Cada cubículo tiene extracción de aire, cierre hermético,

una cama y enchufes.

La inquietud de Francisco Rojas, egresado de Administración de Empresas, por lo social viene de niño. A los nueve años su padre lo llevaba a compartir con las familias en los basurales de Antofagasta, ciudad donde pasó su infancia y juventud. “Jugaba con los niños en estos sitios vulnerables. Ahí comprendí que había una gran diferencia entre cómo vivía yo y cómo lo hacían ellos. Me rompió la burbuja. Siempre fui agradecido de lo que tenía, pero sentía que debía hacer algo más por los demás”, comenta.

Así en 2018 junto a su socio Julián Marín (ingeniero civil) creó la start up Hobe, un emprendimiento 100% chileno pionero a nivel mundial que le brinda techo a quienes no tienen un hogar: “Ideamos habitáculos o refugios para personas en situación de calle o para cualquier tipo de emergencias”, dice.

Los contenedores cuentan con luz y calefacción regulable. Y cada cubículo o cabina (que mide 2,30 por 1,5 metros) tiene extracción de aire, cierre hermético, una cama y enchufes. “Cada cabina puede ser utilizada por una pareja o en forma individual”, cuenta.

Ante la pandemia, estos emprendedores desarrollaron en 48 horas dos diseños de contenedores. Uno para pacientes asintomáticos y otro para funcionarios de la salud. El primer contenedor permite tratar a once pacientes, ya que cuenta con once cubículos. “Son espacios de bajo costo que se pueden instalar en 24 horas y se construyen en diez días. Tiene además una sala de reuniones y dos baños para los funcionarios de la salud”, detalla.

Y esta semana -con el apoyo de Rosen, Kendale InflaChile- donaron el primer contenedor de “Descanso” al Hospital Sótero del Río, dirigido especialmente al personal de salud. “Con 15 metros cuadrados puede recibir a diez funcionarios en espacios individuales y herméticos para evitar el contagio cruzado. Es un espacio climatizado que permite el descanso tanto de hombres como mujeres que trabajan en el hospital de campaña anexo a este recinto hospitalario”, dice.

-¿Se ven ya signos del síndrome de burn out (quemarse por el trabajo) en personal de salud?

-Claro, es un problema a nivel nacional mayúsculo y poco tratado. Este personal necesita estar sano y para eso es vital el descanso. En el combate del coronavirus los funcionarios de la salud duermen en sofás y comparten camas hasta entre cuatro personas. No solo no descansan bien, tienen una alta posibilidad de contagio.

“Les devolvimos su dignidad”

El primer refugio que hicieron (en 2019) fue para 18 personas. Junto con la Municipalidad de Las Condes la instalaron en la esquina de Paul Harris y Santa Zita: “Albergó a 102 personas y fue tal su respuesta favorable, que se montó por segundo año en el mismo lugar”, dice.

El otro refugio (dos contenedores para diez personas cada uno) lo instalaron el mes pasado al costado de la piscina municipal de Limache. “Ambos refugios han entregado más de siete mil noches a quienes duermen en la calle”, cuenta.

La gran gracia de los contenedores son transportables: “Se suben a un camión y se instalan en su lugar de destino. Se pueden ubicar en cualquier tipo de terreno, incluso sobre la superficie de un buque”, comenta.

-Según el Hogar de Cristo más de 15 mil personas viven en situación de calle.

-Y en promedio 30 mueren por frío anualmente. La gente en situación de calle duerme en marcos de puertas, en el metro, en la micro o sentados en un hospital. Sufren asaltos, golpizas e incluso violaciones. Muchos de los beneficiados con estos habitáculos disminuyeron su cantidad de consumo de alcohol y drogas. Les devolvimos su dignidad con espacios individualizados y personales. Ellos son los más desprotegidos y viven en la extrema pobreza. Aquí tienen camas con sábanas limpias, al otro día se pueden levantar, tomar una ducha y usar un baño. Además, se les da desayuno y cena. Un techo les levanta la autoestima.

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