“Hoy me despertó la Nina a las 4 y media de la mañana. Y después ella se quedó dormida a las 8, cuando yo me tenía que levantar. Pero es entretenido, me gusta”, dice Marcelo Cicali desde la pantalla de zoom. Son las 7 de la tarde, ha sido un día largo y el dueño de los Liguria se toma un descanso. Bebe una copa de vino en caja, que mezcla con gaseosa y hielo.

En estos días ha estado leyendo al filósofo sur coreano Byung-Chul Han. “Creo que da en el clavo: en el fondo la pandemia no es más que un espejo de la realidad que cada país ha construido. Se habla del teletrabajo y nuevamente aparece la desigualdad, porque solo los ricos pueden teletrabajar”.

Pese que el estallido social y ahora la pandemia han sido devastadores para el sector gastronómico, Cicali no pierde su buen humor. Cuenta que el virus ha contagiado a un empleado y a un amigo, pero que están bien, al igual que su familia. “Mi viejo cumplió 80 años, vive con mi madre en un departamento, y están bien. Mi vieja es muy pila, pura energía y tiene 76. Todos en cuarentena, mi hijo que vive con su madre está en cuarentena en Ñuñoa, el Liguria cerrado… Tuvimos algunos casos positivos, un empleado y un amigo cercano, pero se han recuperado. Dentro de todo lo malo que ha sido este año, nos patearon la jaula, y eso te permite innovar, hacer las cosas de otra manera. Yo te lo doy vuelta”.

-¿En serio? Cuesta ser optimista viendo lo que pasa…

-No conozco a nadie en el rubro que esté bien. Están todos por el suelo, todos. Desde los dueños de Mestizo en Vitacura, todos los de Nueva Costanera… los de Alonso de Córdoba… hasta la Plaza Brasil, Yungay, todos los del mercado en Arica y todos los que están en la plaza de Punta Arenas. Estamos todos quebrados. Ahora, lo más doloroso es que en el mundo de los restaurantes hay algo mucho más profundo que la transaccionalidad de ir a comprar. A mí me gusta llamarlo tejido social: algo que ocurre en las mesas de Las Lanzas, en las mesas de Les Assassins, en el Diablito, en el Buenos muchachos, en Elkika. Ese “algo” hoy día está amenazado, pero tengo la certeza de que va a ser transitorio… Porque lo que no es transitorio son las ganas de encontrarnos, las ganas de conversar, las ganas de tomarnos un café, las ganas de llegar a leer el diario a la barra del bar. Todas esas cosas que nos encantaban y que parece que no valorábamos. En estos dos meses hemos estado obligados a estar solos, donde las conversaciones son con una máquina como estamos conversando ahora…

-¿Qué pasó con el plan de Evelyn Matthei, en Providencia, para tener un protocolo de apertura gradual?

-La verdad es que, cuando el gobierno, a través de los ministros de salud y la subsecretaria anunciaron un retorno seguro, nosotros inmediatamente como sector, nos pusimos en alerta, en guardia, para poder tratar de armar un plan de protocolo, siguiendo la experiencia europea que nos lleva un mes de ventaja… fíjate que en Valencia por ejemplo abrieron los bares. En Suiza abrieron el lunes… Entonces, lo que decíamos en este protocolo era seguir todas las instrucciones que la OMS: el lavado de manos, la desinfección de la planta de los zapatos, todo el mundo con mascarilla, mediciones de temperatura en la entrada del local, medición de temperatura de los trabajadores, distanciamiento entre las mesas. Partir con un aforo del 30 o 40%. Todo un protocolo para poder abrir en unas tres semanas más, porque te permite armar un plan, una estrategia de recursos humanos, de provisión de mercadería, una estrategia para poder provisionar alcohol gel, mascarillas, un montón de cosas, que no puedes hacer de un día para otro. Por eso nos interesaba tener el plan, que se lo presentamos a la alcaldesa Matthei. Hoy día ya quedó claro que quedó todo esto postergado, por lo menos tres o cuatro semanas más.

-Eres cercano a la alcaldesa, pese que eres de otro sector político.

-Con la alcaldesa Evelyn Matthei, tengo una relación ya de dos años, creo que ha hecho una excelente gestión. En estos momentos, la pregunta es dónde tenemos que hacer el foco. Vamos a hacer el foco en las cosas que nos distancian y que nos hacen retroceder o hacemos el foco en las cosas que nos unen y que nos permiten avanzar. Para mí eso es. Pero yo veo que existen ánimos de hacer foco en el contraste. Si tú dices blanco, yo por obligación tengo que decir negro. Y esa es una falta total de humanidad. Una falta total de empatía. ¿Qué necesita el país? Ponerse de acuerdo. Poder avanzar. Es lo que necesitamos para levantar Chile post pandemia.

-El gremio recibió un duro golpe con el estallido...

-Y pasando la pandemia, va a volver el estallido. Entonces la pregunta es: ¿vamos a volver a dejar a Lastarria, Bellavista, el Crowne Plaza y la galería de los comerciantes de los músicos que están ahí adentro, todo el Parque Bustamante, Vicuña Mackenna, lo vamos a dejar como una zona de sacrificio?

