“De cada 10 personas que ven televisión, cinco son la mitad”. La frase se le atribuye al compositor Pierre Pérez Pitzner, autor del libro titulado “La corchea y el orticón, interacción y propuesta”. Pero en realidad, todo esto se trata de un chiste.

El texto corresponde a un pasaje de “La Tanda”, una de las obras más hilarantes del grupo humorístico Les Luthiers, estrenada en 1979. La profunda voz de Marcos Mundstock, su mirada penetrante y su docta dicción, permitía que la fuerza del chiste se potenciara, generando risas, carcajadas e incluso llantos de alegría. Luego de la introducción, el conjunto musical interpretaba una “suite televisiva” que daba forma a una divertida sátira que jugaba con las convenciones de la TV.

Pero esta semana, los llantos han sido de tristeza. Durante la mañana del miércoles, el actor y comediante exhalaba su último respiro, tras luchar durante años con una enfermedad. Tenía 77 años, y con su muerte, el mundo hispano se ha quedado sin palabras. Y precisamente de esto, Mundstock fue un genio. Era capaz de fabricar intrincados malabares idiomáticos, que enriquecieron los guiones de Les Luthiers por más de 50 años.

Así lo atestiguan varios de sus estilos musicales, como la “balada no avalada”, la “bossa libidinossa”, la “marcha prenupcial”, la “ópera bilingüe”, la “cumbia epistemológica”, los “himnovaciones”, la “Fuga en Si-beria”, entre otras. En su cabeza también residía una fascinante facilidad para los equívocos del lenguaje, como en la obra “El adelantado don Rodrigo Díaz de Carreras”. Sobre el escenario, Mundstock relataba que “el compositor Johann Sebastian Mastropiero era un apasionado de la investigación histórica. Se pasaba largas horas en la biblioteca de la opulenta marquesa de Quintanilla, cuyos volúmenes le apasionaban”.

Si hay alguien que hizo reír con inteligencia a la humanidad es Marcos Mundstock, y en tiempos donde la sociedad necesita del humor para aguantar los pesares del planeta, recordarlo es justo y necesario.

I Musicisti

El actor, comediante y guionista fue uno de los fundadores del grupo, creado al alero de la vida universitaria en 1965. Junto a Gerardo Masana (fallecido en 1973), Daniel Rabinovich (fallecido en 2015) y Jorge Marona, partieron con un espectáculo que parodiaba una cantata barroca, que tenía por nombre “Cantata Laxatón”.

Basada en una conocida marca de laxante de la época, esta obra fue presentada en el Festival de Coros Universitarios de Tucumán y fue tan exitosa que a la semana siguiente, la agenda del grupo estaba copada. Se hacían llamar I Musicisti, aunque dos años más tarde fueron rebautizados como Les Luthiers, debido a la construcción surrealista de sus propios instrumentos.

En esos tiempos, los integrantes usaban violines hechos de lata de jamón o de galletas, mandolinas fabricadas con bicicleta y un excéntrico instrumento de cuerdas construido a partir de un bidet: el “Nomeolbidet”. Desde el principio, Mundstock se convirtió en el maestro de ceremonias de las presentaciones haciendo gala de su voz, riqueza gestual y exquisito dominio del español. Pero dentro de sus creaciones, hay una que tendría alcances gigantescos: Johann Sebastian Mastropiero.

Partió como un personaje para entretener a sus amigos de la Facultad de Ingeniería de la UBA y se fue consolidando como uno de los rituales más icónicos del grupo. Es una mezcla de compositores clásicos (como su nombre lo insinúa) y fue creado por Mundstock en 1961. En la ficción, es el personaje que compone casi toda la obra musical de Les Luthiers, cuya producción siempre ha sido muy dudosa en términos de calidad.

El cuento de las comadrejas

Descendiente de inmigrantes judíos provenientes de Polonia, el pequeño Marcos estuvo rodeado de arte. La ópera, música clásica y clases de actuación fueron los compañeros de su infancia, ubicándolo en una posición privilegiada para explorar la comedia docta y absurda. Pero siempre hubo vida más allá de Les Luthiers, o mejor dicho, siempre hubo vida gracias a Les Luthiers. Su última incursión en el cine fue en “El cuento de las comadrejas”, dirigida por el argentino Juan José Campanella.

En el filme, Mundstock interpretó el papel de un viejo guionista de cine venido a menos y en el guion aparecen juegos de palabras aportados por Marcos, que logran sacar varias carcajadas en la audiencia.

Pero hoy las carcajadas están silenciadas. Su muerte produce un vacío indeleble, no solo en Argentina. Toda Hispanoamérica está con un nudo en la garganta. Al igual que Piazzolla, Les Luthiers engendraron talento y genialidad, y a través de la perseverancia lograron cambiar los cánones del humor para siempre.

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