su agobio en estos tiempos complejos.

“Ha sido el desafío periodístico más grande de mi carrera (dice por su rol como conductora del matinal de CHV, Contigo en la mañana). Desde el estallido social hasta ahora (con la pandemia), nunca había puesto a prueba de manera tan potente mi labor. Son cerca de cinco horas al aire y hay que estar alerta y concentrada en la conducción de un debate donde participan múltiples figuras. Es agotador. Los matinales debiéramos presentarnos en conjunto al libro de récord Guinness por los debates políticos más largos de la década”, ríe.

—Eso debe tener un costo personal.

—Me afecta lo que está pasando. Cuando llego a mi casa no es que me ponga a hacer otras cosas y me desconecte… Me bajoneo y también siento rabia al ver que los instrumentos del Estado tardan tanto en llegar... Tengo que hacer un esfuerzo sicológico para que las cosas no me afecten. Estoy cansada...

Toma un poco de su té:

—Al menos tengo pega; en ese sentido no me pierdo. Soy afortunada.

—Se contagió de Covid y estuvo varios días fuera del programa.

—Fueron 14 días encerrada en mi pieza. Pero como me sentía bien, igual fue rico. Dormí mucho. Hubo dos días en que me sentí rara, cansada, me costaba respirar. Al principio andas con terror de que van a venir los síntomas, luego la culpa de haber contagiado a alguien.

Monserrat Álvarez estudió Historia en la Universidad Católica antes de descubrir que lo suyo era el periodismo.

“Desde siempre fui muy existencial. Cuando chica era fanática de Violeta Parra; la escuchaba y me ponía a llorar porque no me quería morir. Fui atormentada. He hecho terapia toda la vida”, cuenta a pesar de que, en contrapartida, en el colegio era líder, presidente del centro de alumnos y animaba los festivales.

“Salí del colegio y no dudé en entrar a Licenciatura en Historia. Pero aunque me encantaba ir a la biblioteca Nacional a revisar archivos, una parte de mí se moría por dentro. Ahora, para desconectarme de la contingencia, más que hacer yoga o ver series, veo documentales súper profundos sobre la guerra de Vietnam, Hiroshima… Ahí está mi alma de historiadora”.

Hija de una madre filósofa, su papá murió de cáncer, cuando Monserrat tenía 39 años.

“Somos 5 hermanos. Tratamos mucho de estar juntos y porque estamos muy marcados por la ausencia de mi padre y el fallecimiento de uno de mis hermanos. Entonces siempre fuimos aclanados, habladores, unidos, íbamos a todas partes juntos. Todavía hacemos los viajes en patota y hemos llegado a ser 20 en total. Pero cuando las familias son tan marcadoras, tan rituales, hay que construir su propia identidad familiar. Para mí ha sido importante despegarme de eso y hacer las cosas a mi manera, con mi propio estilo”.

—Lo dice porque se separó hace algún tiempo.

—Hay algo de eso y a las costumbres y rituales que uno a veces cree que "tienen " que ser así por tradición. Y hay que liberarse de eso.

Televisión machista

“Crecí sabiendo quién era Simone de Beauvoir. Pero no tenía idea de qué era el machismo hasta que entré a trabajar a la televisión. Fue impactante. En la práctica profesional, a las tres mujeres nos decían que éramos enrolladas, que grabábamos mucho, que éramos lentas, y apuntaban a nuestro estilo de trabajo siempre desde la perspectiva de género. Que me dijeran: ‘ya, tranquilízate', cuando claramente no estaba alterada sino que soy apasionada… A un hombre, en cambio, por defender de esa forma sus ideas, dirían que es alguien con carácter”.

Agrega:

“Pero si hay algo que he experimentado siempre es el mansplaining: dices algo en una reunión y luego un hombre lo repite, más encima lo felicitan y se queda con tu idea. Me ha pasado tantas veces. Pensaba que estaba paranoica, que era mi imaginación… Es un alivio saber que no me pasa solo a mí y que además tiene un nombre”.

—Debe haber notado el machismo en la asignación de responsabilidades, como conducir un debate presidencial o entrevistar a un mandatario.

—Sí, un poco. Las mujeres tenemos buenas posiciones en la TV, pero la consideración es distinta hacia los hombres y mujeres en misiones especiales donde ellos son la primera opción.

—¿Son iguales los sueldos?

—Tengo la impresión de que un montón de veces he ganado menos que mi compañero de labores.

Los nuevos espacios de influencia

A fines de 2018 la comunicadora renunció a Canal 13, —donde era una de las conductoras de noticias mejor evaluadas—, y partió a CHV para conducir Contigo en la mañana, matinal de marcado sello informativo, alejado del perfil sensacionalista que caracterizaba a la anterior versión. “En eso estábamos cuando vino el estallido social. Todos los programas de la mañana debieron adaptarse”.

Hoy, la conductora está convencida de que los matinales son los nuevos espacios de debate. “Tengo claro que para un alcalde es una tribuna que le da influencia; su voz suena más fuerte, pero no me interesa que me utilicen como plataforma para ninguna candidatura”, aclara.