Esas personas que viven ahí, para ganar esas legítimas demandas sociales, ¿tienen que perder su calidad de vida? ¿Esa es la democracia? ¿Ese va a ser el juego? ¿Eso es lo que nos proponen? Yo creo que estamos equivocados ahí. Y no vamos a lograr revertir esto mediante la represión. Carabineros no dio abasto y lo peor de todo, no es que no haya dado abasto administrativa o logísticamente, nos daba la impresión a todos los ciudadanos que habitamos esa zona, que Carabineros ya no daba más espiritualmente con el estallido.

-Ustedes hicieron una gran inversión en Merced con Lastarria, y tuviste que cerrarla… la pintaron. ¿Cómo fue para ti todo este proceso?

-Mira, en el estallido social y en las protestas, también se esconde de manera cobarde, mucha delincuencia y narcotráfico. Y resulta que esa delincuencia azotó al barrio y era extremadamente riesgoso y peligroso, no para la propiedad, para los trabajadores del bar, para los vecinos, y para los clientes que iban diariamente, el que nosotros mantuviéramos la operación.

-Hasta hoy está cerrado. ¿Cuáles son los costos que aún mantienen?

-El leasing y el crédito por Lastarria estamos pagando 35 a 40 millones al mes. Estoy endeudado hasta el final de mi vida.

-¿El Liguria… puede quebrar?

-No es que pueda, está quebrando. Un restaurante tiene entre 35 y 40 días como tiempo límite, sin ingresar dinero a la caja, antes de quebrar. Nosotros llevamos seis meses al 50% y ahora llevamos dos meses al 0%. O sea, no es que podamos quebrar. Todo nuestro sector, incluidos nosotros, estamos quebrando.

-¿Y los créditos especiales que anunciaron no están funcionando?

-El Ministro Briones ha hecho un trabajo destacable, buenísimo. Pudo sacar estas líneas de crédito en un tiempo récord y con un reglamento, que no es fácil de entender. Lamentablemente la banca se ha demorado en esto, los créditos que fueron anunciados hace un mes. Yo no quiero pensar mal de los bancos, porque hay que ser justo. Los bancos están trabajando al 50% y los trabajadores que trabajan en las sucursales bancarias, y que hacen que esto funcione, muchos viven en zonas de cuarentena y no pueden desplazarse y tienen que hacer teletrabajo. Entonces, con la rapidez que nosotros esperábamos que la banca pudiera funcionar, la verdad es que humanamente parece ser que tampoco es tan posible ser tan rápido. No es cosa de apretar un botón y que te suelten uno o dos meses de venta. Y ahí yo confío en que la banca lo va a hacer. El problema es que en mi sector, el sector gremial que yo represento, estamos entrando en quiebra: en incapacidad de pago.

-Pese a todo eres optimista.

-Estamos ahí en la pelea. Como te digo, para mí hay varios frentes. Y uno de los frentes que quiero tomar tiene que ver con la zona cero, creo que ahí hay algo muy potente. Como ciudadanos tenemos que salir a defender este territorio. Este es un territorio, donde hay gente que ha pasado 60, 70 años haciendo barrio, haciendo cultura, haciendo ciudad. Fíjate que… me duele mucho lo que te voy a decir… El Catedral, 15 años funcionando, el café del Ópera, excelente cafetería, uno de los mejores cafés, con pastelería estupenda, con buenos helados… El Marilyn, una sandwichería donde funcionó por muchos años el Ópera, y ahora tenían una sandwichería realmente buena ¿cachai?

-Sí, si la conozco. Yo vivía ahí.

-Los tres locales fueron cerrados, y 60 trabajadores finiquitados. Se acabó. Como efecto del estallido.

-¿Tú le dices Plaza Dignidad o Plaza Italia?

-Eh… yo le digo Plaza Italia porque soy viejo.

-¿Han tenido que echar gente en el Liguria?

-Tuvimos un ajuste, hubo despidos, pero no fue mucho. Lo que sí, no renovamos contratos que estaban por vencer. Pero, fíjate que nosotros teníamos previsto abrir la semana del 23 de marzo Lastarria de nuevo. Estábamos entrevistando gente y teníamos que contratar 60 personas más, y la semana antes tuvimos que cerrar por la pandemia. O sea, hasta el mismo día que cerramos, nuestro espíritu era “vamos a pelear”, , vamos a tratar de dar lo mejor.

-¿Cómo ves al ministro Mañalich? Hay mucha gente que lo critica, desde la oposición.

-Mira, me cae bien. Creo que cometer un error es muy grave, pero mucho más grave es no corregirlo. Yo creo que fue un error aventurar que podríamos haber estado en un momento de meseta o salida del coronavirus. Lo importante ahora es corregir esta sensación que tuvimos todos, para no cometer el error de que la curva siga subiendo, se saturen todos los respiradores, y la UCI, y tengamos que lamentar también una subida exponencial de chilenos que fallecen por este bicho de mierda. Pero, mi impresión es que un ministro no hace su trabajo para caer bien o mal. Un ministro tiene que ser evaluado por su trabajo, pero evaluarlo ahora, en una crisis que nunca hemos pasado, es un poco prematuro y complicado.

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