—Encuentro que han sido muy duros con Hernán Larraín Matte —me dice hoy Walter Alberto.

—¿Qué dijo? —le pregunto.

—Que vamos a volver a ver pobreza y ollas comunes —me aclara.

—¿Acaso no existían? —inquiero.

—Es que ver no es lo mismo que mirar, ni que observar —interviene José Tobías Silva, que se suma a la conversación por Zoom.

—Eso dice la Real Academia —concuerda Walter Alberto.

—Pobreza ha habido siempre, pero a veces podíamos no mirarla ni observarla. Ahora va a ser imposible —añade José Tobías.

—Eso me temo.

—No es la única cosa que vamos a ver, mirar y observar ahora.

—¿Qué estás diciendo?

—Los hospitales públicos, los hogares sin internet, los trabajadores sin previsión ni seguridad social. Incluso los usuarios de Fonasa. Siempre han estado ahí, pero recién ahora estamos viéndolos.

—No podemos mirar para otro lado.

—Ojalá sea así, Jota Jota.

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“Reducir el problema a la dimensión puramente comunicacional o sociológica es insuficiente para explicar la coyuntura”.

Con más de cinco millones de habitantes de la Región Metropolitana en cuarentena a partir de hoy, y otras ciudades con restricción de movimientos, Chile se adentra en la etapa más incierta de la pandemia. Por lo mismo, es probable que las próximas semanas definan la evaluación que la ciudadanía haga de la estrategia del Gobierno. En este sentido, las señales son ambivalentes; si bien no ha habido una disputa de fondo en torno al modelo de confinamiento dinámico —ni existe un plan alternativo—, determinadas medidas o afirmaciones del Ejecutivo han sido objeto de fundados reproches. La expansión de los contagios, en particular en el Gran Santiago, ha intensificado el escrutinio sobre las decisiones y el discurso del Ejecutivo.

Materias como la “nueva normalidad” —reconvertida luego a “regreso seguro”—, la difusión e interpretación de los datos, una cierta precipitación triunfalista en torno a la curva de contagios, la tensión entre las cuarentenas y la reactivación económica, o la apelación a metáforas bélicas, han causado confusión en la opinión pública. Algunas imprudentes medidas empresariales también han alentado un clima de sospecha y desconfianza. Por una compleja trama de razones —económicas, culturales y políticas—, parte significativa de la población tampoco ha respondido a los llamados a la responsabilidad individual y colectiva.

A pesar del acuerdo en que el Ejecutivo ha entregado señales o mensajes que pueden confundir, reducir el problema a la dimensión puramente comunicacional o sociológica es insuficiente para explicar la coyuntura; en efecto, mientras La Moneda resolvió acometer la lucha contra la pandemia a través de la concentración del poder y el control de la agenda, la oposición no ha abandonado la tentación de manejarse en clave del conflicto político que desencadenó el estallido social. Ello ha permitido al Gobierno repuntar en el nivel de apoyo. No es un logro menor para una administración que hace dos meses tenía una adhesión inferior al 10 por ciento, pero esa estrategia tiene costos: los adversarios carecen de incentivos para cooperar y hasta pueden extremar sus posiciones.

No es un dilema solo de Chile, sino también de otras democracias. Pero en el caso nacional se agudiza como consecuencia de la polarización a partir del 18-O. Es probable, por tanto, que el país se ubique entre aquellas naciones en que el curso político inmediato será más sensible a la forma en que el Estado y los demás actores de la sociedad manejen la emergencia. Los ofrecimientos de mayor colaboración de dirigentes partidarios y parlamentarios en las últimas horas, así como la mano tendida a los alcaldes, debieran permitir enfrentar la crisis con una perspectiva más transversal. Cuando el país y sus instituciones se asoman a un período que puede ser sombrío, recomponer la confianza política y ciudadana exige del Gobierno corregir desaciertos y, de la oposición, responsabilidad.

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Veamos el futuro

Señor Director:

Esta es, probablemente, la primera vez que un fenómeno de la naturaleza trastoca tan profundamente la forma de vivir de toda la humanidad en forma simultánea. No solo cómo nos relacionamos, trasportamos o trabajamos. Es también un golpe nunca antes visto a la economía mundial.

