El doctor Enrique Paris se emociona varias veces durante esta entrevista. No es extraño en él: en más de una oportunidad se ha mostrado sensible desde que asumió la cartera, hace menos de dos meses. Además de los embates del cargo, donde debió poner paños fríos al convulsionado ambiente que le heredó su antecesor, en pleno peak de muertes y contagios, Paris ha enfrentado un duro escenario personal, tras la muerte de su padre cuando sólo llevaba dos semanas en la cartera.

“Vivo solo. No tengo esposa. Mi hijo ya tiene 45 años y es independiente, entonces la muerte de mi padre fue dura. El estaba en una residencia para el adulto mayor, cerca de Rancagua, en una casa muy bonita. Tuvo una insuficiencia cardiaca severa, con edema pulmonar. Cuando lo vi por última vez en la clínica, quedé muy impresionado; se había deteriorado rápidamente (se emociona)…

Hace una pausa y prosigue:

“Pero se recuperó, lo dieron de alta y volvió al hogar… Al día siguiente falleció…”.

“Fue un funeral solitario”, cuenta. “Por eso entiendo tanto a los familiares que han sufrido una pérdida en estos días”.

—¿Murió de coronavirus su papá?

—Se le hicieron varios exámenes pero en todos dio negativo. Aunque igual tomamos todos los cuidados del caso. Por eso no pude verlo en el hogar; tenía que respetar la restricción de ingreso a la residencia.

Agrega:

—El no se dio cuenta de que yo era ministro; no estaba muy lúcido… Algo entendió, pero me parece que no lo suficiente.

Se queda pensando.

—Me habría gustado que lo supiera, por supuesto. Además que tuvo farmacia en Puerto Montt, estaba en parte ligado a los temas de salud. No era químico farmacéutico, trabajaba en un banco, pero se casó con mi mamá que había estudiado la carrera. Era muy bueno para la talla mi papá, muy pillo, de gran sentido del humor. Era el segundo bombero más viejo de Chile; entró a la Compañía Germania a los 18 años; llevaba 71 años en la institución. Nos decía que el día que él muriera no tendríamos para qué gastar en la carroza porque lo iban a llevar en el carro de bomberos al cementerio (ríe entre lágrimas). No fue así (por la pandemia), pero los bomberos lo acompañaron durante todo el trayecto haciendo sonar las sirenas en Rancagua”.

En Puerto Montt, la ciudad de origen de la familia, también ulularon los carrobombas. “Vivíamos en Angelmó, en la calle Chorrillos, y la farmacia estaba a una cuadra; de repente íbamos a robar gomitas de menta”, cuenta el ministro.

El mayor de cuatro hermanos (dos hombres y dos mujeres), Enrique Paris era buen alumno, tranquilo, deportista y llegó a integrar un cuarteto folclórico. “Me decían el Chico Paris, aunque nunca me afectó mi estatura, eso jamás”, dice.

Hoy sus tres hermanos viven en Rancagua, todos vinculados a la mina El Teniente. “La mayor se casó con un químico, otra con un ingeniero y mi hermano con una enfermera del hospital. Por eso mis papás se fueron a vivir allá cuando se vinieron de Puerto Montt”.

Comenta:

“Yo nunca me casé. No me atreví (ríe). Ya pasó mi tiempo”.

—¿Nunca estuvo de novio?

—En el Calvo Mackenna (donde hizo su beca de residencia en pediatría), pololeé con una doctora. Luego partí a Bélgica tres años (para especializarse en cuidados intensivos pediátricos en la universidad de Lovaina). A la vuelta ella estaba muy ilusionada en continuar la relación; yo también estaba muy enamorado, pero no resultó. Ella es una muy buena pediatra, trabajaba en el Exequiel González Cortés.

—¿Nunca más se enamoró?

