Candidatos de la

FTC al directorio de Codelco

Pese a que se había planificado desde diciembre, la elección de quien represente a los trabajadores rol B (operarios y técnicos) en el directorio de Codelco se ha ido complicando cada día más. No es extraño que ocurra, porque ese puesto es más que un honor o una jugosa dieta. Es poder. Y ese poder que antes se concentraba en una sola mano, ahora tiene a muchos muy interesados, y en una lucha más política que sindical, que replica las peleas de la oposición al interior del Congreso. Entre los jóvenes más impetuosos y los viejos más moderados.

“Cuando viene gente joven y empieza a ver a los más viejos que se quedan en sus puestos, y los más viejos se ven amenazados”, dice Patricio Elgueta, presidente de la FTC desde diciembre.

El 18 de diciembre de 2019, el Consejo Nacional de la Federación de Trabajadores del Cobre (FTC), que agrupa a los 27 sindicatos y 14.000 trabajadores (no supervisores) de Codelco, nominó de entre sus miembros una quina de candidatos para ser el reemplazante de Raimundo Espinoza, quien el 11 de mayo dejó la mesa de la corporación (ver infografía). El 26 de marzo esta lista fue entregada oficialmente al Presidente Sebastián Piñera, quien aún no elige el nombre de quien debe dejar atrás los 20 años de Espinoza como director, que empezaron en 1994.

Espinoza, militante socialista, representaba todo el poder sindical en Codelco. En 18 de los 20 años que fue director de la empresa, fue al mismo tiempo presidente de la FTC. Y en ese periodo generó un círculo de confianza, “la vieja guardia” como la llaman en la empresa, con dirigentes de todas las divisiones y de un arco político ligado a la exConcertación, como los DC Julio Jalil y Guillermo Lemaitre de El Teniente, Héctor Roco (PS) en Chuquicamata y Juan Olguín en Andina.

Pero el control del poder en una mano colmó a varios dirigentes que veían topada su carrera sindical, pues no podían acceder a puestos de primera línea, reservados para Espinoza. Y eso comenzó a pasar factura en marzo de 2018, cuando ocho de los 15 consejeros decidieron sacarlo de la presidencia de la FTC. En su reemplazo quedó el vicepresidente Héctor Roco, también integrante de la llamada “vieja guardia”, pero que criticó a Espinoza. Duró menos de un mes. En abril se realizó el 69° Congreso Nacional de la FTC en La Serena. Allí se eligió a una nueva directiva encabezada por Juan Olguín, un joven dirigente de Andina pero delfín de Espinoza. “Le pasamos el poder a los jóvenes”, admite Julio Jalil.

Pero fue una jugada de avezado. El poder seguía en las mismas manos. Y para la empresa, era un plus, porque Raimundo, como le llaman los gerentes, “es un hombre razonable, con quien se puede llegar a acuerdos, articulado y que ha aprendido a trabajar a favor de los trabajadores pero no en contra de la empresa”, dice un ejecutivo. Para sus opositores en la FTC era “proempresa”. “Se alineó con los objetivos de la administración y no con los de los trabajadores”, dijo Héctor Roco en marzo de 2018.

La doble rebelión

Si el intento por sacar a Espinoza y a su círculo no funcionó en abril de 2018 por la llegada de Olguín a la presidencia, un año y medio después sí ocurrió. “Olguín cometió un error de principiante”, dice un dirigente que lleva años en la FTC.

Tras este motín se unieron dos grupos paralelos, ambos de una nueva generación de dirigentes sindicales. Una, más radicalizada, llamada Comando de Trabajadores Unidos (CTU). Es una agrupación creada en 2010 por simpatizantes del Partido Comunista, facciones del Frente Amplio e izquierda extraparlamentaria, que durante la década fue adquiriendo fuerza hasta controlar tres de los cuatro sindicatos más relevantes de Chuquicamata. Y tiene un símil menos influyente llamado Comando Trabajadores Teniente (CTT) en la división del sur.

El otro grupo es más diverso, pues representa a aquellos dirigentes independientes e incluso de derecha, que no se amarran a una línea política contingente, sino responden a lógicas más gremiales.

Ambos grupos no querían más a los exConcertación y al grupo de Espinoza.

El golpe final lo dieron a fines del año pasado, cuando sacaron a Olguín de la presidencia, pues consideraron que su decisión del 21 de octubre, tres días después del estallido social, de unirse a la CUT para llamar a un paro nacional y dos días después, levantarlo por un acuerdo con el gobierno, no fue consultado a las bases. “Lo hizo sin preguntarle a nadie”, cuenta un miembro de la FTC. La mesa fue censurada y se llamó a un nuevo Congreso para elegir otra directiva.

