Cerca del 50% de los pacientes que llegan a estar hospitalizados en la Clínica de la U. de los Andes solicita la asistencia espiritual del capellán del centro hospitalario, sacerdote Hernán Garcés. “Antes de que se decretara el distanciamiento social uno tenía un contacto más bien presencial, pero a partir de esa fecha, con las restricciones actuales, cambió”, explica el capellán.

Agrega que se ha perdido el voluntariado de personas que lo ayudan en esa tarea, por lo que muchas veces realiza las labores solo y no siempre logra llegar a todos quienes lo necesitan.

Con los enfermos hospitalizados sin covid-19, debe seguir estrictas medidas de seguridad con el uso de mascarilla y delantal. Si el paciente tiene covid-19, debe agregar guantes y pechera.

“A los pacientes que no están tan graves uno los saluda desde fuera de la habitación, a través de una ventana y le damos la bendición, ánimo y alguna estampita que tenemos con las oraciones”, dice.

Pero con los pacientes críticos, el sacerdote conversa previamente con la familia para saber si requiere de la unción de los enfermos. “Se hace con la aprobación de la familia, usa antiparras, guantes, mascarillas, gorro, delantal, cubre zapatos. En ese caso, la unción de los enfermos se da abreviada, uno no hace todo el rito que dura 10 a 15 minutos, si no en 2 o 3 minutos para no exponerte”, dice.

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Las instituciones son la última prioridad para aportar y la primera prioridad para pedir”

Daniel Zang

Comunidad israelita

Todo el rito de unción de los enfermos que normalmente dura 10 a 15 minutos, se hace en 2 o 3 minutos”.

Hernán Garcés

Sacerdote católico

“Tenemos un déficit de cerca de un millón de pesos cada mes”, “Pedimos colaboración para poder terminar de pagar los sueldos de la gente de la parroquia”. “Hace más de un mes que la misa de los domingos la celebramos sin fieles, así que no recibimos ese aporte”. Las frases son todas de sacerdotes católicos de parroquias de Colina, Pudahuel, Las Condes, Renca, Providencia y Macul, que en un video difundido en redes sociales —denominado campaña “Tabancureño da una mano”— detallan las necesidades por las que atraviesan en este tiempo de pandemia.

Desde que se suspendieron las reuniones de más de 50 personas en todo el país (el 16 de marzo) los distintos credos religiosos han debido adaptarse y dar un giro a lo digital para intentar mantener vivo el culto y las arcas. Tuvieron que suspender ceremonias como las misas, cultos, recepción del shabat, matrimonios, bautismos, primera comunión, confirmación y bar mitzvah, entre otros, y en algunos casos, el déficit de algunas iglesias llega al 70%.

Evangélicos online

Pero no todos son números negativos. El uso de nuevas plataformas ha permitido a las iglesias llegar a lugares nunca antes pensados, congregando un número importante de personas de manera digital.

“No realizar cultos presenciales, que es la vida congregacional de los creyentes, ha afectado la relación de alabanza y adoración continua a Dios”, asegura el presidente de la Iglesia Evangélica Pentecostal Reformada, obispo Emiliano Soto.

Dice que son miles las ceremonias y reuniones a nivel nacional que han debido ser suspendidas. Y cuenta que en una iglesia evangélica en una semana normal se realizaban al menos 10 actividades entre estudios bíblicos, discipulados, escuelas dominicales, actividades de niños y jóvenes, matrimonios, renovación de votos matrimoniales, presentación de niños y bautismos. “Hoy la relación con los fieles es mayormente a través de WhatsApp, teléfono, usando plataformas de internet como Zoom, Skype, YouTube y Facebook”, detalla.

El culto se sigue haciendo con cantos, oraciones y mensajes directos, pero ahora de manera virtual, radio y televisión. “Es llamativo que con este sistema se han agregado más personas, incluso de otros países”, sostiene.

En la iglesia Centro Cristiano Internacional del pastor Billy Bunster —miembro del Foro Pastoral Evangélico—, utilizan Facebook, Instagram y un canal en YouTube que tiene más de 100 mil suscriptores, además están en radio y un canal de TV. “Esto ha sido una forma súper fuerte de comunicación, teniendo reuniones virtuales que se hacen miércoles, viernes y domingo”, explica.

El mes pasado, asegura, tuvieron 2 millones de interacciones en redes sociales y se conectaron más de 15 mil personas en un servicio a través de Facebook: “Ha sido una forma de poder abrir y extender de manera exponencial el mensaje”, dice Bunster.

Cuenta también que antes de la pandemia tenían clases presenciales de escuela (llamadas discipulados), donde asistían 600 personas. Hoy, la matrícula online llega a 2.500.

Sin tantas ofrendas

Sin embargo, en los estados financieros pareciera ser que la fe no llena las arcas. “Han disminuido considerablemente los ingresos de todas las iglesias, calculo que puede ser a veces más del 60% o 70% de lo que normalmente se percibía para las diferentes necesidades en el desarrollo de una congregación”, dice el obispo Soto.

