“Se llama Carlos, pero no lo recuerda. Vive en el último piso de un asilo y no sé cómo explicarle que no lo he abandonado, que no puedo visitarlo porque estamos en pandemia”.

Así describía a fines de abril la periodista y fotógrafa Ximena Hinzpeter, en una carta abierta publicada en The Clinic, el complejo momento de su padre. Con demencia senil, tres hijos —Ximena, el ex ministro Rodrigo Hinzpeter y el traumatólogo Daniel Hinzpeter— pasó su último tiempo internado en la residencia Senior Suites, en Providencia, donde falleció a los 81 años ayer, víctima del coronavirus.

Fue pionero en Chile en el desarrollo de las UTI infantiles, experto en el manejo de pacientes graves. Trabajó hasta los 77 años, luego se retiró a una casa de reposo, donde pasó sus últimos años tranquilo dedicado al estudio, la meditación y la reflexión política nacional y mundial.

“Nunca dejó de estar atento e interesado en nuestro país. Falleció en paz”, dijo esta mañana su hijo Daniel.

“Era un hombre muy inquieto de una agudeza intelectual sobresaliente. Muy cercano a sus pacientes, siempre mantenía una comunicación directa y afable. Era capaz de explicar la complejidad de la medicina en simple, para que fuese entendida por todos. Uno de sus intereses fue la prevención de accidentes. Era cercano a sus amigos y familia. Fue un gran médico, un gran hombre y un gran padre, lo recordaremos siempre”, agrega su hijo.

“Eran puras incógnitas, riesgos, sueños”

En las últimas décadas, Carlos Hinzpeter González fue uno de los médicos pediatras más importantes y reconocidos del país. Titulado en la U. de Chile, empezó a trabajar en el Hospital de Niños Dr. Exequiel González Cortés y luego se especializó en cuidados intensivos en EE.UU., en el California Lutheran Hospital.

“En cuidados intensivos uno empieza a darse cuenta que muchos de los accidentes que nos toca tratar, podrían haber sido evitados tomando medidas sencillas. Fue entonces cuando decidí interiorizarme e introducirme en el mundo de la accidentabilidad y su prevención, área que he desarrollado bastante”, recordaba en 2012 en una entrevista.

Cuando volvió a Chile, se sumó al Calvo Mackenna, que por entonces tenía la única unidad pediátrica UCI en el país. Y luego, fue uno de los fundadores de la Clínica Las Condes, donde estuvo 35 años.

“Como organización destacamos su gran contribución para el desarrollo de Clínica Las Condes y su importante obra en los avances reflejados en la especialidad de Pediatría y Medicina Intensiva en nuestro país. Agradecemos su dedicación, trabajo y cercanía con sus equipos y pacientes”, escribieron desde la clínica.

“El me insistió mucho para que me sumara a este proyecto, que era muy audaz, en una época difícil en este país”, recordó hoy el doctor Jaime Cordero, pediatra, amigo y compañero desde sus inicios en CLC.

No existía este concepto de hospital privado, los doctores Alejandro Larach y Mauricio Wainer comenzaron en 1978 con un grupo de médicos académicos a desarrollarlo.

“Yo trabajaba en la UTI del Calvo Mackenna. La idea era hacer hospital con todas las especialidades y armar esta UTI pediátrica, que fue la primera del país. Necesitábamos equipos, financiamiento, eran puras incógnitas, riesgos, puros sueños. El lema era llegar a convertirnos en el mejor hospital de Sudamérica”, añade Cordero.

“Carlos era un tipo que tenía mucho encanto, era como el encantador de serpientes que te iba convenciendo de todo. Muy inteligente, muy convencido de que este proyecto iba a salir adelante. Se armó un equipo de un nivel de excelencia muy bueno. Se fue armando, en un par de años, la estructura, el equipamiento; desde las pinzas y tijeras hasta los ventiladores mecánicos y monitores”.

Juntos viajaron a congresos, con sus respectivas señoras, compartieron mucho. “Teníamos muchas diferencias y nos respetábamos mucho en el territorio de cada uno. Teníamos muy distinto carácter, pero ninguno era rencoroso. Trabajábamos mucho, así que salíamos poco”, dice riéndose.

Hoy son casi 100 doctores en el departamento de pediatría, “y en ese entonces éramos cuatro. Nos turnábamos para trabajar sábados y domingos”.

Cordero lo fue a ver varias veces al hogar donde estaba internado. “Leí la carta de su hija, tan bonita. A este hogar no lo alcancé a ir a ver, fui al anterior, el año pasado. Salimos a comer con otro colega alguna vez. Y fuimos viendo su deterioro progresivo”.

Cuando Hinzpeter jubiló, le hicieron una comida con los miembros del departamento. “Fue muy emotiva, porque fue alguien con quien compartimos casi 40 años. Muchos recuerdos, muchas cosas complejas juntos muchos casos difíciles, queda el recuerdo de por vida”.

Los mensajes del chat donde en la clínica despidieron con cariño al doctor Hinzpeter, serán enviados a la familia.

“Cuando un hijo fallece, se rompe la ley de la naturaleza”

Además de atender a varios hijos de celebridades, su caso más mediático fue en 1996, cuando recibió a la pequeña de cuatro meses Tamara Schayman, quien quedó en coma y murió seis años después tras recibir maltratos por parte de su padre; uno de los primeros casos de este tipo en el sector oriente de la capital y que entonces conmocionó a la sociedad.

Por años, para cualquier tema que tratara sobre el cuidado de los más pequeños medios y autoridades recurrían a él. En particular, la seguridad en los automóviles de los niños pasajeros.

Sin pelos en la lengua, no dudaba en tildar de “burros” en la prensa a los padres que no sabían cómo usar las sillas especiales; incluso creó una página web (www.noaccidentes.com, que ya no está disponible) donde entregaba consejos y orientación a los padres.

En 2006, la Conaset le hizo un homenaje por su contribución en la materia.

“La responsabilidad del accidente de un niño, es siempre de un adulto que tenía que estar vigilándolo, siempre”, decía en 2012. “Cuando un hijo fallece, se rompe la ley de la naturaleza, que es el que los hijos entierren a sus padres y no los padres a los hijos. Y eso es inmanejable para un padre al que se le murió un hijo en un accidente. Esa persona nunca más se logra recuperar”.

En 2016 suscribió junto a más de mil colegas un manifiesto a la Presidenta Michelle Bachelet para pedir el retiro del proyecto de ley que despenalizaba el aborto.

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