Sabemos que vamos a superar esta crisis y, aunque nuestras costumbres tal vez nunca volverán a ser las mismas y la economía demore más tiempo en recuperarse, vamos a salir adelante. Pero esta experiencia debe hacernos reflexionar sobre el próximo fenómeno de la naturaleza –—en este caso, provocado por nosotros mismos— que nos va a golpear con mucha más fuerza: el cambio climático. Los científicos llevan años alertándonos sobre los impactos que tendrá en ecosistemas, estilo de vida y economía, y no lo hemos tomado muy en serio.

Tomemos esto como una oportunidad para ver el futuro con más responsabilidad y pensar en cómo queremos volver a vivir, movernos y producir una vez que la crisis actual termine. Se ha demostrado que gracias al desarrollo tecnológico, sostenibilidad y economía van de la mano.

Invitamos a personas, asociaciones y empresas a tomarse en serio el compromiso con la sostenibilidad. Para colaborar con este desafío, desde la AgenciaSE, y en conjunto con el Ministerio de Energía, hemos puesto a disposición de la comunidad y las empresas, especialmente MiPyme, diversas iniciativas de educación, apoyo y cofinanciamiento, por cerca de $2.000 millones, para la implementación de medidas de eficiencia energética, energías renovables y transporte limpio, a través de las diversas líneas de apoyo; en especial, los programas Ponle Energía a tu Pyme e Inversión Energética Local.

Ignacio Santelices

Director Agencia de Sostenibilidad Energética (AgenciaSE)

Notarías

Señor Director:

El fin de semana pasado fuimos testigos de lo que el ministro Blumel certeramente calificó como una muestra de la estupidez humana: una fiesta de 430 personas en medio de la crisis sanitaria. Hoy día quiero poner la luz sobre otra muestra de la estupidez humana, que es avalada por distintos órganos del Estado: las aglomeraciones de cientos de personas en las notarías de Chile. Estas concentraciones de gente son una peligrosa fuente de contagios masivos, y son técnicamente fáciles de prevenir.

Una de las cosas buenas que ha traído la pandemia es la rápida y forzosa modernización del Estado. Organizaciones como el Registro Civil y el SII hacen hoy sus trámites en línea. Para modernizar las notarías no es necesario pasar seis meses tratando de inventar la rueda. Basta que se otorgue la autorización legal correspondiente, y cada notario puede adoptar sistemas existentes y ampliamente usados en el mundo como DocuSign o Adobe Sign para solicitar firmas electrónicas de los firmantes, los cuales pueden verificar su identidad con su huella digital o identidad facial en su celular.

Álvaro Alliende W.

Rebaja

Señor Director:

A propósito de la discusión respecto a la rebaja de las dietas parlamentarias, el diputado Luciano Cruz-Coke puso en la mesa un problema que se mantiene en las sombras: el uso inadecuado de recursos destinados a la función legislativa.

¿Cómo no recordar al ahora exsenador socialista Jaime Naranjo cuando olvidó, en plena entrevista, que la secretaria que tenía contratada también era su esposa? Como planteó el diputado de Evópoli, no se saca nada con discutir la rebaja de la dieta sin abordar el problema de las asignaciones y su correcta utilización. Es decir, sin abordar los incentivos que favorecen el clientelismo y la caza de rentas en el Congreso.

El clientelismo, camuflado tras asesorías y asignaciones, conlleva una captura de recursos que va en desmedro de la correcta función legislativa: proyectos de ley copiados de Wikipedia, pagos millonarios a asesores por imprimir documentos sacados de internet, o pagos por “asesoría” a enamorados. Es decir, una función parlamentaria deficiente y desenfocada, más destinada a la próxima reelección o pagar favores, que a legislar de forma seria y responsable.

Jorge Gómez Arismendi

Fundación para el Progreso

Felicitaciones

Señor Director:

Si bien es destacable que un Presidente de los Estados Unidos te felicite, no sé si fue buena idea contarlo si este es Donald Trump.

Juan Vallejos Croquevielle

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