Guillermo Solar (1948 - 2020)

Cecilia Solar está esperando que termine la cuarentena para llevar las cenizas de su padre, el médico broncopulmonar Guillermo Solar, al sitio que tiene en la iglesia de la Divina Providencia. Ahí lo aguardan los restos de Daisy, una buldog inglés que murió en 2017, a los 12 años. Cara a cara, Cecilia miró por última vez a su padre en marzo, cuando recién desembarcaba en Chile el coronavirus. Y luego volvió a verlo, a través de un vidrio en la Clínica Santa María, la tarde del 3 de junio. Guillermo estaba sedado a intubado. Ella le cantó algo de Frank Sinatra. La madrugada del 4 le avisaron que había muerto de covid.

Según un registro del Colegio Médico, ocho doctores han fallecido por la pandemia. El primero el 26 de mayo y el más reciente, el 26 de junio. Cuatro estaban trabajando cuando los atacó el microbio: se habían quedado en sus puestos pese a que eran personas de riesgo. El resto ya estaba retirado o semiretirado.

Guillermo Solar (72) está en el grupo de los primeros. Su hija recuerda que cuando ella le dijo que mejor dejara de atender, él respondió: “Decirme eso, en medio de la pandemia, es igual que comprarle a un joven la entrada para Lollapalooza y un día antes salir con que no puede ir. Esto es lo que me hace feliz. Tengo que estar”. Tenía consulta en un centro médico en Alameda y otro en avenida El Bosque. En el primero atendió a cinco pacientes que resultaron con covid y debió hacer su primera cuarentena a finales de marzo.

La madre del doctor provenía de una tradición de parteras de La Ligua y su padre era periodista. Nació en enero de 1948, pero lo fueron a inscribir al Registro Civil dos meses después. Primero estudió ingeniería en la U. Santa María, queriendo trabajar en robótica. Aprendió ruso, porque supo que en la URSS eran donde estaban más avanzados. Le dijeron que también debía saber de anatomía y por eso entró a Medicina en la U. de Chile. Pero en 1972 cambió de planes: su padre murió de una crisis de asma y decidió no ir a Rusia y convertirse en broncopulmonar. Y fue doctor del H. San Juan de Dios, donde nació Cecilia en 1977.

Ella conserva un recorte de El Mercurio de 1967, que destaca al grupo musical Folklore 4, entre ellos a su padre, de quien, dice la pieza, “es la tercera voz y ejecutante del bombo legüero, ex integrante de ‘Voces en la Sombra'. Es estudiante de la USM”. Era masón y un gozador; le gustaba la música y la buena mesa… En 1995 se “ganó” su primer infarto (tres bypass), en 2000 tuvo otro (lo sacaron con desfibrilador) y en 2013 le colocaron dos stent. Se casó tres veces y sólo tuvo una hija.

Y todos esos años su corazón resistió. Pero el 19 de mayo se sintió mal. “Lo atribuyó a la alergia. Canceló la consulta del 20 de mayo y me dije que para cancelarla se tiene que sentir bien mal. Él estaba convencido de que no tenía coronavirus. Se hizo el test el 22 y el 23 le dijeron que era positivo. El 27 lo hospitalizaron. La tos se le hacía más difícil, porque para ponerle los bypass le quebraron el esternón y eso lo habían unido después con corchetes, que tiran cuando uno tose”, dice la hija.

Guillermo aceptó intubarse y acelerar los cuidados. De otro modo, le daría un infarto. Eso fue el viernes 29 y, dice su hija, desde ahí hubo una evolución zigzagueante. Mejoraba y recaía. “El miércoles 3 me dejaron ir a verlo. Me dijeron que había que despedirse. Te cuesta creer. Pasaron dos semanas entre que estaba resfriado y ahora estaba muerto”, rememora. El día del funeral llegó a las 8 a la clínica y a las 13 horas ya estaba de vuelta en su casa tras dejarlo en el cementerio, donde lo despidieron cinco hermanos masones. “Eso fue lo más chocante, que no hay ningún rito”, dice.

El amigo de Mañalich y un doctor con una gran despedida

“Acabo de perder a un queridísimo amigo, compañero de curso (U. de Chile), debido a que no dejó de atender”, dijo el sábado 6 de junio el entonces ministro de Salud, Jaime Mañalich. El broncopulmonar Juan Carlos Carvajal (1955), también falleció en la primera línea. Su hijo Álvaro, traumatólogo, recuerda la última vez que lo vio cara a cara. “Fue el día que lo llevé a urgencia. Sabíamos que era de gravedad, porque había empezado presentar disnea unas horas antes (dificultad para respirar). Usando equipo de protección personal, bajamos en auto por avenida Eliodoro Yáñez, como tantas veces desde que yo era niño”, dice. El 28 de mayo entró a la UCI y falleció el viernes 5 de junio.

“Un tiempo quiso estudiar leyes –cuando aún vivía en Linares, en la casa de un padre mecánico y una madre dueña de casa—, porque un amigo de sus padres era abogado. Pero cuando enfermó siendo niño, un médico fue a verlo a la casa. Lo evaluó, indicó tratamiento y empezó a sentirse mejor. Para él, según propias palabras, fue algo ‘mágico' y lo hizo encantarse con este arte”, recuerda Pablo, su hijo psicólogo.

Al igual que Juan Carlos, René Sánchez (1953) tampoco aceptó alejarse del ejercicio durante la pandemia. Fue el primer doctor que falleció por covid. Tenía consultas en cuatro partes.

Su hija Paula recuerda que “le preguntamos si no le daba miedo y dijo que en el Sótero del Río la gente pide la hora muchos meses antes. ‘Si puedo atenderlos y estoy sano, cómo no voy a ir', nos dijo”. Egresado del Verbo Divino, entró a estudiar Medicina a la UC en 1970. Días después de su funeral, le hicieron una misa por Zoom y se conectaron 500 computadores. “Había más de mil personas. Nunca nos esperamos tanto reconocimiento a quien nunca quiso figurar”, culmina.

Un cuarto médico en morir en ejercicio era migrante: Patricio Morales González (61), quien desde hace 20 años ejercía en Chile, luego que el 2 de noviembre de 1999 le fuera reconocido su título obtenido en la Universidad de Guayaquil.

A los 41 años atendía en la empresa de rescate médico Help. Y al complicarse su salud —tras el contagio por Covid— ingresó a la clínica Santa María donde murió la noche del jueves 4 de junio. El sábado siguiente sus restos fueron cremados en el cinerario del Parque del Recuerdo.

René Sánchez (1953 – 2020)

Juan Carlos Carvajal

(1955 – 2020)

Renato Cabello (1943 – 2020)

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Se retiró, pero enfermó

Entre los cuatro médicos que fallecieron de covid, aunque no en su combate, se cuenta al urólogo Renato Cabello (1943). Murió el 26 de junio y dejó dos hijos también urólogos. Renato, el mayor, cuenta que su padre aún tenía consulta en Providencia, a la dejó de ir por la cuarentena. “Tenía fibrosis pulmonar y quería seguir yendo a la consulta. Cuando la pandemia se agudizó me preguntó si había llegado el momento de que él ofreciera su ayuda. Le dije que no”. El párroco de El Bosque le hizo una ceremonia en el cementerio y por streaming. Se conectaron 150 personas..

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