La excanciller Soledad Alvear y su marido, el extimonel DC Gutenberg Martínez, por precaución se encerraron antes de lo obligatorio.

Ambos han aprovechado el espacio que tienen en su casa en Ñuñoa, donde “hay dormitorios desocupados, porque nuestros hijos de casaron; cada uno tiene su escritorio de trabajo y no nos molestamos”. Y también se han repartido los quehaceres cotidianos: “Me toca cocinar día por medio con Gute. Un día él y otro yo. Bueno y todas las tareas dentro de la casa, para mantener limpio y ordenado”.

La cuarentena de Alvear es hiperconectada y trabajada vía Zoom. “Han sido días bien ocupados”, dice recordando sus responsabilidades en el Centro de Estudios Internacionales y el Centro Económico y Social de la UC en Santiago, en el Consejo de la UC de Temuco, también como árbitro en algunas causas jurídicas, las conferencias en la Academia de Líderes Católicos y su labor en Comunidad en Movimiento. “No hay tiempo para aburrirse; incluso quisiera tener más tiempo para leer. El día se me va muy rápido”, dice.

En las necesidades diarias la ayuda “una hija que vive bastante cerca, con dos de mis nietos, y nos comunicamos a través de la reja. Me asomo a la puerta y ellos se quedan afuera, ahí conversamos. Además, con mis otros hijos —uno vive fuera de Chile— nos comunicamos telefónicamente. Todos los domingos almorzábamos juntos con toda la familia; ahora lo hacemos igual, pero a través de Zoom”.

Consultada por algún desafío, dice que está de acuerdo con la cuarentena y que “hasta el momento no hemos tenido ninguna complicación. Esto ha sido bastante eficiente. En los primeros días que era más difícil comprar, mis hijos me compraban las cosas y me las dejaban en la puerta”. Y remata: “Hago ejercicios todos los días”.

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He comprado online y tengo una hija que nos trae los alimentos”.

Jorge Arrate,exministro y ex candidato presidencial.

El llamado de “La Segunda” interrumpe a Jorge Arrate, ex candidato presidencial y exPS, sacando un permiso para ir al doctor. Tiene 78 años, mañana está de cumpleaños y al igual que los más de 100 mil habitantes de Ñuñoa que están en la parte norte de la comuna, su rutina está interrumpida desde el 26 de marzo, cuando comenzó la cuarentena obligatoria para la zona y que podría terminar —sin ninguna certeza— el próximo jueves, cuando se cumplan 42 días de encierro.

Dice que se siente bien, que no tiene síntomas y que la consulta médica a la que va es por otro tema, no por el coronavirus. “Estoy de acuerdo con las cuarentenas, incluso pienso que en algunos casos han sido menores de lo que se ha requerido. La he cumplido estrictamente y la seguiré cumpliendo todo lo que sea necesario”, agrega desde su domicilio en las cercanías del Teatro Municipal de Ñuñoa.

Cumplirla estrictamente, cuenta, tiene pocas excepciones aparte de las visitas médicas: “saco a mi perro a pasear todos los días por el barrio”. “He comprado online y tengo una hija que nos trae los alimentos cuando nos falta algo; ambas cosas han funcionado bien”, añade.

Pero entiende el cansancio que pesa sobre parte de los habitantes de la comuna y dice no comprender las razones de por qué el martes 28 de abril se volvió a prolongar el confinamiento total: “Habría que restringir los permisos, o las cuarentenas seguirán sin funcionar. (Pero) es obvio que mientras más días de encierro, más van a aumentar los permisos”, razona. Y se ríe ante el argumento de que la medida podría deberse a que en Ñuñoa vive un gran número de adultos mayores: “Viejos hay en todos lados”, tercia.

Así como Arrate, entre los residentes confinados en Ñuñoa se cuentan personajes como el humorista Jorge Alís; la especialista en temas de género Marcela Ríos y su pareja, el arquitecto Genaro Cuadros; el matrimonio de exdirigentes de la DC y exparlamentarios Soledad Alvear y Gutemberg Martínez; la nieta de Salvador Allende y diputada PS, Maya Fernández; la presidenta de la CUT, Bárbara Figueroa; el exjefe de asesores del “segundo piso” de Ricardo Lagos, Ernesto Ottone, y la exministra de Bachelet, Ana Lya Uriarte, entre otros.