—¿No le parece exasperante esta rotativa del “perdón” y mea culpa con que desfila la clase política a esa hora de la mañana?

—Si esa reflexión no tenía lugar ahora, cuándo. No lo iban a hacer nunca…

Reflexiona:

—Lo que me apena es que espíritu del acuerdo del 15 de noviembre, donde cada uno de los líderes políticos que salieron en la foto renunciaron a su ego y juraron abandonar los viejos vicios de la política por el bien del país, durara tan poco. A las dos semanas se olvidaron y volvieron a su egocentrismo, preocupados de retomar su propia agenda.

Comenta:

—Con la pandemia tampoco hay un ambiente de colaboración. Entonces, si no aparecían en TV diciendo ‘Dios mío, en qué hemos estado, perdón', la situación sería aún peor.

Me da pena y rabia... La lógica del poder por el poder, el cálculo político hoy está sobre el bien común.

—¿Qué cosas concretamente la indignan?

—El retiro del 10% de los fondos previsionales, por ejemplo. Se trata de una necesidad que no partió con el 18-O sino que viene desde al menos unos ocho años; estuvo la comisión Marcel, la comisión Bravo y a la propia Presidenta Bachelet le pegaron un portazo. Pero ahora toda la clase política concuerda con que hay que hacer una reforma urgente a las AFP. Estiran y estiran el chicle hasta que la gente explota. Postergaron tanto la reforma provisional que ahora cayeron en su propia trampa.

—Son considerados un matinal “puntudo”. Han puesto en aprietos a políticos.

—Hago periodismo político desde hace muchos años; fui una de las creadoras de Estado Nacional (TVN); el debate político siempre ha sido lo mío. En el 13 estuve en “Protagonistas” junto a Coni Santa María y Carola Urrejola. Mi perfil es distinto al de otros conductores de matinal y el de Julio Cesar Rodríguez (su compañero en el programa) también. A Piñera lo he entrevistado desde antes que fuera candidato a senador, lo he visto encanecerse durante los últimos 25 años.

—Hace algunos años contó en revista Caras que no descartaba postular a alcaldesa e iniciar una carrera política.

—Sí, me parecía interesante, estaba muy motivada, me encanta la actividad, pero con este estado de cosas, ninguna posibilidad. La política está al debe; se miran a sí mismos y no son capaces de atender lo que ocurre en el país; hay ineficiencia, mediocridad. Antes me dolía el alma cuando decían que los políticos eran lo peor: hoy los entiendo.

—El periodismo también ha sido muy criticado . Carlos Peña les dedicó un dura columna a los matinales.

—Si hay algo impresionante que nos ha dejado esta cuarentena es que Carlos Peña vio un matinal (ríe).

Más seria, agrega:

—Peña fue extremadamente misógino al referirse a las mujeres; a las sonrisas “falsas” que poníamos entre nota y nota; que se notaba que nos pauteaban al oído y nos decían cuándo sonreír o estar serias. Puede no gustarle nuestra forma de hacer periodismo pero en la pandemia hemos cumplido una función social indispensable. Fue con los matinales que la gente aprendió a lavarse bien las manos para protegerse del covid.

—Sin embargo, tras el estallido se develó una fuerte indignación ciudadana con el rol de la televisión. . ¿Cómo lo maneja?

—Es muy tentador autocensurarse por miedo a qué van a decir. Basta con plantear una pregunta para que te califiquen de comunista, fascista. El nivel de beligerancia es asombroso. Antes me descolocaba, no lo podía creer, pero hoy entiendo que detrás del anonimato de una cuenta hay una persona aburrida, frustrada, que necesita desahogarse y usa la agresión como terapia. Hoy la valentía del periodista no es sólo pararse ante el poder establecido; también mantener la independencia y la honestidad intelectual a pesar de las amenazas de las redes sociales. Tener el cuero duro. Twitter puede inflarte el ego tanto como destruirlo.

El crimen de Villa Alemana

“Me partió el alma el asesinato de Ambar Cornejo”, dice por la muerte de la niña de 16 años, una noticia cubierta desde un principio y en extenso por la franja matinal. “El caso demostró que una serie de instituciones no están funcionando… Hace poco escuché un audio donde ella conversaba con su papá y en su voz se notaba que, pese a ser una niña que lo había pasado muy mal, mantenía un encanto por la vida”.

—Los matinales fueron acusados de aprovechar la tragedia para acaparar audiencia.

—En CHV hemos estado lejos del morbo, así que no me siento en absoluto interpelada por esa crítica. A diferencia de otros programas, no tenemos ninguna queja en el Consejo (CNTV), y eso es porque no hemos tratado este caso como una anécdota brutal, una muestra más del femicidio o abuso sexual, sino que hemos profundizado en las fallas sociales, institucionales y del Estado que llevaron a este desenlace tan atroz. Y de esta forma ayudar a que las cosas cambien y la muerte de Ámbar no haya sido en vano.

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