Al otro lado de la pantalla la historiadora Emma de Ramón se ve agotada. Las emociones de los últimos días, tras protagonizar un avance decisivo para las familias homoparentales en Chile, sumado a las exigencias de la cuarentena, se reflejan en un tono de voz exhausto pero feliz.

“Soy la ‘esclava cocinera' de esta casa. De almuerzo preparé garbanzos con arroz. Attilio con Gigi se los devoraron. Reconozco que soy una muy buena cocinera”, señala sobre sus tareas en estos días de confinamiento, a lo que se suma su rol como directora del Archivo Nacional. “Parece una pega muy relajada pero está lejos de serlo, sobre todo a la distancia”, comenta.

Attilio José es el hijo de dos años y nueve meses que Emma de Ramón tiene junto a la cientista política Gigliola Di Giammarino, madre biológica del niño. Decidieron ser mamás cuando iniciaron la relación. Emma estuvo presente en cada paso, en cada cita con el doctor (en un proceso de fertilización asistida), hasta que el niño nació el 28 de septiembre de 2017. Sin embargo, a la hora de inscribirlo en Registro Civil no se consignaron ambos apellidos maternos, sólo el de Gigliola. “Eso no sólo dejaba a Attilio indefenso legalmente, en una segunda categoría respecto de los hijos de parejas heterosexuales”, explica.

La pasada semana, por primera vez una jueza de familia acogió una demanda de reclamación de filiación. El fallo establece que el niño tiene legalmente dos madres, ambas responsables legalmente, y se instruyó que el Registro Civil incorpore a De Ramón en la partida de nacimiento.

Una estrategia liderada por el abogado de la Fundación Iguales Juan Enrique Pi, quien apostó por la reclamación de filiación como un camino inexplorado; de tener éxito le permitiría sentar un precedente en la lucha de las familias homoparentales tras años de adversidades.

“Es increíble, pero si bien a un hombre le basta con ir al Registro Civil y decir que es el padre, incluso sin consentimiento de la madre, yo tuve que demostrar mediante testigos que soy la mamá de Attilio José y que estuve ahí desde su concepción. Por lo mismo legalmente debía constituirme en responsable de esta criatura, con todas las garantías legales, como derecho a herencia, pensión alimenticia y la tuición, llegado el caso. Aspectos que se dan por descontados entre los matrimonios heterosexuales pero que no es igual para los hijos de parejas del mismo sexo, que quedan desprotegidos, sin derechos filiales”, describe la doctora en Historia dando cuenta de la relevancia de este paso. “¿Acaso en Chile puede tener hijos de primera y segunda categoría?”.

El estigma

En 2003, De Ramón dio otra pelea junto a su ex pareja, la jueza Karen Atala Riffo, en la demanda contra el Estado chileno ante la Corte Interamericana de DDHH por discriminación. Esto, luego de que la Corte Suprema le negara la tuición de sus tres hijas por convivir con una persona de su mismo sexo.

En ese tiempo Emma descubrió varias cosas: “Nunca debes darte por vencida ni quedarte de brazos cruzados cuando te nieguen algo que te parece justo. También me di cuenta que me agradaba la idea de ser mamá. Pero no me atrevía ni a pensarlo. Junto con aceptar abiertamente mi homosexualidad (pasados los 28 años) inmediatamente desterré esa posibilidad. ‘Las lesbianas no somos madres —pensaba—. Cómo vamos a serlo si somos una especie de monstruos ambulantes...'. Cuando la sociedad te rechaza tan fuertemente tú misma te estigmatizas; ves en ti la encarnación de un ser aberrante, ¿y cómo alguien así puede dar vida a un niño, criarlo, convertirlo en un buen ser humano?”.

—¿Cuándo se dio cuenta de que estaba equivocada?

—Me di cuenta de que me gustaban los niños con las hijas de Karen; jugábamos mucho. Cuando la más chica se caía, me encantaba tomarla en brazos y darle besitos. Hasta hoy la relación que las tres tienen conmigo es muy linda porque fui de esas mamás gordas, que te abrazan, calientitas. Descubrí recién después de los 40 años que me gustaba ese ser materno que había en mí. Hasta que un día me pregunté: ¿por qué no ser mamá? ¿cuál es el problema?

—¿En qué momento fue?

—Cuando comencé mi relación con Gigi; para ella era muy importante ser mamá, y para mí también. Ahí dije: ¿Por qué no? Y ha sido una experiencia maravillosa, tal vez la más feliz de mi vida el traer a un ser humano al mundo desde el mismo instante de su concepción, cuando fue implantado en el útero, y luego recibir a nuestro hijo en el parto y estar hasta el día de hoy con él.

Los abuelos

Emma es la hija mayor del Premio Nacional de Historia José Armando de Ramón Folch (2004), con quien tuvo una estrecha relación. Su madre, Emma Acevedo (2017), fue bibliotecaria y su cómplice hasta poco antes de nacer Attilio.

Mis padres murieron. Pero los de Gigi están vivos y para ellos ha sido impresionante tener a su nieto. Mi suegro es inmigrante italiano. Llegó a Chile a mediados de los '50; es un hombre sencillo, y el tema de la homosexualidad, que ha vivido con dos de sus hijos, ha sido muy difícil. Pero con Attilio he visto como ha ido enamorándose de él, cuánto ha llegado a quererlo, ver que tiene su mismo nombre. ¡Hasta se parecen!”.

