En marzo, el empresario y expresidente de la Sofofa, Hermann Von Mühlenbrock (73 años) se fue de Santiago a su casa en el sur, cuando los casos de contagiados por covid-19 comenzaban a dispararse. La cuarentena casi lo pilla, pero dice que alcanzó a salir antes de que las cosas comenzaran a complicarse más en la capital.

Desde su casa de campo en el sector de Puchuncaví, en la que ya lleva más de 4 meses, ha seguido de cerca la contingencia nacional, con temas como el retiro de fondos de las AFP y el debate sobre el manejo de la crisis sanitaria. Eso sí, admite estar un poco desconectado del mundo político y gremial.

A la cabeza de la Sofofa estuvo dos periodos consecutivos, entre 2013 y 2017, cuando le tocó ser la cara de los industriales durante varios episodios de tensión, como la ocasión en que la Presidenta, Michelle Bachelet, no participó en la cena del gremio, ausencia que se interpretó como una señal de protesta de la mandataria ante la posición crítica de los empresarios frente a las reformas tributaria y laboral de su segundo mandato.

También hubo disputas gremiales como la reñida campaña por presidirlo en 2015, cuando compitió con el empresario Andrés Navarro (a quien ganó por amplia mayoría) y una salida un tanto amarga debido a un caso de espionaje dentro del edificio de la organización. En su último año al mando, y ad portas de un cambio de directiva en la Sofofa, se encontraron micrófonos en la oficina de Von Mühlenbrock.

Pero esos días quedaron atrás, dice el empresario. Hoy, en la gerencia general de la acerera AZA (que compró junto a los empresarios José Luis del Río y Jorge Matetic en 2018), piensa más en su segunda y última jubilación, en sus caballos, en futuros viajes, en su familia y sus siete hijos.

“Estoy más viejo. Ando con un poco más de susto a veces cuando me subo al caballo. De viejo uno se pone más timorato. Y quiero pasar más tiempo con mis hijos y nietos, pero aún no se puede”, dice.

— Habla de dejar de trabajar, de retirarse definitivamente.

—Yo fui gerente de Gerdau AZA para Latinoamérica sur, hasta 2012, y cuando me fui dije ‘no vuelvo nunca más'. Tenía planes de irme a Alemania, de viajar, de retirarme. Pero apareció esto de la Sofofa, y casi sin darme cuenta, en abril estaba como presidente. Cuando esto acabo, pensé que ahora sí, pero José Luis del Río y Jorge se interesaron por AZA y llegaron a buen puerto con la compra. Conversamos que yo fuera gerente general, de nuevo. Yo no quería trabajar más, estaba en otra. Pero bueno, lo terminé haciendo.

—¿Y por qué dice que aún no puede dejarlo?

—Hay que pasar esta situación complicada que está atravesando todo el país y todas las empresas primero, y después empezar a pensar en eso.

—Lleva varios meses fuera de Santiago. ¿Cómo se entretiene?

—Con mi mujer y una de mis hijas nos quedamos acá. Paso la mayoría del tiempo trabajando en AZA, todo por videollamada. Ha sido todo un esfuerzo bastante grande. Una cantidad de trabajo impresionante, todos los días de 8:30 a 18:00 por lo menos, con los ojos cuadrados, agotado. A veces tenemos reuniones los sábados, los festivos.

“En nuestra empresa la actividad ha caído 30 %”

—¿Cómo los ha golpeado la pandemia en AZA?

—Estamos relativamente contentos porque no hemos despedido gente ni hemos bajado remuneraciones. La actividad ha caído un 30% en la empresa, así que hemos tenido que reducir costos. Por suerte veníamos de un periodo de buenas ventas, inventarios bajos, pudimos seguir produciendo, ajustamos la producción a la demanda. Ese tipo de cosas.

—¿Y los caballos?

—Los caballos son mi gran escape del trabajo y la contingencia, la verdad. Criar caballos árabes. Tenemos unos 40 caballos. Salimos a pasear con mi señora y mi hija, una hora o una hora y media. Igual no es tanto el tiempo que le puedo dedicar. Creo que más en el futuro podría dedicarle más tiempo a eso, que me apasiona mucho.

—¿Conversa con otros empresarios?

—No tengo mucha relación ni conversa con ninguno de los dirigentes empresariales hoy en día.

—¿Se alejó?¿Por qué?

—Uno cumple un proceso. Terminé el 2017 y dije, ‘ya cumplí una etapa, me voy para la casa'. Bueno, ahí aún no tenía la gerencia general de AZA. Cuando salí, me entretuve en el campo, me dediqué a viajar. Quería descansar. Fui a Aruba, Sudáfrica, Brasil, Lima. Quería conocer Chiloé. Mi labor gremial acabó.

