Colegios cerrados, estudiantes en las casas, profesores que tuvieron que adaptarse rápidamente a una nueva forma de enseñar son algunos de los efectos del covid-19 en el sistema escolar chileno.

Es que si bien Chile es uno de los países con mayor penetración de internet y si bien existen colegios que enseñan normalmente a través de la red, lo cierto es que en la gran mayoría de los casos esta tecnología no se utiliza para educar a tiempo completo. Así, a poco del inicio del año escolar, comenzaron los desafíos, pues no fue solo la suspensión de clases presenciales, sino que también la pérdida de aspectos como la socialización con los compañeros de curso y los profesores.

“Cualquier docente puede confirmar la importancia que tienen las interacciones dentro del aula, tanto alumno-alumno como profesor-alumno, así como la importancia que tiene el monitoreo constante de lo que se está enseñando y lo que los niños realmente van aprendiendo, lo que hoy cuesta mucho más, ya que a través de la pantalla es poco lo que se puede observar o escuchar”, explica Camila López, profesora de 3° básico.

Inicialmente, el cambio de modalidad fue –admite– “abrumador”, pues no solo significó capacitaciones para conocer plataformas que facilitan el contacto con los estudiantes y el uso de herramientas digitales, sino que también adecuar las metodologías de enseñanza.

“He adecuado cada una de mis metodologías de enseñanza, las herramientas y los materiales que utilizo en cada clase, para poder responder a las necesidades de todos mis alumnos. En lo que más hemos visto cambios es en el tiempo que dedicamos a la preparación de las clases y material, considerando que todo debe ser visualmente atractivo y, al mismo tiempo, adecuado al contenido que se trabaja”, añade.

En efecto, en sus clases, utiliza diversas herramientas para que sus estudiantes permanezcan atentos, entre ellas, presentaciones, juegos; en suma, señala, “actividades que sean interesantes, atractivas y también gratificantes y significativas para los alumnos”.

Asimismo, trabaja con el envío de guías que deben ser resueltas por el alumno, quienes –en su mayoría– las reenvían en busca de retroalimentación, que tiene tanto con los estudiantes como con los apoderados.

Mantener este canal de comunicación con los padres y apoderados es –a juicio de Jaime Villagrán, director comercial de Appoderado.cl, sistema de mejoramiento escolar, comunicación y educación a distancia con más de 10 años de experiencia en software de educación– clave.

“Es importante que los colegios puedan establecer canales de comunicación con sus alumnos, es decir donde profesores establezcan horarios para responder dudas a través de videoconferencia, correo electrónico, o plataformas con experiencia dedicadas a la comunicación y educación a distancia”, afirma.

Desafíos

Varios son los desafíos que esta crisis sanitaria impuso al sistema educativo nacional. Para Alejandra Arratia, directora ejecutiva de Fundación Educación 2020, el principal es saber “adaptarse para enfrentar los necesarios cambios que la pandemia implica para el sistema educativo, poder mantener el vínculo con los y las estudiantes y generar oportunidades de aprendizaje auténtico que permitan sostener trayectorias formativas pese al contexto”.

A renglón seguido, precisa que es “urgente ampliar y garantizar el acceso a internet a todos los y las estudiantes para que esto no sea otro motivo que termine profundizando las desigualdades de nuestro sistema educativo”.

Similar diagnóstico tiene Guillermo Robles, director de la Escuela Pedagogía Educación Básica de la Universidad de Las Américas (UDLA), quien apunta que “se debe velar para que todos los estudiantes tengan lo mínimo para poder llevar un proceso de aprendizaje digitalizado”.

Asimismo advierte la relevancia de entregar a los docentes las herramientas, habilidades y destrezas necesarias para generar aprendizajes a distancia, tanto a través de capacitaciones como de eliminar labores administrativas para que “se puedan enfocar en lo realmente primordial: pensar cómo genero aprendizajes y logro que mis estudiantes sean más autónomos”.

“En definitiva, tenemos la obligación de repensar las formas en que se desarrolla el proceso educativo, considerando la necesidad de generar un cambio que permita que nuestro país y el sistema educativo puedan enfrentar con mejores herramientas los nuevos desafíos”, afirma.

Es que no hay duda de que la pandemia cambiará la educación y la tecnología aparece como punto de partida.

“Aprendí a sacarle el máximo provecho a la tecnología y a innovar. Al final en educación ahí está la clave, hay que ser innovadores para poder incentivar y motivar a los chicos en el aprendizaje, hay que saber jugar las cartas que tenemos para que el proceso de enseñanza y aprendizaje sea significativo para todos”, asevera Camila López.

En la misma línea, Alejandra Arratia señala que para conectar con el interés de los estudiantes es necesario “innovar. Vincular el aprendizaje con los desafíos reales de la vida, con problemáticas que sean significativas para ellos y que permitan, al mismo tiempo, integrar distintas asignaturas”.

Pero la tecnología no solo permite despertar la motivación de los alumnos, sino que también –comenta Guillermo Robles– “puede fomentar el trabajo colaborativo, la tecnología nos permite crear comunidades de aprendizaje tanto en los estudiantes como en los docentes”.

“En este tiempo se ha comprobado lo importante que es el trabajo colaborativo entre docentes”, confirma Camila López.

Pero también es necesario avanzar hacia –sentencia Alejandra Arratia– “una educación más humana, con foco en el aprendizaje socioemocional. En esto no podemos echar pie atrás: el bienestar de los niños, niñas y jóvenes es lo primero; aprender con y desde las emociones es también parte del aprendizaje integral que requerimos para lograr una educación de calidad”.

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Una innovadora propuesta educativa es la que tiene el Colegio Virtual de Chile: ofrece una modalidad con clases totalmente en vivo, a través de videoconferencia, en horario establecido y con compañeros del mismo curso.

Esta propuesta atrajo un gran número de familias que buscaban una alternativa para sus hijos, que mantuviera la estructura y exigencia del sistema tradicional: horarios, recreos, evaluaciones, profesores en vivo y compañeros del mismo curso. Así, este establecimiento es uno de los colegios online más grandes del país, con más de 1.350 estudiantes y más de 135 colaboradores entre personal docente y administrativo.

“Nuestro funcionamiento es muy similar a un colegio tradicional: con horarios establecidos, control de asistencia, recreos, compañeros de curso, evaluaciones, disertaciones, talleres y reuniones de apoderados. Esto permite a los niños y sus familias una rápida adaptación a la educación online, y, de igual manera, facilita el futuro retorno al sistema presencial, sin que esto represente un cambio drástico”, explica Óscar Aguayo, su director y fundador.

Los estudiantes de Colegio Virtual Chile solo tienen clases en la mañana y las jornadas no exceden las cuatro horas diarias. En la tarde pueden realizar diversos talleres, incluyendo una academia de youtubers, un programa de formación empresarial para estudiantes de enseñanza media y un club de conversación en inglés con una hablante nativa de Estados Unidos.

Las clases y los talleres al ser en vivo –explica Aguayo–, permiten la interacción en tiempo real. Tanto el profesor como los estudiantes deben contar con cámara, audífonos y micrófono, principalmente porque las clases son interactivas.

Asimismo, este colegio fue el primero de Latinoamérica en impartir una modalidad bilingüe, desde prekínder a cuarto medio, lo que surge –señala Nicole Barahona, coordinadora académica central de este establecimiento–desde la convicción de que la inmersión temprana al uso cotidiano del idioma facilita su adquisición.

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