Si fuese coleccionista, no dudaría en estos momentos en comprar arte”. Isabel Aninat, galerista.

El viernes 18 de octubre, varias personalidades de los ámbitos político y cultural llegaron a la Galería Aninat, en Vitacura, para ver la exhibición de Manuela Viera-Gallo y Ricardo Lagos Miranda, nieto del expresidente.

En una noche histórica y convulsionada, varios invitados no pudieron llegar y la mayoría lo hizo tarde o sobre la hora. Si se quiere, tal vez como un presagio de lo que se avecinaba para el rubro.

De hecho, esa fue la última vez que esa galería pudo atender público. Como la mayoría, al estallido social del año pasado se le sumó ahora la llegada del coronavirus, y las cuentas comienzan a arrojar balances en rojo.

“La cosa está bastante difícil”, reconoce Isabel Aninat, fundadora y directora del espacio, y presidenta de la Asociación Gremial de Galerías de Arte Contemporáneo (AGAC), que reúne a otras 12 salas. “Estamos luchando. Y aunque tengo esperanza, estamos preocupados. No sé si todos vamos a poder salir de esto”.

El riesgo de los especuladores

El fin de una galería de arte no es solo cerrar una puerta. Sus “socios”, los artistas, dependen de ellas para poder vender sus obras y subsistir. Y así seguir generando. “Somos las productoras de arte en Chile”, apunta Nicole Andreu, fundadora de Galería NAC. “No podemos dejarlos de lado, por eso tenemos que resistir”.

Pero con muchas de ellas cerradas, o con limitaciones para recibir público u organizar grandes exposiciones, se ha tenido que recurrir al ingenio.

“La pregunta que nos hicimos fue: ‘ya, ¿y cómo podemos empezar a salir de esto?”, dice Alejandra Chellew, directora de La Sala, que pasó de vender una pieza diaria a una a la semana.

La respuesta, para la mayoría, estuvo en lo online. Sus sitios web ya no son un recordatorio de cuándo es la próxima muestra, sino verdaderos catálogos. Algo para lo que muchas no estaban preparadas.

“Cambiamos toda nuestra página y ahora contamos con un sistema de venta en línea y de despacho”, apunta Chellew. La Sala también ofrece ahora fotomontajes, donde los clientes pueden ver cómo quedaría una obra en sus casas u oficinas.

Claro que eso no lo ha solucionado todo. Los “ofertones”, con rebajas de hasta 50 por ciento, son la nueva norma. “En un momento de crisis, nadie va a comprar al mismo precio”, reconoce. “Pero es mejor vender algo, a no vender nada”.

“Si yo fuese coleccionista, no dudaría en estos momentos en comprar arte”, dice Aninat, que estima que su galería ha bajado en 80% las ventas. “Creo que estas rebajas de buenas obras no se van a repetir”.

Pero esto también podría tener como consecuencia que se genere un mercado de especuladores. “Por un lado, estamos ayudando a la gente que realmente le gusta el arte, que valora lo estético o lo decorativo. Pero siempre va a haber otros que vean en esto la posibilidad de hacer un negocio, de adquirir un bien que más adelante valdrá varias veces más lo invertido”, reconoce Chellew.

Eso se suma a la aparición de nuevas plataformas -como Maecenas o Acquicent- que permiten comprar pequeñas “acciones” de obras de gran valor.

Un giro necesario

Son varios quienes comentan que la actual pandemia será un momento de quiebre en la industria.

“Creo que esta era una necesidad desde antes del coronavirus. Será por fin la forma de transparentar. Así la gente puede comparar precios, estarán a la vista de todos, y eso generará más confianza. Lo online es algo que ya tendríamos que haber hecho”, apunta Andreu, quien en GAC ha implementado visitas con reserva de hora y también está pronta a vender por internet. Además, el 8 de mayo organizará un “encuentro virtual” para celebrar su quinto aniversario.

Ella, de hecho, es una de las cuatro galeristas chilenas invitadas a ArteBA, la gran feria de arte de Argentina, que se está desarrollando desde el 8 de abril de forma online. “Sí, es un poco extraño no estar ahí, que no haya habido inauguración, pero al menos me sirvió para mostrar mis obras. De hecho, estoy exhibiendo más en la página web de lo que habría podido físicamente. No estaremos ahí, pero tenemos la vitrina, y eso les sigue dando visibilidad a mis artistas y mis catálogos”.

La Galería de Isabel Croxatto, AFA de Irene Abujatum y XS también están en una exhibición de otras 70 muestras que, de otra forma, no habría existido.

Como explicaba la editora de arte de La Nación de Buenos Aires, Alicia de Arteaga, la crisis podría “acelerar el cambio de paradigma” hacia la era digital.

Pero ningún cambio de esta naturaleza es sencillo. “Estas plataformas te dan otras posibilidades, pero no es lo que más me interesa, lo reconozco”, asume Aninat, licenciada en filosofía y estética. “Las galerías van a seguir siendo irreemplazables porque te entregan algo que no vas a encontrar en una pantalla: el contacto directo, la vista en primera persona, sin una edición previa”.

“Aunque es probable que las galerías cambien para siempre, yo no voy a hacer inauguraciones online”, dice Chellew. “Nunca va a ser lo mismo ver una obra en vivo y en directo”.

“Estamos en un momento crítico, pero también de reflexión”, concluye Isabel Aninat. “No por nada el arte se caracteriza por la creatividad, por ver más adelante. Es algo que ha acompañado al ser humano desde siempre, desde las pinturas en las cavernas, y siempre después de las crisis es cuando se pone todavía más interesante y expresivo”.

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