—¿Quedó con un sabor amargo cuando dejó el mundo gremial?

—Ese ya es otro tema. Hicimos muchas cosas que fueron buenas para el país. Eso es lo importante.

“Chile es un país de clase media que envejece”

—¿Ha seguido el tema del retiro del 10% de los fondos de los afiliados al sistema de las AFP? Ya casi parece una realidad. ¿Qué le parece?

—Me preocupa y he hecho algunas reflexiones. Chile es un país de clase media y que está envejeciendo, y este proyecto atenta absolutamente contra esa clase media y contra esa tercera edad. Creo que hacer que la gente financie con su propia plata las carencias que están teniendo ahora, que use esa plata ahora para en su vejez estar un 10% más mal, no tiene sentido. Es un mal negocio.

—¿Negocio?¿Para quién?

—Para todos. Económicamente es un mal negocio, porque si alguien saca un millón, eso está en acciones, y al sacarlo las AFP tendrán que vender y eso hará que eso mismo valga menos. El ahorro se desvaloriza. Y, además, se le regalará plata a la gente de altos ingresos, que es lo que no pagarán en impuestos. El Estado le regala plata a los más ricos. Parece una mala cosa.

—¿Qué le parece la clase política en esta discusión? Usted igual tuvo algunas discusiones similares con políticos durante su tiempo en Sofofa.

—Yo, en verdad, no sé qué tienen en la cabeza. Esperaba que hubiera gente razonable. En el senado, esperaba que hubiera gente que se tomara esto razonablemente. No entiendo muy bien esto, a menos que quizá sea una medida escondida para botar el sistema de las AFP, es decir, que haya algo más político, que es una cosa que varias personas han sugerido sobre esta propuesta del 10%.

Hay una responsabilidad también en el mundo empresarial, ¿no? ¿En no haber tomado un rol más activo desde antes que estas quejas empezaran, en pos de disminuir la desigualdad por ejemplo?

—Pero yo diría que en general las grandes empresas tienen cosas buenas y hacen cosas buenas en Chile. Tenemos de las más altas remuneraciones de la región, dan empleo, etc.

Pero parece que estos temas sociales que han dominado la agenda desde el estallido social, pillaron por sorpresa al empresariado.

—Sí, le hago esa crítica a los empresarios, de trabajar más directamente con la gente. No te voy a decir que no me pilló por sorpresa. Empezamos a creernos un país rico y ahí pusimos el foco mal. Nos quedaba mucho por hacer en labor social. Pero empezamos a hacer reformas que no ayudaron, que exacerbaron más los problemas de desigualdad, que afectaron el crecimiento.

“Hay que dejar de criticar desde la trinchera”

¿Cómo le parece que lo ha hecho el gobierno? Se ha criticado mucho su reacción frente a la crisis sanitaria.

—Siempre se pueden hacer las cosas mejor. El gobierno ha recibido muchas críticas, el presidente, los ministros, pero hay que dejar las críticas en el bolsillo en estas situaciones en vez de estar disparando desde las trincheras. Uno debería estar más dispuesto a ayudar. Fue lo que le dije al ministro Alberto Arenas (Hacienda entre 2014 y 2015). En la primera presentación de él con la Sofofa, yo no lo conocía, pero le dije, ‘ministro es un agrado, usted tiene a la Sofofa a sus órdenes, porque queremos que le vaya bien'. Siempre creo que uno tiene que aportar a un gobierno del lado que sea.

Pero usted fue crítico de la presidenta Michelle Bachelet en iniciativas de su gobierno, como la reforma tributaria.

—Lógico. Querer que a un gobierno le vaya bien no quiere decir que uno no pueda hacer críticas constructivas, diciendo las cosas de frente y opinando.

¿Es bueno que se levante la cuarentena? Como empresario, ¿qué recomienda?

—Lo principal es la vida. Las medidas creo que están bien cuando compatibilizan que haya un equilibrio entre cuarentena y apertura de actividad económica. No se puede esperar a abrir la economía hasta que no haya ningún contagio. Se puede comenzar a abrir cosas de forma inteligente, manteniendo medidas como el distanciamiento social, que no se concentren muchas personas, buses separados para los trabajadores por ejemplo. Y me parece lógico que algunos lugares se mantengan cerrados, como restoranes y cines.

—¿Cómo lo harán ustedes en AZA?

—En nuestro caso, cuando se acabe la cuarentena, algunos administrativos se quedarán en la casa y otros volverán a la planta, pero mantendremos medidas que hemos tenido estos días, como casinos y vestidores separados, controles de temperatura, exámenes policlínicos, horarios divididos. Creo que esa es la forma correcta con la que las empresas pueden volver a abrir.

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