Estamos trabajando a ciegas, realmente. No sabemos cuándo ni cómo volverá el consumo”.

En 1958 mi padre fundó la Librería León a un costado de la catedral de Santiago. Ahí trajo la novela Doctor Zhivago”.

La Librería Antártica es un ejemplo de empresa familiar “de libro”. Con altos y bajos, hoy tiene cerca de 300 trabajadores y 22 locales, con tiendas que llevan ahí desde que se fundaron, como la del Parque Arauco, que se abrió junto al mall en el año 82, o sus oficinas que se mantienen en la calle San Francisco con Alonso de Ovalle.

“No pensé mucho lo que iba a hacer: uno siempre supo que iba a trabajar con el padre (fundador de la cadena). Desde chicos íbamos al negocio. Era como imposible pensar en otra cosa”, cuenta sobre Carlos Aguirre, empresario de 70 años, hoy presidente y gerente general de Librería Antártica. Sus cuatro hermanas participan, de una u otra forma, en la firma.

Sin embargo, en todos esos años de historia familiar, de cambios en la industria, de pequeñas y grandes crisis, Aguirre no recuerda que ni él ni su padre hayan atravesado un peor momento para el negocio que el de ahora.

Ni los cambios del negocio editorial en los años 70 y 80, ni la llegada de los malls, tampoco los cambios de hábitos de los consumidores con las nuevas tecnologías. Ni el auge de las compras online y el gigantesco Amazon han sido peor que los casi cinco meses en que 21 de sus tiendas (solo una está atendiendo en el sur del país) se han mantenido cerradas.

El futuro tampoco se ve muy claro, dice Aguirre, pero, eso sí, asegura que “vamos a sostener este negocio, como familia, hasta lo último. Hasta el final. No dejaremos que se hunda”.

—¿Cómo se fundó Antártica?

—En 1958 mi padre, Hernán Aguirre, fundó la Librería León (que después cambió de nombre) a un costado de la catedral de Santiago. Ahí trajo la novela Doctor Zhivago, que fue uno de sus primeros aciertos editoriales. Trajo la Enciclopedia Monitor, la Fauna y otros coleccionable como Fascículo. Así, con varios aciertos, fuimos creciendo y cambiando, pero después de todos esos años, sigue el local ahí a un lado de la catedral.

—Después Wikipedia mató a las enciclopedias. Tantos años y tantos cambios. ¿Cómo se han adaptado para sobrevivir?

—Mi padre era bueno para adaptarse y anticiparse, tenía una gran visión. El año 82, por ejemplo, se inauguró el Parque Arauco, que fue el primer mall de su tipo, y pensamos que era muy importante estar ahí. Somos una de las pocas tiendas, quizá la única, que está exactamente en el mismo lugar en ese mall, por 38 años ya.

—¿Cómo se acercó ud. al negocio?

—Mi padre nos hacía participar. Nos llevaba a las bodegas, nos hablaba de las editoriales, de las representaciones. Trabajábamos con el personal, salíamos en los camiones. En ese tiempo no había código de barras, así que pegábamos las etiquetas, reemplazando las pesetas españolas o pesos mexicanos, por pesos chilenos. Los libros venían de esos países, antes de que empezaran a imprimirse acá.

La crisis: “Fue muy doloroso”

—¿Por qué dice que este es el momento más difícil en la historia de Antártica?¿Ha sido peor que cuando empezaron a competir con internet, con Amazon o Buscalibre, o que las anteriores crisis económicas?

—Eso no fue tan difícil. En 2017, las ventas de locales tuvieron un crecimiento sostenido, en 2018 una pequeña baja de 7%, y en 2019, bueno, por octubre y noviembre hubo otra baja.

—¿Esa caída del 2018 no será el viento en contra que significa el e-commerce?

—No creo. Creo que fue por condiciones económicas internas. La economía influye más de lo que la gente cree en el libro.

—¿Qué han hecho para sobrevivir?

—Tomamos el crédito Fogape y negociamos con los proveedores, quienes nos ayudaron y acordamos que pagaríamos todas nuestras deudas a febrero del 2021.

—¿Despidieron gente?

—Sí. Fue muy doloroso, cerca de 49 personas, de las 320 que había en la empresa.

—¿Cuánto cayeron las ventas?, ¿Cuándo cree que podrían recuperarse, considerando o el fin de las cuarentenas en algunas comunas?

—En julio tuvimos el 47% de las ventas de ese mes en 2019, y en agosto esperamos llegar a 60%. Casi todo por canal online, que ha crecido 4 o 5 veces. A pesar de la reapertura de algunas comunas, no es todo fácil, porque la mayoría de los trabajadores están en comunas con cuarentena. Hoy yo no tengo la posibilidad de, por ejemplo, hacer un presupuesto. Estamos trabajando a ciegas, realmente. No sabemos cuándo ni cómo volverá el consumo. No sabemos cuál será el comprador que recibiremos después de que esto pase.

¿Espera cambios de conducta por la pandemia?

—Puede ser. En la pandemia, la gente ha seguido leyendo más o menos lo mismo. Un 40% es literatura y libros infantiles o juveniles, mitad y mitad. Pero la experiencia de antes, en que la persona iba a la librería a buscar, a pasear, sin una idea clara de lo que iba a comprar, a ver. Todo eso, quizá cambie.

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