El 21 de marzo, la discoteque Blondie celebró su último evento antes de bajar la cortina y paralizar sus actividades debido a la pandemia. Fue una noche llena de David Bowies, Debbie Harrys, Morriseys, y la parafernalia ochentera de las fiestas temáticas del local ubicado en Alameda.

Esa semana, Ariel Núñez, productor general de Blondie, acababa de regresar de Londres, desde donde, dice, escapó por la amenaza del virus. “No pensaba que llegaría tan rápido a Chile. Pero sabía que cuando lo hiciera, seríamos los últimos en bajar la cortina y seremos los últimos en subirla, dadas las condiciones del local y la cantidad de gente que alberga -cerca de 2 mil personas-”, dice.

Van cinco meses, 20 fines de semana, más de 40 eventos suspendidos, y contando. Sin certezas y muchas preguntas sobre el porvenir de la industria, el panorama que deben afrontar los locales nocturnos como discoteques, bares y centros de eventos es el más difícil de su historia. “Es la crisis más grande que hemos tenido en 27 años”, dice Núñez.

Su par, el productor de Candelaria Bar –ubicado en el centro comercial Lo Castillo, en Vitacura–, Leonardo de la Cerda, agrega: “no nos queda más que tener una actitud optimista”.

Sin futuro

“No future! No future for you!”, repetía Johnny Rotten, vocalista de los Sex Pistols, en “God save the Queen”. El hit punk del 77' sonaba una que otra vez en locales como Bar Loreto, y hoy resuena como un mal augurio de estos tiempos. La desvinculación de personal y la suspensión de contratos han sido necesarios para reducir los gastos fijos y evitar la clausura.

“Estuvimos meses intentando mantener al equipo, pero no aguantamos y tuvimos que finiquitarlo completo”, cuenta Álvaro Gómez de Bar Loreto, espacio ubicado en el límite de Recoleta y el barrio Bellavista, uno de los sectores más golpeados tras el estallido social. No muy distinto ha sido para De la Cerda o Núñez, ambos con sus contratos suspendidos.

Por su parte, Gómez asume que no habrá funcionamiento durante este año, sin embargo, crítica que en el Plan Paso a Paso no haya mayor “claridad” respecto a la reactivación del sector. “No sabemos cuándo ni cómo será la reapertura y bajo qué condiciones. Si tengo que hacerlo con un límite de 50% de público -el local es para cerca de 300 personas-, el negocio no da”, analiza. “Tampoco hemos querido pedir créditos, porque no sabemos cómo podríamos ocuparlos”, añade.

Los fondos culturales ofrecidos por el ministerio respectivo, a los que postularon como centro de eventos donde la música es central en su programación -tal como en Blondie y Candelaria-, tampoco han sido solución. “No hemos tenido ninguna respuesta de admisibilidad ni nada”, lamenta Gómez. “Queremos dar la pelea, pero no tengo claro el futuro del bar de aquí a cinco meses. Lamentablemente, nos estamos preparando para lo peor”.

Sostenerse en lo digital

El calor, el baile, las risas, el júbilo, todo eso se ve en las fotografías y videos con que los locales actualizan sus perfiles de redes sociales. “Hemos apelado a la nostalgia, porque tenemos un público súper leal, que nos visita desde hace ocho años y que ve en Candelaria el lugar donde hicieron nuevos amigos, donde conocieron a sus parejas o terminaron con ellas”, dice De la Cerda.

Las plataformas digitales han servido también para producir otros contenidos. Es el caso de Blondie, que emite semanalmente un podcast y cada sábado realiza fiestas online. “Tiramos sets grabados en vivo de nuestros djs, y hacemos un Zoom para que la gente se junte virtualmente”, cuenta Ariel Núñez. Una iniciativa que pretenden profundizar, “cuando Santiago pase a una nueva fase”, grabando fiestas en vivo, sin público. La primera prueba es a fines de mes, con un ciclo de música que tendrá a bandas como Exxocet, Canal Magdalena, Adelaida y Yajaira.

Candelaria también ha desarrollado contenidos online. “Al principio hicimos hartos lives. Por ejemplo, nuestro barman enseñó cómo hacer nuestros tragos. Entre mayo y julio, hicimos unos videos que simulaban la experiencia de estar en el bar”, comenta De la Cerda. Sin embargo, asegura que “la gente ya está saturada de estar pegada al celular”, por lo que dejaron descansar ese tipo de iniciativas.

Sin noche, sin libertad

Los productores saben que la reactivación del sector –que sólo podrá ocurrir en la Etapa 5 del plan Paso a Paso– significará otros desafíos. “Creo que al principio va a haber mucho temor a salir”, dice De la Cerda. Pero apuesta a que la “ansiedad por carretear” que nota en la gente, puede más.

Ariel Núñez, en tanto, sostiene que el desafío estará en digitalizar los sistemas internos. “Hay que buscar el menor contacto posible: aprovechar los celulares para los tickets, las transacciones, ofrecer compra anticipada de consumo en la barra, etcétera. Esa es la gran tarea”, dice.

Por su parte, Gómez apunta a la necesidad de valorar y apoyar al sector. “Los locales son vistos dentro de la industria del ocio, que es un mal nombre, pero también son un espacio de libertad y esparcimiento. Que no se apoye ni valore habla muy mal de nuestra sociedad”.

Núñez coincide y reflexiona: “Muchos están solos. Entonces, salir es una válvula de escape. Espero que cuando nos reencontremos, no falte ninguno”.

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