En febrero de este año, el chileno Eduardo Costabal cumplió el sueño de su vida. Al suroeste de Barcelona, en el barrio L'Hospitalet de Llobregat, levantó su centro Mclaren. Afincado hace siete años en España, logró la representación exclusiva de la marca inglesa de autos de lujo para la Península Ibérica. Y no se quedó allí, pues levantó una sala de venta de autos clásicos, un museo histórico de la Fórmula 1 y Moto GP, con piezas exclusivas del fallecido ídolo Ayrton Senna, además de un cine y un café.

Costabal, quién llegó a Europa como socio de la empresa chilena Ditec en 2014, cuenta a La Segunda cómo logró su emprendimiento personal en un trabajo de tres años, en que tocó muchas puertas, pero que lo llevó a convivir con lo más granado de la sociedad hispana. Y la forma en que ha vivido estas semanas de emergencia sanitaria, que le cayeron justo después de inaugurarlo.

La primera “campanada sanitaria por coronavirus en Barcelona” también ocurrió en febrero, solo días después de que el centro McLaren se presentara en sociedad. Optimista, “Guayo”, como es conocido por sus amigos, espera reabrir pronto. Por mientras, opera parcialmente el taller mecánico de su empresa. El museo está cerrado.

“Es parte de la adaptación. Por ejemplo, hemos tenido que ir a buscar los autos de clientes como Cristiano Ronaldo o Messi, quien también es mi vecino junto a Luis Suárez en Castelldefels”, comenta el empresario.

-¿Cómo concretaste el negocio?

-Vine a darle inicio al centro Porsche Barcelona y, a poco andar, me di cuenta que quería seguir mi vida acá. Me contacté con gente de motor sport acá, y al año y medio entendí que quería tener mi proyecto propio después de 37 años en Ditec. Vi que Mclaren era el último rezago de la deportividad de marca en España, y dije: voy por ello y le presenté un proyecto a los ingleses.

-La apertura, que apareció incluso en Forbes, fue muy cercana al periodo de alerta sanitaria.

-Tuve suerte, porque pude inaugurar McLaren justo antes de que llegara este virus infernal a España. Si hubiera sido una semana después, no hubiera podido inaugurarlo por este virus que tiene el espanto acá. Trajimos pilotos de Fórmula 1, de Moto GP y vino gran parte del plantel del Barcelona.

-¿Cómo manejas la incertidumbre de trabajar con una ciudad en confinamiento?

-Nosotros somos una raza que vivimos apanicados con lo que vivimos en el entorno, mucha gente solo ve señales negativas. No logro entender por qué los humanos somos autodestructivos a veces. En mi caso, cuando conoces el esfuerzo de pilotos de la Fórmula 1 o de grandes amigos como Arturo Vidal o Jorge Méndez, agente de Cristiano que comenzó vendiendo cosas en la playa, así te das cuenta del sacrificio que han tenido que hacer para llegar ahí.

-¿Cómo comparas ese sacrificio?

-Es que cuando veo ese sacrificio, me he dado cuenta que mi sacrificio no es nada. Yo en un minuto de mi vida no tenía ni un peso, luego quise correr como Eliseo Salazar, pero al final no lo hice, me quedé construyendo mi sueño. Ahora veo los trajes de pilotos acá en la tienda y veo que muchos de sus dueños dieron su vida, y el mensaje es que todo se puede superar. Pegarse en el covid-19 y decir que las cosas no se pueden es una excusa para no hacer las cosas.

-Pero algo de respaldo te entrega la red de contactos que has levantado.

-Uno de los desafíos que me puse al llegar acá fue conocer a todo el mundo. Dije ´cuando conozca al rey, me daré por satisfecho´, y lo hice. Un contacto mueve a otro y así vamos conociendo gente y es así como conocí a los hijos de Niki Lauda o a Bruno Senna, me traje piezas de su padre para mi museo. Pero nadie se imagina el 24/7 que tuve para llegar a esto, con un país que ha crecido, pero que se ha ido para abajo. Es el país con más muertos per cápita , son 42 por cada 100 mil habitantes, pero aún así creo que es uno de los mejores países para desarrollar cualquier cosa. Por el clima, la pasión, el idioma, la pasión que hay por las motos y los autos.

-¿En lo operativo, cómo te adaptas?

-Hay negocios que pueden trabajar. No abrir al público, pero tenemos el taller mecánico. Por eso, para seguir trabajando, reparamos autos de los que tenemos en lista de espera.

-¿La pandemia afecta las ventas de un nicho como Mclaren?

-Sí y no. Hay gente que compra por capricho y otra porque es el sueño de su vida. Estoy metido en un segmento que se ve menos afectado que el rango medio o el bajo. No es marca masiva, ese es mi negocio, y los clásicos también, pero lo que yo vendo son cuadros, caprichos de gente que quiere colocar en su casa.

-¿Te comunicas con los clientes? ¡Con la familia en Chile?

-Por videoconferencia converso muchos con mis hijos que viven en Chile, porque tengo unos acá y otros están allá. También converso harto con amigos como Claudio Bravo, quien me presentó a la gente del Barca y ahora acá también conocí a Arturo. Cuando hablo con ellos,nos subimos el ánimo, no estoy para dramas.

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El negocio de Costabal no solo es la venta de automóviles Mclaren. En poco más de 2.800 metros cuadrados, también levantó un museo que tiene los 33 buzos de los campeones del mundo de F1, desde Farina (1950) a Hamilton (2019). También 18 buzos originales de Michael Schumacher y los de Ayrton Senna, entre otros atractivos.

Revela que su “joya más preciada” es el casco utilizado por el brasileño en las prácticas de viernes en Imola, Italia. Dos días después el ídolo perdió la vida en el mismo cuircuito tras chocar en la curva Tamburello defendiendo a la escudería Williams.

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