Es muy desgastante tener que hacer todo a la perfección para no contagiarte ni contagiar al resto”

Lleva dos meses viendo sólo a pacientes con coronavirus y sabe que le quedan varios más por delante. Felipe Cerpa Donoso es uno de los kinesiólogos intensivistas (especialista en UCI) que tiene la Clínica Alemana, y que en cada turno atiende al menos a 7 u 8 de estos pacientes -3 o 4 veces al día a cada uno- apoyando intubaciones, manejando los ventiladores mecánicos, haciendo nebulizaciones, aspirando secreciones y rehabilitando a los que ya han despertado de la extubación para que vuelvan a respirar y caminar.

Junto a médicos y enfermeras está (literalmente) al lado de la camilla de estos pacientes. Es quien los controla, los ejercita, los mueve, los toca, les aprieta la mano cuando están asustados, lo contiene. Y ha visto de todo. No deja de sorprenderle cómo el covid-19 es capaz de «botar» en cosa de horas a un paciente. Pero también, se ha maravillado con la recuperación de quienes en teoría debían sumarse a las estadísticas de fallecidos.

Admite que ha tenido miedo, que está agotado física y emocionalmente. Pero al preguntarle qué ha sido lo más difícil de toda la pandemia, responde enfático: “Alejarme de mis hijas”. Hace dos meses que no abraza a sus mellizas que acaban de cumplir cuatro años. Junto a su esposa, decidieron –a principios de marzo- enviarlas a la casa de la “abu” (su suegra) porque no sólo él trabaja con pacientes covid. Ella, también kinesióloga, hace lo suyo en el Hospital Salvador.

“Mantener la calma”

Cuenta que el grupo de 12 kinesiólogos (que solo atiende pacientes covid) establecieron un sistema de turnos especiales para evitar contagiarse.

Ellos son los que administran a los infectados oxigenoterapia (ventilación mecánica no invasiva a través de una máscara), los que manejan los parámetros del ventilador mecánico cuando ya están intubados “porque ellos están sedados y en definitiva el pulmón lo está manejando uno”, son quienes deben hacer las pruebas técnicas para evaluar si el paciente está apto para retirarle el ventilador y los responsables de poner a los pacientes que están muy exigidos con la ventilación mecánica en «posición prono» (boca abajo) para que tengan una mejor oxigenación.

-Los pacientes tienden a toser mucho y ustedes usan la tos como estrategia terapéutica ¿no les asusta?

-Ahí hay que mantener la calma. Entre el 60% y 80% de pacientes con covid tiene mucha tos irritativa. Tosen mucho. Por protocolo, llegando al turno nos tenemos que poner un traje verde, y al entrar a ver un paciente, usar una mascarilla N95, antiparras, pechera plástica, guantes y un escudo facial. Obviamente que asusta cuando el paciente tose, porque si uno se contagia, contagia a otros.

Como en «La vida es bella»

Precisamente por eso con su esposa decidieron enviar a sus mellizas a la casa de su suegra. “Fue una decisión muy difícil, pero es lo mejor. Todos los días nos comunicamos por videollamadas, mi esposa las va a ver a diario y yo cada vez que los turnos me lo permiten. Todo, claro, desde el antejardín de la casa”, explica.

-¿Cómo lo han tomado las niñas?

-Hasta ahora bien. Nos hemos preocupado de convertir todo esto en una historia entretenida para ellas, como en la película “La vida es bella”. Les mando videos desde la clínica contándoles cuántos «cochinos coronavirus atrapé en el día y cuántos la mamá en el hospital», algunos colegas me ayudan y se suman a los mensajes. Igual preguntan cuanto tiempo más tiene que pasar antes de juntarnos, entonces les decimos que un rato todavía y que ellas tiene una misión muy importante: «cuidar a la abu».

-Hace poco más de dos semanas estuvieron de cumpleaños ¿cómo fue eso?

-Diferente, difícil. Con mi esposa llegamos hasta el antejardín de mi suegra con una mesita, platos de cartón, jugo y globitos mientras ellas estaban adentro de la casa con una tortita casera. Vino una hermana mía y una de mi esposa, y por videollamada nos sumamos todos para cantarles el cumpleaños feliz. Fue bien emotivo, y ellas... muertas de la risa.

Pensando en covid

Con los pacientes UCI, los kinesiólogos tienen una función fundamental: rehabilitarlos para que se vuelvan a mover. “En el caso de los covid-19 pasan muchos días con ventilación mecánica sedados (hasta 18 días). Y a veces se usan bloqueadores neuromusculares para mantener el cuerpo completamente quieto. Una vez que salen de ese cuadro, debemos rehabilitarlos: levantarlos, movilizarlos a un sillón, re-enseñarles a caminar. Hablamos de pacientes de 40 años que salen de la UCI sin caminar, sin poder pararse porque quedan muy débiles”, dice.

Cuenta que ya han tenido kinesiólogos infectados, pese a que tomaron todos los resguardos. “Es muy desgastante tener que hacer todo a la perfección para no contagiarte ni contagiar al resto del equipo. Es un estrés constante no cometer errores y confiar en que tu compañero tampoco los cometa”.

Con su esposa no siempre coinciden en la casa. Y cuando lo hacen es inevitable que el covid se cuele en cada conversación. Por eso, apenas llegan, hablan no más de media hora de sus experiencias en sus trabajos y cambian el switch. “Es difícil todo esto, debo ser sincero. Desde que empezó el covid duermo 5 o 6 horas diarias porque tu mente sigue alerta, pensando en covid, en tus pacientes, ideando maneras para sacarlos adelante más rápido. Al final, el covid lo invade todo”.

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