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“El mejor gancho comercial apela a tu liberalidad”, cantaba Jorge González en los 80 para develar una verdad indesmentible: el sexo vende. Así y todo, cuesta entender el éxito arrasador de “365 días”, película polaca protagonizada por un par de perfectos desconocidos que Netflix estrenó este mes. Lleva semanas sin salir del Top 10 de audiencia, no solo en Chile, donde alcanzó el primer lugar, sino que también en Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Portugal y hasta en la India. El entusiasmo de los espectadores contrasta con el juicio de la crítica que la ha calificado con epítetos bastante directos como “insanamente tonta”, “basura” o “infumable”.

La producción ha sido definida además como “políticamente cuestionable”. Es que la relación de poder y sumisión sexual entre un mafioso italiano que parece como sacado de un comercial de perfume y la superficial joven polaca que secuestra en su mansión –todo esto en clave soft-porno– ha sido condenada por machista, misógina y, peor aún, por romantizar el rapto. La comparación con “50 sombras de Grey” es evidente, aunque “365 días” es aún inferior. Un cóctel de sexo, clichés de cine de mafia, malas actuaciones, peores diálogos y locaciones lujosas de catálogo.

¿Cómo se explica entonces el fenómeno?

Efecto cuarentena

En Estados Unidos, el éxito avasallador de “365 Días” sirvió para comprender la inesperada conquista de audiencias de “Love” (2015), película dirigida por el cineasta argentino-francés Gaspar Noé (controversial en su momento por sus explícitas escenas de sexo) que también lidera la lista de producciones más vistas en cuarentena. La explicación corta es que el título es sugerido por el algoritmo de Netflix cuando se busca la producción polaca. Los especialistas, sin embargo, van más allá y apuntan a una tendencia global: la gente ha consumido más erotismo en medio de una pandemia poco sexy. El súbito incremento en el visionado de otras producciones del mismo tipo avala la tesis.

Según datos proporcionados por Google Trends, las búsquedas “películas eróticas en Netflix”, “365 días” y “Anna Maria Sieklucka”, protagonista del filme polaco, se multiplicaron exponencialmente durante este mes en Chile.

Las parejas que están en cuarentena juntos no tienen tanta variedad”, analiza Jane Morgan, creadora de Japi Jane. “Entonces buscan material de fantasía para condimentar el encierro y evitar la monotonía”.

“El incremento de este tipo de películas tiene que ver con el tiempo que estamos pasando como pareja”, agrega la consejera sexual Karen Figueroa. “Es muy probable que sintamos la necesidad de ampliar nuestras herramientas sexuales. No solo ha aumentado el consumo de películas y series sino que también el de la juguetería y la cosmética erótica. Estamos con más tiempo y nos percatamos de estas necesidades”.

A este fenómeno hay que agregarle, por supuesto, los efectos de las campañas millonarias de Netflix, las viralizaciones y los contagiosos desafíos de TikTok en torno a la película.

Disney para adultos

Convengamos eso sí que “365 días” no es pornografía sino que se apoya en una fórmula más eficaz. Al igual que las novelas de Danielle Steel o la saga de “50 sombras de Grey”, apela a arquetipos románticos probados en públicos masivos.

“Esto se relaciona con las enseñanzas que hemos recibido de las películas de Disney”, examina Figueroa con lucidez. “Este largometraje y '50 sombras' tratan de un señor que rescata a una mujer y la inicia en una suerte de forma distinta de sexualidad. En las películas de Disney, llega un príncipe que inicia en una relación amorosa a alguna princesa virginal. Finalmente se casan y viven para siempre felices. Esto es lo mismo. Es Disney para adultos. Está en sintonía con el modelo que nos han enseñado”.

A esta construcción cultural se suman trazos de “provocación” que, para Figueroa, tienen que ver con el caudal inconsciente de las fantasías. La humillación a la que la protagonista es sometida parece torpemente incorrecta en estos tiempos de luchas feministas. “No es que una mujer quiera que todas esas cosas se concreten”, analiza Figueroa. “Las fantasías son fantasías y no responden a la realidad. Ninguna mujer desea ser violentada ni raptada. En este caso, tiene que ver con la fantasía de tener permitida la exploración sexual pero un poco obligada. Apunta a lo prohibitivo del placer”.

Fe en las sagas literarias

Por último, no es menor el hecho de que “365 días” se base en una trilogía literaria escrita por una cosmetóloga polaca que se inspiró en “50 sombras de Grey” y en un viaje a Sicilia que reafirmó su fascinación por los hombres italianos. Blanca Lipinska escribió esos tres best-sellers entre el año 2018 y 2019. Ahora están siendo llevados a la pantalla con celeridad y la confianza de que la venta en papel es una buena prueba para el éxito audiovisual. Paradójicamente, la pandemia favoreció a la primera parte y truncó el rodaje de la segunda hasta nuevo aviso. El cóctel de mafiosos, casas de lujos, cuerpos esculturales, sexo al ritmo de canciones pop altisonantes y mal gusto entendido como elegancia tendrá que esperar para seguir conquistando el mundo.

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l “Amo a Dick” (Amazon Prime): Una mujer casada siente una atracción sexual incontrolable por un artista llamado Dick (Kevin Bacon) en esta adaptación del aclamado libro homónimo de la escritora feminista Chris Kraus. La serie pasó desapercibida en su momento.

l “Newness” (Netflix): Las relaciones abiertas y la sexualidad millennial es radiografiada en una película intimista sobre dos adolescentes que se conocen a través de una app de citas. Con Nicholas Hoult, el ex niño de “Un gran chico”.

l“Masters of Sex” (Amazon

Prime): Vale la pena volver a esta aclamada serie que explora las investigaciones de William Masters y Virginia Johnson, pioneros en el estudio de la conducta sexual humana durante la década del 60.

l“Je t'aime... moi non plus”

(MUBI): El debut en la dirección del iconoclasta Serge Gainsbourg cuenta con Jane Birkin como una mesera y Joe Dallesandro (el fetiche de Andy Warhol) en el rol de un camionero. Una extraña y sensual historia de amor que toma su nombre de la famosa canción de Gainsbourg que irritó al Vaticano en los 60. Es de 1976.

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