El 28 de noviembre de 1956, Marlene Ahrens Ostertag batió, en dos ocasiones, el récord nacional y sudamericano del lanzamiento de la jabalina. Lanzó 50,38 metros en los Juegos Olímpicos de Melbourne, Australia, donde ganó la única medalla olímpica femenina que tiene Chile.

Tenía condiciones excepcionales. Con 23 años, casada y madre de una niña, había llevado la bandera chilena en el desfile inaugural. Y con 14 meses de entrenamiento clasificó a Melbourne. Nadie podía creerlo. Le había ganado a las jabalinistas soviéticas una madre y dueña de casa, poco dedicada a lo deportivo.

Marlene Ahrens falleció ayer, a los 86 años, producto de una insuficiencia cardíaca. Viuda del empresario Jorge Ebensperger Grassau, madre de dos hijos, Roberto y Karin, tenía 5 nietos y 6 bisnietos.

El atletismo lo descubrió tardíamente. Fue su entonces novio, Jorge, quien la convenció tras ver sus extraordinarias condiciones al lanzar piedras al río Aconcagua, en el campo de su padre Germán, cerca de San Felipe.

“En esos años para las mujeres era muy difícil. Ella fue una pionera, de esas mujeres que abren camino y aprietan una tecla distinta”, cuenta Soledad Bacarreza, quien apenas contenía las lágrimas esta mañana. Juntas estuvieron muchas veces, en lo deportivo y en el spa en Vitacura donde se encontraban siempre. “Ella era un encanto, pura dulzura, por eso era tan querida. Me contaba que en el campo entrenaba clavando los paltos y siempre la retaban”, recuerda.

También llegó a los Juegos de Roma 1960, cuando ya había nacido Roberto, su segundo hijo. Desgraciadamente, habría sufrido la pérdida de su tercer embarazo, poco antes. Si bien no consiguió medalla, fue la mejor atleta chilena. Por su prestancia y elegancia, los periodistas italianos la nombraron “Le Signore Delle Olimpiadi”.

En el Sudamericano Cali, Colombia, 1963, ganó medalla de oro. Pero su padre había muerto un día antes. Su marido le comunicó la noticia y le ofreció preparar su regreso. Ella se quiso quedar y volver con una medalla. En la loza del aeropuerto de Cerrillos la esperaba el Presidente Arturo Alessandri, su marido y a sus dos hijos.

“Siempre la única mujer. Equitadora y tenista. Era una superdotada para el deporte. Una vez me contó que se había peleado con todos los dirigentes. Ella era muy guapa, había varios gatos rondándola, y ella decidió salir de ese ambiente”, añade Bacarreza.

Sucedió que Marlene debería haber representado a Chile en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964. Estaba en su mejor momento, pero había hecho declaraciones a la prensa criticando a algunos dirigentes. No aceptó la orden de no hablar del tema públicamente y la Federación Atlética la castigó un año. Como protesta, Marlene lanzó en Chile el mismo día que debería haber competido en Tokio, y demostró que habían perdido una gran oportunidad. Después de eso, nunca más quiso competir”.

“Es importante señalar el antes y el después de Marlene”

Marlene nació el 27 de Julio de 1933 en Concepción. Su padre, Germán Ahrens, llegó en 1920 a Chile desde Hamburgo, Alemania, a cargo del Banco Internacional. Acá conoció a Gertrudis Catalina Ostertag, con quien se casó. Marlene entró al Colegio Alemán Deutsche Schule en Santiago.

Después de sus innumerables triunfos en el atletismo, volvió a la equitación, donde brilló hasta pasado los 60 años. Integró la delegación de Chile de equitación en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata, Argentina, en 1995.

Su padre fue dueño de Iturbide, caballo que ganó el Derby en 1932. Y fue de los primeros socios del Club Hípico que formaron el Club de Polo y Equitación San Cristóbal que se inauguró en 1947.

“Ella nació entre caballos y montó hasta los 82 años en el Club de Polo. La equitación fue su pasión siempre. Tanto así que cuando mi hermano y yo nacimos nos regalaron una montura”, contó a El Mercurio Karen Ebensperger en mayo pasado.

También fue una extraordinaria tenista categoría escalafón, campeona de Chile en dobles mixtos y vicecampeona nacional en singles damas.

“Es importante señalar el antes y el después de la Marlene con respecto a las mujeres que salieron a hacer deporte y de alto rendimiento. Hoy tú ves que la mitad de los deportistas son mujeres y nadie dice nada porque se equiparó la cancha. Hoy la mujer disputa, o está al mismo nivel, en términos de alto rendimiento que los hombres y ya no hay barreras que le impidan nada. Hasta las ‘barreras' de la maternidad se han vencido. Como lo hizo Marlene”, explica Miguel Ángel Mujica, presidente del Comité Olímpico de Chile (COCh). “Ella siempre estuvo con nosotros tanto en el Comité Olímpico como en el Panathlon. Hasta hace 5 o 6 años se paseaba por Chile transmitiendo todas sus ganas enormes de poder aportar en el mundo del deporte con su palabra. Ella siempre decía que su vida y estado de salud se lo debía al deporte. Es una pena muy grande”.

“Yo era una ignorante deportivamente”

En La Segunda en 2004, Marlene Arhens declaró: “El atletismo en mis inicios sólo fue un pasatiempo. Descubrí que tenía capacidades innatas gracias a mi familia, que siempre me apoyó y pude obtener muchos logros. Yo era una ignorante deportivamente. Un día, en una competencia familiar me puse a competir junto a los hombres en el lanzamiento de la pelotita y logré ganarles a muchos. Motivada por mi marido, estuve en un campeonato de novicios en Santiago. Esa fue la tercera o cuarta vez que lanzaba la jabalina. En ese certamen, logré quedarme con la primera posición con una marca que era equivalente al quinto lugar obtenido meses antes por una atleta en los Panamericanos. Ahí comenzó mi carrera”.

Francisca Crovetto, presidenta de la Agrupación de deportistas de alto rendimiento de Chile declaraba que su ambición era ser la segunda medallista olímpica, después de Marlene. “Ella fue una persona muy cercana a todos nosotros hasta 2014, 2015, cuando hizo una de sus últimas apariciones formales. Siempre fue una mujer con mucho carisma, de una gran sencillez y humildad, que transmitía un mensaje de esperanza y superación, de que sí se podían cumplir los sueños. Incluso en momentos tan complejos, con tantas cosas en contra como le tocó a ella en los años 50. Siempre la recordaremos como una mujer y un ser humano inspirador”.

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