—Sí, de algunas colegas, pero soy de los que sale poco, la nada misma, nunca he sido bueno para las fiestas o las discotecas. Conocía muy poca gente fuera de mi familia. La medicina es una actividad que absorbe mucho. No es fácil. Es cierto que se arman muchos matrimonios entre médicos, pero no ha sido mi caso, ya no.

—Debe ser difícil llegar a su casa y saber que está solo en momentos tan duros.

—Tengo un hijo de 45 años a quien veo bien seguido. Vivimos en el mismo edificio aunque él compró el suyo primero que yo.

Añade:

—También tengo un perro. En realidad tuve dos, pero hace un par de semanas murió el más viejito, después de 16 años conmigo. Aquí lo tengo…

El ministro se pone de pie y regresa con una pequeña ánfora que exhibe frente a la cámara del computador.

“El es Koba. Lo recogimos con mi hijo de una perrera en la carretera Norte Sur. La autoridad sanitaria había fiscalizado el recinto y descubrió decenas de perritos abandonados, todos desnutridos, enfermos, con garrapatas. El seremi hizo un llamado en las noticias para que la gente fuera y los adoptara. Así que partimos con Juan Pablo y elegimos a Koba. Fue siempre un animalito muy cariñoso, nos correspondió con su amor”.

Enrique Paris habla poco de su hijo, de quien se hizo cargo cuando éste ya era prácticamente un adulto. “Nunca me dio un problema. Siempre fue un excelente alumno y cuando terminó Derecho se independizó y se fue a vivir solo al centro, cerca de su trabajo. Ahora está acá. Tiene pareja pero no se ha casado, así que no tengo nietos. Es muy culto, mucho más que yo. Amante de la música, la fotografía, la literatura. Me siento muy orgulloso de él”.

—¿Qué dice él cuando lo ve en su rol actual?

—Lee los comentarios en las redes sociales y se preocupa; le ha costado acostumbrarse.

—El mismo día que asumió, se difundió un video de un joven que hizo acusaciones en su contra.

—Fue muy duro. Me produce angustia acordarme de esto.

—¿Se querelló?

—Se hizo una denuncia, que es un poco diferente a la querella. Se interpuso a través del departamento jurídico del Minsal.

“Me preocupan países vecinos”

—¿Qué piensa en las mañanas o por las tardes cuando está solo en su casa sobre el papel que le ha tocado jugar?

—En la mañana no tanto, pero en la tarde me angustio. Empiezo a dudar y a pensar si en realidad vamos a salir adelante. Si la respuesta va a ser efectiva… Son muchas inquietudes. Al mirar las cifras está la sospecha de que podrían venir números peores. En ocupación de camas, por ejemplo, veo que en Calama están sobre el 90%, en Antofagasta o Tarapacá sobrepasaron el 91%. Entonces llamo a Arturo Zúñiga (subsecretario de redes asistenciales) y le pregunto si va a trasladar pacientes, qué vamos a hacer. Porque este virus no para, es fuerte, activo. Me preocupa la situación de nuestros vecinos en Bolivia, Perú, Argentina; hemos recibido pedidos de gente que quiere trasladar a sus pacientes a Chile. En, fin hay una actividad latinoamericana donde —y esta es una opinión personal— debiéramos actuar más a nivel continental que por separado, sobre todo pensando en la vacuna, porque hay países con mucho dinero y nosotros no somos una potencia económica. Tenemos que actuar solidariamente. Sería algo histórico.

—¿Le preocupa un aumento de los contagios en la etapa de desconfinamiento?

—Hay que ser prudentes; cuando decimos que todo va muy bien nos acusan de triunfalismo; cuando advertimos que puede venir un rebrote dicen “ah, se quieren justificar y a lo mejor pretenden evitar el plebiscito”. Cada uno trata de ver debajo del agua.

—De hecho, el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, insinuó que se quería impedir que se haga el plebiscito.

—Sí, lo leí (ríe). Es una teoría súper rara. A eso me refiero cuando digo que hay gente que ve debajo del agua. Claro, él pretende ser candidato a la presidencia por el PC; probablemente tiene otras inquietudes, por decir una palabra suave… A lo mejor cree que así puede conseguir votos y no voy a caer en su juego.

