A la fecha, Suecia tiene 5.700 muertos por covid-19 y 79 mil contagiados. Una cifra que a primera mirada no generaría tanto escándalo en países donde el virus se a ensañado como es el caso de Estados Unidos o Brasil, por ejemplo. Sin embargo, debido a su cantidad de población, Suecia registra 12 veces más muertes por millón de personas que Noruega, siete veces más que Finlandia, seis veces más que Dinamarca y un 40 % más que Estados Unidos.

El peak de muertes y contagios se produjo el 15 de abril con 115 fallecidos. Para el 6 de mayo habían bajado el promedio a los 80 fallecidos diarios. Para el 1 de junio a los 40 y el 1 de julio, 16. Y tras dos días donde no se registraron fallecidos por primera vez desde el inicio de la pandemia, ayer murió una persona.

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No hubo cuarentena. El comercio y las industrias no cerraron. En plena pandemia, al hablar de Suecia no hay matices. Para algunos lo hicieron muy bien, para otros fue un completo desastre. Incluso, sus vecinos nórdicos y europeos lo llamaron un “Estado paria”: por el momento ningún país de la Unión Europea, que ya abrió sus fronteras para el turismo, recibe a viajeros suecos.

Sin embargo, según cifras del gobierno de coalición sueco (conservadores, liberales y socialdemócratas), ayer tuvieron un solo muerto por coronavirus y no hay ningún paciente ingresado en la UTI en la actualidad. ¿Lo hicieron bien? ¿Lograron la ansiada inmunidad del rebaño? ¿Salvaron su economía a cambio de una pandemia que igualmente iba a dejar muertos? ¿Fue un Estado irresponsable y pudieron evitar las muertes?

En un mundo que comienza a desconfinarse lentamente, con rebrotes y vueltas al encierro, el caso sueco, repetimos, casi único en el mundo, entrega los siguientes resultados.

“El experimento sueco”

Con 10 millones de habitantes, el gobierno sueco no quiso hacer caso a las directrices entregadas por la OMS en marzo. No hubo cuarentena. Sólo se aplicaron medidas de distanciamiento social. Así, los colegios siguieron abiertos, los gimnasios también: Restaurantes, oficinas e industrias igual. Se veían mascarillas en las calles, pero no todos las llevaban puestas. “El experimento sueco” de inmediato atrajo la mirada de un mundo que todavía busca respuestas al covid-19 (recuadro).

Y tal como el virus, las autocríticas que hubo en la propia Suecia en mayo debido a su propio plan, también comienzan a desvanecerse. El principal epidemiólogo del país, Anders Tegnell, afirmó la semana pasada a la agencia Reuters que el acelerado declive en nuevos casos críticos junto con las desaceleradas tasas de muerte indicaba que la estrategia para frenar la epidemia que habían adoptado, cuestionada en el exterior, sí estaba funcionando.

Para Tegnell, la “ralentización rápida en la propagación del virus indica muy fuertemente que Suecia había alcanzado una inmunidad relativamente extendida. La epidemia está siendo frenada ahora en una forma que creo pocos de nosotros habría creído y es otra señal de que la estrategia está funcionando. Es posible frenar los contagios rápidamente con las medidas que estamos tomando en Suecia y hemos logrado hacerlo con medidas sustancialmente menos invasivas”, afirmó.

¿Y salvaron su economía?

Esta es la gran pregunta. Que aún no termina por responderse. El banco central de Suecia espera que su economía se contraiga entre un 4,5% y un 5% este año. La tasa de desempleo aumentó a 9,2% desde el 4,1% que había en marzo. Según un estudio de la danesa Universidad de Copenhague los consumidores suecos redujeron su gasto en un 25% desde el tercer mes del año.

“El daño general a la economía sueca significa que la recuperación será prolongada, con un desempleo elevado”, aseguró Oxford Economics en un estudio publicado a principios de julio. Concluyó que “Suecia sufrió una tasa de mortalidad muy alta y no obtuvo beneficios económicos esperados”. “Literalmente no ganaron nada”, dijo por su parte Jacob F. Kirkegaard, miembro senior del Instituto Peterson de Economía Internacional de Washington, D.C. a The New York Times. “Es una herida autoinfligida, y no tienen ganancias económicas”, agregó.

La sorpresa

Sin embargo y según publicó el diario británico The Financial Times (FT) ayer, y cuando todos esperaban y se preparaban para ver las pésimas ganancias trimestrales de las compañías suecas, sorpresivamente el resultado fue otro: “Una compañía sueca tras otra ha superado las expectativas”, afirma el medio británico.

“Desde el fabricante de equipos de telecomunicaciones Ericsson hasta el fabricante de electrodomésticos Electrolux, pasando por el prestamista Handelsbanken y el fabricante de cerraduras Assa Abloy, las compañías suecas han obtenido ganancias muy superiores a lo que esperaba el mercado”, agrega el FT.

¿Qué pasó? “Mantener la sociedad abierta, las escuelas abiertas, no significó que no hayamos sido golpeados. Pero sin duda, eso ha ayudado a las empresas”, dijo al diario británico Alrik Danielson, CEO SKF, la marca sueca de rodamientos.

Además, cuenta el FT, en Suecia ha habido un número muy bajo de quiebras. Un éxito que ha dependido del enfoque que han tenido las compañías: entre aquellas con un fuerte enfoque interno les ha ido mejor, mientras los fabricantes que conforman el sector exportador han estado más expuestos a la reducción global demanda. A esto hay que sumarle que “todos el sector industrial han sido ayudado por los signos de recuperación de China y el repunte en gran parte de Europa, así como por grandes paquetes de apoyo gubernamental para mantener los empleos”.

Sin embargo siguen alertas de los rebrotes, tal como ha pasado en otros países. Pero cambiar la estrategia si es que pasa, por el momento, no está en los planes del gobierno.

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