“Hasta David Bisbal le hizo un like a mi video”, dice Álvaro Vallejo. Ahora ríe, ya en casa después de 16 días hospitalizado en la Clínica Las Condes víctima del covid-19.

Cuando sintió que sus fuerzas se desplomaban, decidió grabar su testimonio, con una evidente dificultad respiratoria, para concientizar a la gente y superó el millón de visualizaciones en redes sociales. Cuando habló para “Bienvenidos”, de Canal 13, volvió a ser replicado.

Con 50 años, tres hijos, es dueño de Transytec, una pyme de servicios logísticos para el delivery de productos bancarios y portales de e-commerce. Hizo artes marciales 30 años, tuvo una escuela de taekwondo y llegaba a entrenar 5 o 6 horas diarias. No fuma y no bebe alcohol. “Nunca tuve un vicio, ni por religión ni por creencia alguna. Por elección propia no más”, cuenta.

Pero todavía hace pausas para hablar, porque a ratos respira entrecortado.

Todo comenzó el fin de semana del 1 de mayo, un día en el que amaneció con mucho frío y fiebre. “Comencé con tercianas, me sentía muy muy mal. No tenía apetito y sentía mucho asco”.

El lunes lo vio un médico en la casa y lo mandó a hacerse el examen ese mismo día a la clínica. “Me dio positivo al día siguiente. Ese impacto es muy fuerte, porque la incertidumbre es tremenda. O sea, estaba fuera de mis libros el que yo podría llegar a estar 26 días enfermo y 16 de ellos hospitalizado. Estuve con fiebre todos esos días en mi casa”.

—¿Por qué náuseas? ¿nunca perdiste el gusto y el olfato?

—Paradójicamente, nunca perdí ni el gusto ni el olfato. Yo sentía todo. El covid-19, aunque tiene patrones comunes, tiene un comportamiento caso a caso. Mi hijo Gabriel (18) estuvo tres días con fiebre y sí perdió el olfato. Hizo cuarentena y ahora está impecable.

“Tuve mucho miedo”

Desde la clínica lo monitoreaban a diario por teléfono. Su hija Josefa (17) comenzó con un malestar en el cuerpo. Su mujer, Consuelo, “como avión, en algún momento perdió un poco el olfato y sería”, relata Alvaro.

Una semana después le apareció un dolor de espaldas como si fuera una contractura. “Me mandaron ambulancia de rescate y llegué con una neumonía pulmonar multifocal en ambos pulmones”.

Lo internaron inmediatamente. “En la clínica llegué a saturar 81 (la medida de oxígeno en la sangre), lo que es muy bajo. El doctor Jorge Dreyse me explicó que el covid genera una flema, una mucosa muy pegante, entonces cuando inflas el pulmón llegas hasta donde puedes, y cuando botas, el pulmón se empieza a pegar de nuevo. El ritmo respiratorio lo pierdes. El doctor es de una calidad humana y profesional destacable, todo el equipo, tengo que decirlo, porque la empatía y ese acompañamiento para mí fue muy importante”.

—Entonces hiciste el primer video.

—Sentí la necesidad de contar mi testimonio porque nuestro comportamiento social ha sido muy insolente, hay gente que ha sido muy arrogante. Hay quienes ven montajes políticos detrás de esto. La gente no sabe a quién creerle.

—¿Ahí sentiste que ya ibas de salida?

—Nooo… Yo en la clínica tuve mucho mucho miedo. Sentí que me estaba apagando, porque no podía respirar. Me cambiaron un tratamiento de corticoide y empeoré. Iba un paso para adelante y dos para atrás. No se veía una tendencia de mejora y eso es muy angustiante. Es muy solitario, los protocolos de seguridad son súper exigentes. Las enfermeras demuestran un compromiso muy grande, pero vi en sus ojos mucho miedo también. Porque ellos tienen una familia detrás. Muchas veces fui a buscar la comida a la puerta para mitigar el riesgo para ellos. Entraban a hacerme exámenes todo el tiempo con un traje que se tienen que botar antes de salir cada vez. Y lavarse en un lavatorio especial para ellos. Eso 40 o 60 veces en el día. Impacta.

—¿Cuál fue el momento más crítico en la clínica?

—Cuando cambiamos la forma de administración del medicamento, me compliqué mucho. En la noche me tuvieron que hacer un segundo scanner y si antes me saturaban con 1 y medio a 3 litros, esa noche me suministraron 12 litros de oxígeno. Me iba al ventilador, estuve a cinco minutos de colapsar. Fue la peor noche de mi vida. Le pedí al doctor que me dejara intentar luchar solo, porque no quería que me trasladaran, tenía mucho miedo.

—¿Qué pensaste en ese momento?