Explica:

—Todos los estudios internacionales han demostrado que una cuarentena excesivamente larga deja de cumplir su función. Es mejor actuar con la razón, no con la fuerza. Si convences a las persona de que deben andar con mascarilla, respetar la distancia, lavarse las manos, obedecer la cuarentena y el toque de queda (en esta primera etapa), logras mejores resultados que aplicando medidas de fuerza, donde al primer relajo la gente se desbanda. Por eso hicimos este plan, para ir lentamente. Debemos ser humildes y echar pie atrás si es necesario. Tener cuidado con la soberbia.

—Jadue se querelló contra Piñera, Mañalich, Daza y Zúñiga por cuasi delito de homicidio por 65 residentes de su comuna que murieron.

—La gente tiene derecho a tomar las medidas que quiera, como decía Lagos, hay que dejar que las instituciones funcionen. Pero cuando dicen que los cálculos están mal hechos, me molesta. Los que critican y creen que atacan al gobierno en el fondo atacan a los funcionarios. Por eso soy fiero cuando ponen en duda el trabajo que realizan el Deis (que entrega las cifras diarias) y todo el sistema estadístico de este ministerio a lo largo de Chile.

—¿Está preparado para afrontar responsabilidades legales como autoridad sanitaria?

—No me he puesto en ese lugar. Podría ser lógico que acusen a la autoridad si ésta no entregó la atención suficiente en el momento que se requería; pero aquí nunca ha faltado un ventilador, siempre tuvimos la posibilidad de tener camas desocupadas y se trasladaron a los pacientes a lo largo de todo Chile cada vez que ha sido necesario. Entonces, ¿vamos a culpar al médico, a la enfermera por esa muerte?

—Pero el llamado a la nueva normalidad tuvo como resultado un alza en contagios y muertes...

—Usted se refiere a señales que confundieron a la opinión pública. Bueno, creo en la Justicia y ahí se analizará en su mérito, por medio del método científico si es que la decisión efectivamente produjo un alza.

Y respecto a las cifras, argumenta:

—En Chile tenemos una de las letalidades más bajas de América Latina; la cifra de personas que mueren de Covid-19 son relativamente bajas. En el contexto mundial, de acuerdo a un estudio de The Economist, somos el quinto país del mundo con las mejores estadísticas en la materia. Desgraciadamente la salud se mezcla con la política; es un tema que vende mucho. Y ahora que estamos en período electoral, con mayor razón. Las críticas a nuestro trabajo son grito y plata.

—El presidente de Espacio Público, Diego Pardow, señaló a este diario su preocupación ante los umbrales considerados para decretar el confinamiento: una tasa de positividad del 15% cuando debería ser inferior al 10%.

—Estuve en una reunión con él y le encuentro razón. Pero si él revisa las cifras hoy, bajamos al 8% de positividad y hay regiones que están en el 3%, que de hecho son las que hemos elegido para hacer el desconfinamiento. No es pasar de cuarentena a desconfinamiento, es el penúltimo paso. Para cada paso hemos fijado criterios. Es probable que también nos pongamos más estrictos y que cambiemos. Soy llano a escuchar otras opiniones.

—Usted sale bien evaluado en las encuestas. ¿Ha pensado en una carrera política?

—De ninguna manera. No sirvo para eso. Me afectan mucho las críticas. Tampoco sé por cuánto tiempo seré ministro, depende de la confianza del Presidente… Pero una vez que esto termine, quisiera vivir fuera de Santiago. Era mi plan antes de que el Presidente me llamara.

—¿Y piensa retomarlo?

—Me gustaría poder hacerlo: es un proyecto en Ocoa, cerca del cerro la Campana. Justo había hecho una ampliación en una casa muy pequeña, de un dormitorio con un escritorio para escribir y leer. Espero poder retomarlo cuando se pueda, si es que se puede.

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