¿Cómo vive una firma la suspensión de sus trabajadores para sortear la crisis?

Schopdog es una de las primeras 66 mil empresas acogidas a los beneficios de la Ley de Protección del Empleo. No le quedó otra porque el Gobierno ordenó cerrar restaurantes y solo autorizó operar como delivery: de la noche a la mañana se quedaron con el 5% de sus ventas.

El siguiente relato es de Jorge Greene, gerente general de esta cadena, y es el segundo capítulo de una serie sobre las decisiones empresariales ante la emergencia del covid-19.

“Cuando veo a Rafael Cumsille hablando por las pymes, me pasa algo bien raro: siento que entiende el problema que estoy viviendo y que él ha vivido mi urgencia. A Cumsille no lo tenía en mi radar, pero cuando dijo que las empresas corren peligro y que hay un montón de gente que depende de ellas, sentí que estábamos en la misma. Me conecto mejor con este señor mayor, de terno y corbata, que con Alejandra Mustakis o Juan Pablo Swett que son casi de mi misma generación.

Briones, un genio

Nunca había estado tan pendiente de la tramitación legislativa de un proyecto de ley como el de Protección del Empleo. Cuando lo anunció el ministro Briones —de Hacienda—, me pareció un genio. Y cuando la Cámara de Diputados lo rechazó, ¡no lo podía creer! Día que pasaba, día que pagábamos demás y estoy muy estrecho de liquidez. Por fin, se aprobó el 31 de marzo.

Desde que se anunció comenzamos a preparar los papeles. Trabajamos como locos, sobre todo el departamento de recursos humanos. La oficina central estaba cerrada y hubo que coordinar la redacción, firma y envío de la carta por correo certificado a 405 empleados informándoles que los suspendíamos y que seguiríamos pagando imposiciones.

Igual tuvimos problemas. Nuestra gente no podía corroborar que recibirían su pago a fin de mes. ¡La página de la AFC no funcionaba! Nos llamaban y mandaban correos preguntándonos. No quedaba otra que ir a preguntar a los centros de atención, pero no era la idea. En eso salió la noticia de la persona con coronavirus que estaba haciendo la cola en la AFC y todos se pusieron más nerviosos.

Cuando partamos con los restaurantes, tendremos a nuestra misma gente trabajando. Esa es la gracia de la suspensión. La gente de la limpieza, de la cocina y de atención a público volverán a lo que saben hacer.

Mis accionistas (Aldo Antillo y Alberto Robles) han estado en la operación diaria y conocen a los trabajadores. Ellos no son un indicador. Echarlos habría sido una puñalada en la espalda.

Seguimos desde la casa

El manejo del personal ha sido complicado. La gente cree que cuando el Gobierno hace un anuncio, ya está todo arreglado. Aplican el piloto automático y la cosa no es así. Levantaron la cuarentena en Providencia y los 46 administrativos regresaron a trabajar a la oficina. Tuvimos que plantearles a varios que la mejor opción era suspenderlos. Algunos no entendían por qué lo hacíamos si nos iban a prestar plata a tasa cero. Esa plata con suerte llegará a mediados de mayo y, mientras tanto, los restaurantes siguen cerrados.

Nos quedamos con 19 personas en la administración central. No puedo arriesgarme a que se contagien en el metro o en la micro, así que solo tres o cuatro, los que atienden público, han seguido viniendo, el resto hace teletrabajo.

Este cuento de las cuarentenas dinámicas es como la lotería. Cada vez que se anuncian, revisamos si alguno de los 10 locales cayó en cuarentena y luego chequeamos si todos los trabajadores podrán ir donde tienen que llegar.

Cuando se levantó por primera vez la cuarentena en algunas comunas como Providencia y se impuso en otras como Puente Alto, ¡fue un horror! Hubo que hacer todo de nuevo. Reabrimos el local de Providencia para delivery y cerramos el de Puente Alto..., se pararon los pedidos.

A esta altura, ya sabemos dónde vive cada trabajador. Al principio, no teníamos esa información. ¿Quién avisa a su empleador que ha cambiado de domicilio? ¡Nadie! Ahora tenemos un procedimiento para sacar los salvoconductos y dejó de ser un drama. La comisaría virtual es lo que mejor funciona.

Con una cachorra

Llegaron mis dos hijas al departamento. Me toca una semana de vacaciones de invierno con los cuatro. Yo vivo con dos. La más chica me pidió desayuno en la mañana, le dije que no podía, que estaba trabajando. “Pero si estás en el comedor”, me contestó. Le tuve que explicar que el comedor es ahora mi oficina.

Las niñas llegaron con una cachorra, una quiltra de 2 meses, bien inteligente. Hubo que poner reglas: la perrita a la terraza y se la saca a pasear cuatro veces al día. Por suerte, dejó de llorar en la noche”.

* Esta serie es parte de un proyecto periodístico personal de Sandra Radic que pretende monitorear los efectos del coronavirus en la economía real.

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Proyectos

Una de las actividades más afectadas por la crisis del coronavirus ha sido el rubro comercio, restaurantes y turismo. Según lo que informa Google, a través de Covid 19 Community Movility Report, los viajes de los chilenos hacia establecimientos comerciales y de recreación se redujeron en 62% entre el 6 de marzo y el 17 de abril, en relación al período 3 de enero y 6 de febrero.

Uno de los proyectos que busca paliar la crisis fue el de Protección del Empleo que aprobó el Congreso el 31 de marzo. Esta iniciativa autoriza la suspensión temporal de la relación laboral y pactos de reducción temporal de la jornada. Y permite que los trabajadores cobren el seguro de cesantía.

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