—Claro que pensé en la muerte. Es tan mal lo que te sientes. Yo, conociendo mi capacidad respiratoria, no tenía control sobre mí. Quieres respirar y no entra más aire. Te bloqueas. Muchas noches pasó mi vida completa como en una línea de tiempo. Esa incertidumbre es agotadora. Este proceso me hizo darme cuenta lo frágil que somos.

“Este virus es más pequeño que el corazón del hombre”

Álvaro sentía que conocía bien sus pulmones porque también es cantante. En Youtube es posible verlo incluso junto a Rafael Araneda probándose como showman en “El rey del show”, en 2012. “Pasé por varios programas y pensé en hacer del canto una profesión, pero es una industria difícil. Lo adopté como hobby”, explica.

Hace seis años se lanzó con su propia empresa. “Creo que esta pandemia ha mostrado lo mejor y lo peor del ser humano. He visto cómo nos hemos mordido innecesariamente. Hay gente muy linda que me ha mandado tantos mensajes maravillosos, pero también he recibido mensajes lapidarios: que lo mío era un montaje, que me estaban pagando”.

Difícil situación vivió siendo un hombre sano. Tiene una tiroiditis crónica (Hashimoto) controlada y hace un par de años tuvo dos ablaciones por una fibrilación auricular, de la que está dado de alta. “Pero gracias a este virus aparecen enfermedades que no sabías que existían porque no te habías controlado”, sostiene.

Sus padres están bien, aislados. Su madre vive en la playa hace muchos años con el que es su segundo padre. Y su papá, en su casa en Villa Prat.

—¿Cómo te contagiaste?

—No tengo idea. En nuestra pyme hemos sido siempre muy responsables en nuestra metodología. Desarrollamos el sistema homeoffice, tenemos un pequeño call center que trabaja desde la casa y el resto, por turnos. Yo tenía un traslado frecuente de la oficina a la casa. Fui al supermercado también. ¿Dónde? En cualquier parte. Porque hay mucha gente que sabiendo que tiene covid sale igual. A la clínica llegó un caballero de 70 años que chocó en evidente estado etílico y con covid. Hacen fiestas porque creen que esto te da como un resfrío.

—¿Por eso crees en la importancia de tu testimonio?

—En Facebook me escribió un hombre hospitalizado con covid, asustado, pidiéndome una palabra de aliento. Yo compartí su testimonio en redes para que puedan rezar por él. Él es joven y está aterrado, porque tiene una hija chiquitita. “Si tú pudiste, yo puedo”, me decía. Eso me demuestra que tengo una tremenda responsabilidad en este momento.

—Dijiste que era un “virus lobo”, ¿se siente traicionero?

—Totalmente. No sabes si entras a la clínica y mejoras o empeoras. Hay días buenos y días pésimos. Habrá gente que lo pasará sin pena ni gloria, otros que lo pasamos muy mal, y otros que sencillamente se van a morir.

—Y parece que de a poquito el virus nos va rodeando, cada día que pasa tenemos a alguien contagiado más cerca de cada uno de nosotros.

—Así es. Y nadie piensa que dura tanto tiempo. En mi caso superó todas las expectativas de mi familia. Volver a casa ha sido bien fuerte. Yo no puedo tener contacto físico con mi familia aún, porque tengo un tratamiento que me deja las defensas en cero. Los cuidados poshopitalarios son complejos, no puedo contraer ningún tipo de infección y estoy con una batería fuerte de anticoagulantes para que no se me generen trombos. Tendré que progresivamente sacar los corticoides de mi cuerpo. Es contenedor llegar a mi casa, pero falta el contacto que es tan importante para los afectos. Ellos pasaron tantos días en vigilia. Porque esta enfermedad es paso a paso y cada minuto cuenta.

—Debe ser difícil llorar a la distancia, con la necesidad de ese abrazo que no llega.

—O sea, hubo una noche en la clínica que fue la noche en la que más lloré en mi vida. Lloré desconsolado. Me volví un niño en ese momento. Lloré de miedo y llamé a mi mamá. Ella estaba muy afligida, le dio mucha impotencia, pero por dios que me sirvió hablar con ella, fue un acto casi instintivo. Estuve dos días sensible, pero de noche eran sollozos, dificultad respiratoria, era un bebé… me acuerdo y me conmuevo. Muy potente.

—Es que estás muy débil, de cuerpo y alma, probablemente.

—Te das cuenta de que eres un ser frágil. Pero creo que este virus es más pequeño que el corazón del hombre. Uno lo puede todo en la medida que tenga convicciones. No tenemos que darle poder al miedo y darle poder al bicho. Uno tiene que querer estar bien, uno tiene que pensar que estás bien. La consciencia determina resultados. Es que la vida te puede cambiar en dos minutos. En un minuto estás bien y después sientes que no tienes capacidad de sobrellevarlo. Me di cuenta de que somos seres sensibles y que nos enfocamos en cosas no importantes. Creo que tenemos que hacer un cambio de mentalidad.

LEER MÁS