Esos ingresos se utilizan para la mantención de arriendos, sueldos del personal de apoyo, ministerios pastorales, compras de materiales, construcciones de capillas y proyectos futuros. “Hay que esperar hasta que se reactive todo”, dice.

El pastor Bunster también admite que las finanzas de la Iglesia se han visto afectadas. “Habíamos empezado hace tiempo con el aporte por transferencia electrónica. Pero hay una merma que es absolutamente normal. Tengo fe en Dios y en la gente a la cual dirijo y me conoce y conoce lo que es la Iglesia, sabe en lo que nosotros trabajamos”, dijo.

En la Iglesia Católica también resienten los efectos de la pandemia. El sacerdote Enrique Miquel, de la parroquia La Transfiguración del Señor (Las Condes) cuenta que estos meses de pandemia “han sido muy duros, porque el modo natural de ser de las iglesias es estar abiertas, acoger a la gente y ser un puente o camino hacia Dios”.

Hasta ahora se han suspendido las eucaristías y sacramentos como el bautizo y los matrimonios, porque por indicación del Arzobispado no se pueden realizar reuniones que congreguen a más de cinco personas. Sin embargo, han mantenido —de manera virtual— los sacramentos que conllevan una preparación de más largo aliento como la primera comunión y la confirmación.

En el caso de servicios funerarios, “no puede haber más de cinco personas reunidas en la misma sala y afuera otras cinco personas que van rotando. Es muy duro porque es un momento de mucho dolor. No hay misa, solo un responso”.

Graba la misa con su celular

El padre Miquel cuenta que desde Semana Santa transmite las misas a través de la página web. “Yo grabo con el teléfono la misa y se transmite por la página todos los días. La misa del sábado en la noche y la del domingo tienen alrededor de unas 100 conexiones, lo que significa unas 200 personas aproximadamente”, explica. Y cuenta que los ingresos han bajado entre un 20% y 25%. “Como no hay misas (presenciales), no hay aportes. La situación económica de la parroquia es bastante complicada. Acá trabajan cinco personas y estamos tratando de mantener esos trabajos”, dice.

Para solventar los gastos de la parroquia, han hecho campañas. “Me sorprende la generosidad de la gente que nos ha apoyado y aunque no estamos cubriendo la totalidad de nuestros gastos, a pesar de que hemos recortado muchos de ellos, estamos cubriendo una buena parte”. Y siguen aumentando el número de familias que apoyan una vez al mes con una canasta de alimentos no perecibles, pasando de 15 a más de 20.

Rezando por Zoom

El rabino de la comunidad israelita sefaradí Daniel Zang comenta que debieron modificar la forma de contactarse con la feligresía. Hoy realizan los rezos a través de la plataforma Zoom. “Es un cambio de mentalidad profundo, de adaptarse a las circunstancias que nos toca vivir”, señala.

Explica que cuando una persona fallece, se realizan rezos durante siete días y para ello se necesita un quórum mínimo de 10 personas. En tiempos normales, “se realiza el rezo en la casa y van unas 30 personas. Ahora tenemos los encuentros por Zoom con más de 140 cámaras y podía haber tres o cuatro personas por cada familia”. Han debido suspender matrimonios y los barmitzvah: “No ha sido fácil, pero hay que asumir que las cosas son así”.

Una de las tradicionales judías más afectada es el shabat, día sagrado de la semana. “Ese día nosotros no utilizamos elementos electrónicos, ni el teléfono, ni encendemos fuego”, señala.

En tiempos normales, durante el shabat (día viernes) la comunidad judía va en la noche a la sinagoga y comparte un rezo. Luego se va a una cena donde tradicionalmente invitas a la gente a compartir tu mesa. “Esta es la primera vez que estamos solos con mi familia, porque siempre había más gente en la casa”, sostiene el rabino.

“Lo que hicimos es darle a la gente el material de estudio durante la semana para que pueda reflexionar el texto bíblico. A las 16 horas grabo la ceremonia de recepción del shabat para que la gente la pueda ver por streaming, por Facebook. Algunos lo ven en horario tradicional (a las 19.30), otros no”, explica Zang.

Y todos los días graba un mensaje de un minuto distribuido por WhatsApp y redes sociales: “Hemos tratado de ayudar con muchos cursos y reflexión que los enviamos de manera virtual”.

En cuanto a las finanzas, explica que “las instituciones son la última prioridad para aportar y la primera prioridad para pedir. Las instituciones religiosas somos el resorte que nos vemos aplastados por los dos lados”. Pero, cuenta, se ha acercado gente que tal vez nunca antes aportó: “El de arriba sabe lo que hace y compensa las cosas. En los momentos de crisis surge lo mejor y lo peor de las personas y las instituciones. Hay que esperar que surja solo lo mejor”.

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