Es uno de los más cercanos al ministro de Salud, Jaime Mañalich, y tiene reconocidas credenciales técnicas. Pero el subsecretario Arturo Zúñiga ha debido enfrentar algo que no siempre resulta grato para las autoridades: vocerías en vivo y en directo para todo Chile. Aquellas que demandan responder en cámara las preguntas de los medios y transmitir seguridad, algo clave en esta pandemia.

Mientras a su par de Salud Pública, Paula Daza, se le destaca un estilo cálido y cercano, no pocos hacen notar el nerviosismo del titular de Redes Asistenciales por el cual también ha sufrido impasses, como cuando se acomodó con sus manos la mascarilla, algo que las autoridades sanitarias han recomendado no hacer.

“El necesita urgente un coaching comunicacional”, señala Carlos Correa, ex Secom.

Mano derecha

El ingeniero comercial de la Pontificia Universidad Católica (37 años, casado, cuatro hijos) tiene un MBA de Dirección Estratégica en la misma casa de estudios.

Su experiencia mezcla lo privado y lo público. Antes de asumir como subsecretario, se desempeñó como gerente comercial de la Clínica Vespucio y luego estuvo en el mismo cargo pero en la Clínica de la Universidad de los Andes. También fue director de Salud de la Municipalidad de Panguipulli.

Sus redes políticas no son muy extensas. Tras una breve militancia desde 2016 en la UDI, después no se refichó. Ese año apoyó al diputado Jaime Bellolio para la elección interna del partido; ambos se habían hecho amigos al trabajar en Panguipulli en el marco del programa de jóvenes líderes de Fundación Jaime Guzmán.

Otros cercanos suyos son el diputado UDI Javier Macaya y el subsecretario de Energía, Francisco López.

Pero el nexo que más destacan en el oficialismo es su férreo lazo con el ministro Mañalich, de quien fue jefe de gabinete durante el primer gobierno del Presidente Sebastián Piñera.

“Aparece dubitativo”

“Evidentemente es una persona capaz, tiene méritos y las dos condiciones para estar en su cargo: conoce el manejo de las redes asistenciales, porque ha sido gerente de clínica; y tiene la confianza del ministro, y eso se nota mucho”, señala Correa. Sin embargo, apunta a que “el nerviosismo en cámara le hace jugar malas pasadas y la comunicación es parte de las políticas públicas, en eso uno no puede perderse”.

Al igual que Correa, Gonzalo Müller, director del Centro de Políticas Públicas de la UDD, concuerda con que Zúñiga necesita “entrenarse y un pequeño coaching lo ayudaría a soltarse más y conectar mejor con los ciudadanos que miran atentos sus intervenciones”.

“Si gobernar es comunicar, esto se hace aún más necesario en tiempos de crisis. El tiene grandes capacidades técnicas, pero no ha logrado desplegarse correctamente en su manera de comunicar”, añade Müller quien lo describe como “un alumno mateo al que lo traicionan los nervios”.

En términos comparativos, los dos expertos apuntan a Daza. Correa señala que “el modelo de la subsecretaria suena muy bien”. Y Müller que “ella encontró el tono cercano y cálido que le dio un resultado efectivo” al comunicar.

Marco Moreno, decano de la Escuela de Gobierno de la U. Central, destaca que Zúñiga “muestra un recambió de liderazgo en el oficialismo. Sin embargo, la comunicación de riesgo y de crisis requiere transmitir certezas que el subsecretario aún no logra instalar”. Pero, dice, no solo porque “aparece dubitativo”, sino por la existencia de “información imprecisa” que abre “flancos” (..) “El caso de los ventiladores mecánicos es una muestra”.

Ayuda, frente a histrionismo de Mañalich y Piñera

Mientras para Moreno “el peso del Presidente y del ministro tienden a eclipsar el despliegue comunicacional” de Zúñiga, Luis Enrique Santana, académico de la UAI, experto en comunicación política, hace un matiz en este análisis: “Las personas lo perciben como un profesional técnico y preparado, cuyo fuerte no es el histrionismo comunicacional, que claramente caracteriza a sus superiores, ministro y Presidente, y que nos ponen nerviosos cada vez que hablan porque parecen irreflexivos y precipitados”.

Así, en opinión de Santana, “el estilo pragmático y poco expresivo del subsecretario podría estar ayudando a una comunicación mucho más efectiva”.

Santana explica que “la comunicación durante una pandemia requiere de códigos distintos que la comunicación política tradicional. Es muy importante que la ciudadanía confíe en que quienes están a cargo se muestren atentos, planificados y den información transparente y oportuna que permita minimizar riesgos reales”. Y añade: “No creo que el subsecretario requiera una asesoría comunicacional en cuanto a sus códigos no verbales. De hecho, se ve en sus últimas vocerías mucho más incómodo, moviendo sus manos de forma no natural, al parecer tratando de complacer esta crítica sobre su estilo. Esta ‘performance' le puede hacer perder sus ventajas comparativas con los otros voceros. En una crisis, uno valora la seriedad y reflexividad”.

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Pese a considerar que “tiene una estructura muy rígida”, el exministro portavoz Francisco Vidal (PPD) señala que Zúñiga “ha ido de menos a más y cada día lo hace mejor. Pero lo importante, más que cómo se mueva él, es lo que dice”.

Agrega que “quien lo hace muy bien es Paula Daza” y que esa comparación “lo perjudica a él”. En todo caso, descarta que con sus vocerías Zúñiga genere inquietud. “Como el guaripola es Mañalich y él de inseguro no tiene nada, se pierde la inseguridad con Daza y Mañalich”, agrega.

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