No tenemos pediatra. Pero cuando no hay posibilidad de ir al doctor, los niños no se enferman”.

“Vivir en Cochrane es totalmente diferente a lo que uno pudiera imaginar”, es lo que dice el teniente coronel Hernán Ramírez Baeza, quien está a cargo de la Compañía Andina Cochrane No 20 desde diciembre de 2018.

Oficial del arma de Infantería, especialista en montaña y de Estado Mayor, está hoy al mando de 140 expertos del Ejército que llegaron a hacer “soberanía activa” en la Región de Aysén en 2012, según explicó entonces el Presidente Piñera.

“Profesionalmente, es una experiencia muy buena, pero el primer impacto es que uno está muy lejos”, añade Ramírez.

El pueblo de 2.500 personas está a 6 horas y media de Coyhaique, la ciudad más cercana. El camino es muy complicado. Son 300 km, pero parecen 800”, advierte.

Si bien en la región de Aysén figuran 7 casos con covid-19; en la Provincia Capitán Prat, aún no hay.

En marzo, la Municipalidad inauguró el primer laboratorio para tomar los test. Anteriormente, desde el Hospital de Cochrane las enviaban a Coyhaique y de ahí a Santiago al ISP. “Acá la gente ha sido muy responsable, incluso más que en regiones más afectadas. Han adoptado normativas de aislamiento social y cuarentena preventiva. No se ve gente circulando en las calles, los servicios están funcionando al mínimo, no hay locales comerciales, ni restaurantes funcionando. Tenemos muchos problemas de conectividad, pero aún así hacemos esfuerzos para atender por internet. No hay aglomeraciones ni fiestas. Tenemos la intención de mantener la condición de cero contagio”.

Desde el 1 de abril instalaron Barrera Sanitaria. Los turistas llegan a la zona entre noviembre y abril —“Quedan 5 turistas que no han podido salir, pero como llevan tanto tiempo ya son parte de la población”— y la comunidad vive mayoritariamente de la agricultura, la leña, los animales. “Cualquier emprendimiento se aprovecha bien ahora. Este mes apareció el delivery, por primera vez, en Cochrane, Villa O'Higgins y Tortel. Comidas preparadas, farmacias, alimentos, elementos de aseo. Nos hacía falta”, comenta el teniente.

20 grados bajo cero

Son 50 familias de la compañía que llegaron a darle vida al comercio también. En el caso de Ramírez, llegó junto a su mujer y sus dos hijas, de 6 y 11 años. “Se adaptaron muy bien. Hay acá algunas situaciones precarias, pero la calidad de vida es inigualable”.

No tienen servicios en todas las áreas. “Ni mecánicos ni especialistas de salud. Hay que programarse un par de días para ir a un doctor en Coyhaique y los casos de de urgencia tienen que ser evacuados vía aérea. No tenemos pediatra. Mis niños han tenido un par de resfríos leves, nada más. Pasa que cuando no hay posibilidad de ir al doctor, los niños no se enferman”, acota riéndose.

La temperatura promedio anual en la zona es de 8 grados, pero en invierno llegan a tener 20 grados bajo cero. “Se congelan las calles y las cañerías, aunque todos los recintos están calefaccionados”.

Se dice que las condiciones de frío podrían hacer más agresivo al covid-19. “Por eso estamos viviendo el coronavirus como si tuviéramos casos de contagio, porque en nuestras condiciones tener un solo infectado sería muy grave. Estamos en un fuerte trabajo preventivo. Aunque el personal médico está preparado, nuestro hospital cuenta con un solo respirador. Y al menos el 30% de la población tiene sobre 70 años. Lo bueno es que muchos viven alejados: una casa cada 30 km”.

Como compañía, se mueven en un radio de acción de 470 kilómetros, en labores de protección de la población, rescate en montañas y ríos, aluviones y combate de incendios.

Están trabajando también —junto al Instituto Chileno Campo de Hielo— en una nueva ruta de acceso que una al lago O'Higgins, fronterizo con Argentina, con el océano Pacífico. Es un plan a tres años. En una expedición fueron 14 personas, con documentos de antigua data, como los que dejó el Padre Alberto de Agostini, que entre 1928 y 1932 realizó la primera travesía en el Campo de Hielo Sur.

“Este año entramos a un sector que se llama La Rabona, un lugar totalmente inexplorado”, señala.

—¿Con qué se encuentran en un terreno que nadie ha visto?

—Como la información que existe es muy escasa y muy antigua, descubrimos que glaciares que pensábamos sortear, ya no existen; el lago es totalmente diferente, con espacios de tierra que ahora son agua; hay pendientes intransitables, de roca lisa; que antes estaban cubiertas por vegetación o por hielo. Las fotografías aéreas que tenemos de hace 15 años, incluso, también son muy diferentes a lo que nos encontramos en la realidad.

—¿Qué es lo más complicado de enfrentar?

—Los glaciares, por el riesgo de desprendimiento. La verdad, es que perder una parte del cuerpo es un daño menor, pero uno podría morir en esos sectores, por la temperatura, el cansancio o alguna tormenta. Muchos expedicionarios han muerto. Sacar a esas personas es muy difícil también, porque muchas veces no hay condiciones para una aeronave y hay que sacarlos en trineo o en camilla.

El teniente coronel reflexiona: “Lo peor, es la incertidumbre. Se planifica muy bien, pero uno se encuentra con cosas muy diferentes. Un temporal puede cambiar todo. A veces tenemos que esperar una semana entera en una carpa, enterrada en la nieve, antes de salir. Hay vientos de más de 100 km por hora. Eso es muy común”.

LEER MÁS