Según dijo el martes 28 de abril el ministro de Salud, Jaime Mañalich —aclarando que no tiene certezas—, las cifras no acompañan a Ñuñoa debido al irrespeto a la cuarentena. Según el último informe epidemiológico, Ñuñoa registra 291 casos acumulados de coronavirus, de los cuales 83 se encuentran activos, mientras que una semana antes eran 71.

Sin embargo, no existe evidencia de que los ñuñoínos se hayan comportado peor que en otras zonas: Carabineros, desde el 19 de marzo hasta el 25 de abril, en Santiago ha tenido a 3.889 personas por infringir el toque de queda o una cuarentena. Pero donde más se concentran esos casos son en Santiago, con 2.210 (52%) y Puente Alto, con 744 (19,4%). En Ñuñoa detuvieron apenas a 133 personas (3,5%), aunque el Ejército aclara que sumando los “conducidos” (no detenidos) el total es de 148 infractores.

Sí se han solicitado numerosos permisos diarios, a razón de unos 13 mil por día. Según la Subsecretaría de Prevención del Delito, a partir de los datos de la Comisaría Virtual, que es donde se piden los permisos, durante la cuarentena en Ñuñoa se han gestionado 432.297 salidas: para comprar insumos básicos (234.752); para pasear mascotas (102.090); para ir a pagar servicios básicos (31.446), y para ir al médico (24.491).

“A nadie le gusta que te pasen gato por liebre… Aquí hay algo que no está claro y eso hace surgir sospechas, relativas si estamos en cuarentena o bajo arresto domiciliario”, dice Arrate.

Psicosis

Darse una vuelta por Ñuñoa sin ser controlado, al menos hasta el martes (día en que se anunció el nuevo alargue de la cuarentena), es fácil. Se ven pocos controles, algunos puntos de inspección suelen estar donde mismo y las aplicaciones telefónicas avisan dónde se instalan.

Por ejemplo, es recurrente que en los alrededores de Plaza Ñuñoa sean controlados autos y peatones un par de horas en la mañana. Luego, la misma patrulla suele moverse a avenida Chile-España, entre Simón Bolívar e Irarrázaval. Un residente puede moverse casi a placer por Dublé Almeida, al sur de Irarrázaval, o “conejeando” por Campoamor, Julia Zegers o Estrella Solitaria.

El Ejército, a cargo del control ciudadano en tiempos del estado de excepción, fue consultado ayer por “La Segunda” por esas debilidades y retrucó que se han realizado más de 30 mil controles vehiculares, variando su ubicación, además de realizar controles de identidad, de uso de mascarillas y de inspecciones en ferias, entre otras actividades.

El alcalde Andrés Zarhi está al tanto de esas falencias y alega por ellas. De parte de Carabineros y el Ejército, dice: “Hay muy poco control y están en un par de arterias: Grecia e Irarrázaval, pero hay otras calles… por ejemplo, Eliecer Parada, que la mitad es Providencia y la otra Ñuñoa. Entonces se produce una situación ambigua. Tendría que haber un mayor control, porque a lo mejor hay gente asintomática o derechamente contagiados que andan paseando o que sale igual a trabajar por necesidad”.

Zarhi añade que la cuarentena “afecta al comercio local y a la convivencia. Hay gente que está enferma de los nervios por el solo hecho de estar encerrada. Tiene que gastar en remedios por esta psicosis que está viviendo. Tengo toda la gente encima, como si yo fuera el que dispusiera la cuarentena. Ayer, por primera vez, conseguí que la autoridad ampliara sus explicaciones, para poder responder a los vecinos. En Ñuñoa subió en 16% el número de casos activos y mientras no bajemos eso, a lo mejor no nos van a bajar la cuarentena”.

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