Se emociona:

—El otro día, cuando se supo la noticia (del fallo), el viejito me llamó para agradecerme por lo que había hecho por su familia... Fue impactante, porque nos queremos mucho pero esta era la primera vez que me decía lo feliz que estaba.

Reflexiona:

—Don Attilio tiene 91 años, nació en un mundo donde la homosexualidad era algo horrible, un escándalo. El mismo mundo en el que creció mi padre. Pero por amor a sus hijos fueron cambiando su forma de pensar. Hay muchos viejos que, sin nada de información, de puro cariño y amor cambiaron su forma de ver las cosas.

—¿Ha pensado en su papá por estos días?

—Ambos están muy presentes. Él, hacia el final de su vida creía plenamente en que los homosexuales debíamos incorporarnos a la vida civil, con plenitud de derechos. Me decía: “Emmita, tus parientes fundaron este país, no te mueras sin tener los mismos derechos que hemos tenido todos desde siempre”. Y no es que le esté haciendo caso, pero es por dignidad que hemos estado peleando. No porque te hayan dicho que no un montón de veces vas a quedarte de brazos cruzados. Entonces he sentido a mi papá presente, pero sobre todo a mi mamá, que habría sido tan feliz de conocer a Attilio pero que murió meses antes de que naciera. La echo tanto de menos, todos los días me acuerdo de ella. Porque éramos compinches. Tuvimos una relación difícil cuando jóvenes, pero de viejas nos hicimos íntimas; durante los últimos 15 años nos veíamos todos los días. Ella era mi súper fan, un tremendo apoyo, entonces cuando lo paso mal o las cosas no me resultan digo: ¡qué ganas de que estuviera mi mamá para ir a tomarme un tecito o una copita de vino con ella! Siempre sabía sacarle el lado bueno a las cosas. Y para celebrar, ni te digo lo gozadora. Emma la grande, le decían. Yo soy Emma, la cuarta.

—¿Ha pensado tener más hijos?

—Lo hemos conversado con Gigi pero ya no estoy en edad. Tengo 60 años. Cuando Attilio cumpla 22, estaré en los 82. Tener otro hijo ahora es difícil.

El activismo

—Le ha tocado participar de dos triunfos históricos, ¿qué cambios destaca?

— Soy activista de larga data. Viví en carne propia cuando Karen Atala salió del closet; el embate conservador fue tremendo, decían de ella cosas atroces, “esas pobres niñas sufriendo en manos de esta madre lesbiana”. Los insultos, las risas, eran pan de cada día, así como el descrédito en los medios al que se le sometió por el simple hecho de ser lesbiana. Fue muy duro. Ahora con Gigi partimos de otro piso. Nadie nos ha insultado, al contrario, hemos recibido un apoyo transversal en cuanto a nuestra demanda. Incluso en Twitter. Sólo metieron ruido un par de personas influyentes, como Hernán Corral (abogado, quien en una columna difundida en El Mercurio, dijo que “los grupos del activismo gay, al no conseguir las mayorías parlamentarias, han tratado de instrumentalizar a los jueces”), pero se les están terminando los argumentos; ya no se sostienen los discursos anticuados que recuerdan a lo que vivimos en los '70. Hoy la gente joven está convencida de que la identidad de género no es tema y que cada uno puede vivir su vida como le dé la gana.

—¿Qué sucederá cuando el Registro Civil inscriba su nombre como la mamá de Attilio?

—La situación se solucionará para nosotras como familia, pero permanecerá el vacío para el resto de las familias homoparentales, que son miles. Nuestros abogados ya tienen solicitudes de otras parejas que pretenden seguir nuestros pasos. Hoy son muchos quienes luchan por el derecho a la paternidad. Nuestro triunfo abrirá un gran caudal de casos. Pero comprenderás que no vamos a tapizar los juzgados de Familia con reclamos de filiación, ¡sería absurdo! Lo lógico sería que el Congreso se ponga las pilas y apruebe el matrimonio igualitario. O que en ley de filiación se permita el reconocimiento de hijos de parejas del mismo sexo, incluida la adopción. La situación actual es tan aberrante que conozco parejas que han roto su Acuerdo de Unión Civil para recuperar el estado civil de soltería y así optar a la adopción; una vez que lo lograron vuelven a firmar el AUC ¿puedes creerlo?

—Algunos abogados criticaron la estrategia comparando la demanda de reclamación de filiación con las nulidades matrimoniales utilizadas cuando aún no había divorcio.

—Es absurdo. Todo el mundo sabe que las nulidades eran sobre la base de mentiras, pero nosotras jamás hemos inventado nada, siempre hemos dicho la verdad, ni siquiera hemos falseado una fecha. Hicimos una inseminación in vitro, en una clínica, y el mismo doctor testificó y reconoció que él hizo el procedimiento. Yo estuve ahí desde el primer minuto, siempre fui la madre de Attilio y eso fue lo que se demostró. Es todo absolutamente cierto y además se aplicó en derecho; la ley de Unión Civil dice que ante cualquier dificultad se debe acudir al Juzgado de Familia y eso hicimos porque efectivamente era un problema. Todo en beneficio de Attilio.

—¿Cómo ve el futuro de su hijo?

—Quiero que sea un niño equilibrado, feliz y seguro de sí, que sepa que lo quieren, que su voz es escuchada, que tiene amor y un lugar en el mundo. Todo lo demás para nosotras es accesorio.

LEER MÁS