“Es una paradoja

que a ti, que siempre estuviste muy cerca de todos nosotros, hoy tengamos que despedirte guardando la distancia”.

José Joaquín Brunner

“«Cata», aquí estamos tu familia querida y

una parte pequeña

de tus amigos para acompañarte”.

José Antonio Viera-Gallo

Dos bancas por lado frente al féretro, un cirio y la mesa tras la cual Agustín, un sacerdote jesuita, estaba con mascarilla. Así, con no más de 15 personas a su lado (pero con decenas de amigos y familiares siguiendo la ceremonia fúnebre por internet) partió el funeral de Carlos Catalán Bertoni, el sociólogo que falleció el domingo pasado (3 de mayo) y que solo horas después fue incinerado luego de un breve responso fúnebre.

El “Cata” (como le decían sus amigos) tuvo una falla multisistémica producto del deterioro que le provocó un cáncer que sobrellevó los últimos 25 años. “Siempre estuvo totalmente activo, hasta el final. Pero estaba cada vez más impedido físicamente para moverse, así que iba a reuniones y hacía todo en su silla de ruedas”, cuenta José Joaquín Brunner, uno de sus amigos entrañables que en el funeral leyó unas palabras de despedida.

Catalán (ex Mapu) fue el primer encargado de documentación de revista APSI, estuvo en Flacso, echo a andar el CNTV y formó varias generaciones de sociólogos como docente de universidad. El 30 de abril, cumplió 50 años de matrimonio con su esposa, Soledad Weinstein.

Brunner estuvo con él hasta el día antes de su muerte: “Nos despedimos, tenía perfectamente asumido el tema”, dice.

El funeral fue extraño, admite. Las restricciones de la pandemia alteraron todas las convenciones del ritual de despedida. Todos los asistentes estaban con mascarillas, nadie pudo tocarse o abrazarse, debieron mantener el distanciamiento social, así que no más de cinco personas se acercaban al mismo tiempo al lugar del féretro: “Se hicieron grupitos de 4 o 5 personas para entrar a saludar a la Soledad y a Javiera (su hija). Después hubo un responso”, cuenta Brunner.

Una paradoja

La ceremonia fue transmitida de manera online. “Con todas las distancias sociales, fue un momento muy afectivo y emotivo, pese a que cada cual se saludaba desde lejos”, dice Brunner.

“Querido amigo, hermano, camarada, compañero de tantas horas, labores, alegrías y desgracias. Son muchos tus amigos y colaboradores que querían estar aquí hoy junto a ti, a Soledad, a Javiera, Rodrigo y las niñitas para acompañarlos. No han podido hacerlo. Es una paradoja que a ti, que siempre estuviste muy cerca de todos nosotros, hoy tengamos que despedirte guardando la distancia”, dijo Brunner en la ceremonia.

-¿Cómo viviste esto, en época de pandemia?

-Le dio un tono especial este ambiente generalizado de melancolía que hay, esto de sobrevivir. Pero la vida es tan fuerte como la muerte, y la vida sigue en medio de la pandemia. Pero claro, sentir ese peso en el alma de ver la muerte de un hermano, y que justo haya ocurrido ahora en que todo es especial, afecta.

Un dolor muy intenso

El otro orador (además de su yerno, Rodrigo Lavín) fue José Antonio Viera-Gallo, quien fue con su esposa, María Teresa Chadwick, al responso. “Cata, aquí estamos tu familia querida y una parte pequeña de tus amigos para acompañarte (...) Tus amigos, discípulos y colaboradores; nuestros hijos te saludan con cariño por la huella imborrable que dejaste en ellos. Hasta pronto, te vas y te quedarás para siempre entre nosotros”, dijo. Le escuchaban ahí, en la capilla, Guillermo Geisse, Rafael Guilisasti y Patricia Walker.

Quien siguió todo por redes sociales fue el exdiputado Nelson Ávila. “En la rigurosa sobriedad a la que obliga el covid-19 fue despedido un amigo de entrañables recuerdos. Era la parquedad que él mismo hubiese deseado para sí. Ajeno por completo al halago, lo forzaba su talento”, escribió en Twitter. En la red se leían también palabras de Eugenio Tironi, Marta Lagos, Cristián Valdivieso, Andrés Navarro y María Elena Wood, entre otros.

“Vi el funeral por streaming. Fue muy raro ver cómo un amigo era despedido así, en un ambiente que podría parecer desolado, sin toda la gente con la que generó tanto vínculo. En época normal esa iglesia habría estado abarrotada”, dice.

-¿Y a usted, que le pasó con esto?

-Es un dolor muy intenso, y al vivirlo desde lejos se sufre más, es mucho más duro. No queda más que resignarse. Es una forma muy dramática de anunciarnos el mundo que viene: la forma de relacionarnos nunca más volverá a ser la misma.

LEER MÁS
 
Más Información