Le pedimos a su médico que la fuera a revisar.

La encontró dopada y desorientada”.

Marcela Montt,hija de Jobita Badal.

Dos meses y 11 días van desde que el 2 de abril se instauró una cuarentena obligatoria en todas las residencias para adultos mayores. Solo se aceptan llamadas y a la preocupación por no poder visitar a uno de los suyos, algunas familias suman denuncias por falta de cuidados a la hora de evitar contagios por coronavirus.

Los centros públicos y subvencionados son los que reciben más fiscalizaciones de las seremis regionales de Salud, el Senama y municipios. Pero los privados (Eleam) solo son objeto de supervigilancias por parte de las seremis. Y esta última, desde que llegó el covid, ha realizado 101 visitas a centros privados de Providencia, Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea, La Reina y Ñuñoa, levantando 53 sumarios, según los cuales las faltas más comunes son las infracciones al protocolo de prevención y aislamiento por covid e “irregularidades que afectan directamente al cuidado de las personas mayores sospechosas y confirmadas, como del personal que labora en el establecimiento”.

Debido al “secreto de sumario” no se informó específicamente qué residencias cometieron determinadas faltas, pero también se cuentan ausencias de director técnico (médico o enfermero) y falta de capacitación y supervisión en uso de elementos de protección.

El caso de Jovita

Uno de los casos denunciados afecta a la madre de Marcela Montt, Jobita Badal (79), residente del Senior Suite de Sebastián Elcano. Ente el 17 y el 18 de mayo una mujer que vivía justo frente a ella fue diagnosticada con covid. “Pedí rápido un PCR, pero tuve que insistir para que se lo hicieran”, dice. Se lo tomaron el 25 de mayo, y los resultados estuvieron el 29. “Como salió positivo, la enviaron a una pieza del séptimo piso, donde estaban concentrando a los contagiados. No veía a nadie, sólo le llevaban los remedios y la comida. Quedó en una nueva pieza donde ya no recibía sol. El 1 de junio con mis hermanas hablamos con ella por teléfono: mi mamá no sabía si era de día o de noche, lloraba, se escuchaba con la lengua traposa”, añade.

“Le pedimos a su médico que la fuera a revisar. La encontró dopada y desorientada”. Al doctor –asegura- le informaron que le habían subido al doble la dosis de quetiapina (estabilizante del ánimo) y como familiares luego recibieron un mail de una enfermera, explicando que su madre “se encuentra muy ansiosa, no le gusta quedarse en su pieza ni usar la mascarilla” y que ante ello es que el doctor del recinto autorizó el alza de la dosis. “Nadie me consultó, nadie me llamó para decirme que ella no estaba cumpliendo las instrucciones”, se queja. El sábado 6 de junio sacó a su madre del lugar.

En una respuesta por escrito, la empresa “desmiente y rechaza categóricamente la denuncia expuesta, que resulta del todo falsa. Cada residente cuenta con un médico personal y autorizado por la familia, que prescribe medicamentos y tratamientos, informando de esto siempre al contratante y/o apoderado”. Sin embargo, el mismo doctor que recetó el aumento de dosis, Francisco Lavanchy dice que “el protocolo en la residencia es aislamiento (pero) esta paciente no estaba cumpliendo… En cualquier hospital, si cada vez que un médico tiene que tomar una decisión clínica tiene que estar ubicando a los parientes para preguntarles si ellos están de acuerdo, la situación se transforma en inmanejable (…) Los parientes depositan la confianza en el lugar donde está la persona (...) Se le dio una vez la dosis y eso no trae ninguna consecuencia del otro mundo”.

Brote con 17 muertes

Según la seremi, la tasa de contagios al 3 de junio en el sector oriente era 12% en residentes y 8% en funcionarios. Un caso paradigmático es el de Villa Soleares de Las Condes, donde 17 ancianos murieron con covid en mayo, de una población de 101 personas al comienzo del brote.

La seremi ha ido semanalmente a fiscalizar, encontrando problemas en procesos de prevención y pasando multas de entre 20 y 50 UTM, canceladas de inmediato. Se ha constatado falta de elementos de protección personal y desconocimiento del correcto aislamiento por parte de los trabajadores: dormían todos en una pieza, almorzaban todos juntos con los equipos de protección personal puestos.

Sin embargo, la nieta de una mujer de 90 años que está en la sede de Estoril -pidió reserva de su nombre- ve que “las cuidadoras son cariñosas y comprometidas (…) Desde marzo dejamos de ir, porque pusieron restricciones y nadie más pudo entrar. A las cuidadoras con covid las llevaron a residencias sanitarias al tiro. El personal hace turnos de 15 días para evitar el ir y venir a sus casas, cuando cambia el turno los mandan a sus casas en autos privados y cuando llegan todo lo que traen se sanitiza. Todo lo que se les lleva se tiene que dejar afuera. Claro, hubo un brote, pero el punto es cómo se manejó ese brote, y yo creo que lo han hecho bien. Allá hay adultos mayores de alto riesgo, gente que está desde hace mucho tiempo conectada a oxígeno y que hasta ahora están bien. A los viejitos les hacen los PCR y permanecen aislados en sus piezas. Se nos informa por comunicado vía mail de la situación general del recinto”. De acuerdo a esas comunicaciones, en Villa Soleares al viernes se encontrarían seis casos de covid activos. En el mes de mayo acumularon en total 50 contagios a residentes. Y en el período lamentaron otras 10 muertes con covid negativo.

En una de las entidades relacionadas con el tema se informa que “la mayoría de los Eleam de la zona no cumple con algo”. Pero las posibilidades de intervenir totalmente cualquier recinto están muy lejos de hacerse realidad, al menos durante la pandemia: “¿Dónde metes tantos abuelitos? Es imposible”, dice uno de los contactados.

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