El 12 y 13 de diciembre de 2019 se eligió a los 15 miembros del nuevo Consejo Nacional, de donde se nominan la directiva y a la quina para el directorio. Raimundo Espinoza no intentó ir por la presidencia sino que continuar como director. Pero sus cálculos fallaron. La CTU por un lado y los no alineados por el otro, dejaron fuera a Espinoza y a su círculo tanto de la directiva como de la quina. Y en una jugada sorpresiva, el que era favorito para presidir la FTC, el excomunista Amador Pantoja de El Teniente, fue desplazado por Patricio Elgueta, un DC excercano a Espinoza pero que da garantías de imparcialidad en las dos batallas que se venían dando: la de viejos y jóvenes, y la histórica entre los dirigentes de Chuqui y los de El Teniente.

Y la quina para el directorio quedó integrada por Alberto Muñoz, Mario Lobos, Karina González, Aldo Binimelliz y Daniel Díaz. Los dos primeros, ligados al CTU, la tercera, al CTT de Teniente, Binimelliz independiente y el DC Díaz (ver fotos).

Sin embargo, la vieja guardia no se quedaría tranquila. Aunque Espinoza aceptó su derrota, algunos de sus cercanos de El Teniente no. Y la FTC dio la excusa perfecta. En la quina para director incluyó a dos dirigentes de Chuquicamata, Muñoz y Lobos, que fueron implicados en el fraude de seguros médicos que explotó en enero, que implicaría el sobrepago de hasta US$20 millones a Chilena Consolidada. Se sospecha de corrupción.

Con estos antecedentes, el mes pasado antiguos dirigentes de El Teniente como el DC Lemaitre y el independiente Jorge Olguín se unieron otros de derecha como Alfonso Saavedra, Luis Araneda y Daniel Vergara para objetar esa quina y presentar sus propios nombres en una lista paralela al Presidente Piñera. Primero, aludieron a una falta de representatividad de la quina original, pues llevaba a una dirigenta de El Teniente a la que le restan relevancia. En su segunda carta a Piñera, reclaman por los dos dirigentes de Chuqui nombrados en el escándalo de los seguros.

Sus cartas a Piñera fueron apoyadas en el Congreso, con una misiva del diputado UDI por Rancagua Issa Kort, que luego fue firmada por otros 10 miembros de la Comisión de Minería, todos de derecha, salvo dos, el PS Juan Luis Castro, también de Rancagua, y el DC Gabriel Silber. Ningún congresal de la zona norte, donde están Chuqui y Salvador. Tampoco ninguno de izquierda. Y los senadores de las regiones mineras no han comentado. Es más Yasna Provoste (DC de Atacama) y Alejandro García Huidobro (UDI de Rancagua) se mostraron incómodos por lo hecho por los diputados en la sesión de anteayer de la Comisión de Minería.

Con este panorama, más político que sindical, es Piñera quien debe pronunciarse. Pero con la pandemia encima, este tema no es prioridad, por lo que es posible que se extienda en el tiempo. Y hay precedentes. El directorio estuvo dos años sin representante de los supervisores.

Ahora, si el Mandatario tomara la decisión hoy, según calculan cercanos a la FTC, probablemente dejaría fuera a los envueltos en la polémica de los seguros y a la dirigenta de El Teniente. Así, solo dos quedarían con opciones. A Díaz se le considera el más moderado, pero es de Chuqui y eso podría jugarle en contra. Binimelliz tiene poca experiencia pero no se considera radical y es de Andina por tanto no participa del conflicto entre Chuqui y Teniente.

Pero el discurso de la FTC es que la lista se mantendrá y que “los cinco integrantes de la quina cumplen a cabalidad los requisitos que la ley estipula”, dijo Binimelliz.

Otro camino para Piñera sería que rechazara toda la lista para que se le presente una nueva, lo que ganaría tiempo, pero lo enemistaría con la FTC pensando en lo que podría venir con la crisis social pospandemia. Otra vía es que el 20% de los dirigentes suscriban una censura a la mesa u objeten su decisión. Y en este caso, la vieja guardia jugaría un rol.

“No queremos quebrar a la federación. Solo queremos transparencia”, dice un dirigente de El Teniente involucrado en las cartas contra la directiva.

Por mientras, los dirigentes de El Teniente amenazan con dejar de pagar sus cuotas a la FTC (unos $14 millones) e incluso con desafiliarse. Hoy, además, se sumó un sindicato de Chuquicamata a su causa, que objetó la quina.

Raimundo Espinoza mira esta crisis con distancia: “Que opinen los que están vigentes, yo ya cumplí mi etapa”.

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