De alguna manera, Paloma Larraín (30 años) sabe lo que su apariencia representa en el terreno del prejuicio. Rubia, “cara de cuica” y con su apellido a cuestas que define una supuesta manera de ser en Chile. Esta joven estrella de las redes sociales ha sabido salirse de esa caja autoimpuesta por las normas invisibles de la sociedad, para simplemente ser quien ella quiere ser: una artista y comunicadora que, merced de su talento y trabajo, está llamando la atención gracias a web series como Mucho pedir (seleccionada en el Festival de Gijón) o sus personajes paródicos como María Jetchu, una niña bien pasada de revoluciones, y un sinnúmero de cápsulas que se ríen de la actualidad a través de su cuenta de Instagram o de Facebook.

¿Ha sido complicado salirse de la etiqueta “prejuiciosa”?

Claro, es súper complicado y triste, porque tengo un problema con mi propio casting, con los papeles que busco. Antes me veía sin prejuicios y nunca pensaba que eso era lo que reflejaba. Entonces, me empezó a pasar que en los castings me decían: “oye, ¿puedes hacer de una mina cuica?”. Ahí empecé a cachar que esa era mi apariencia, porque de verdad no me consideraba así. Mi familia es de Concepción, de clase media normal, estudié con CAE y yo cuica, así de verdad, no soy. Es como la cara de cuica y el apellido que me tocó. Somos como la Kena Larraín, de Casado con hijos, nada más que eso.

¿No tienes parentesco con (el cineasta) Pablo Larraín, por ejemplo?

No, nada. Es chistoso, pero al final dije “ya, si este es mi casting, lo voy a usar”, y ahí fue cuando salió la idea de hacer al personaje de la María Jetchu, esta cuica que habla desenfrenadamente puras tonteras. Y estoy desde ahí haciendo ese trabajo de payaso, de clown casi, un trabajo de máscaras que hace ese mono que hago, que es un mono.

Trabajadora incansable, Paloma desarrolla todos sus proyectos en su productora Koi Cine, junto a su esposo, el también creativo Benito Espinoza. Ambos pulen los engranajes de su comedia —que cuenta con cerca de 30 mil seguidores tan solo en Instagram—, sin descanso. Como si el mundo se fuera a acabar, antes de que supiéramos que podría acabarse mediante el pánico provocado por el coronavirus.

¿Es difícil trabajar en pareja?

A veces, sí. Pero lo hemos hecho bien desde la web serie, hace dos años. La hicimos con harta gente que todavía trabaja con nosotros. Se trata sobre una actriz que busca su destino y se encuentra con todos los problemas en el mundo laboral que tienen las mujeres. Habla un poco sobre cómo una mujer tiene que sobrepasar el camino del acoso.

Igual se acerca a ratos al drama. ¿La escribiste tú?

Sí. Pero es comedia. Todo se mira desde un lado jocoso. Es como cuando uno va a un casting y se encuentra con un director chanta que te acosa y en la calle te encuentras con tipos que te gritan piropos. Habla un poco de lo difícil que es ser mujer y ser actriz, pero en un tono de comedia. Son capítulos de entre 8 a 10 minutos. En total, es casi una hora de material. Igual, ahora la miro y la encuentro mucho más inmadura en la producción audiovisual. Siento que hemos avanzado. Pero veo todo esto como un laboratorio constante, para algún día ojalá llegar a hacer cine. Estamos practicando.

¿Qué tipo de cine te gustaría hacer?

Cosas como las películas antiguas de Woody Allen, me encantaría llegar a algo así.

¿Manhattan o las comedias?

Me gusta Manhattan, pero también me gusta esa comedia que son varios cortos pegaditos, ¿cómo se llama?

Todo lo que siempre quiso saber de sexo y nunca se atrevió a preguntar.

Esa, me encanta. Algo así (suspira y hace una pausa). Es heavy Woody Allen. Me siento muy culpable viendo su cine, porque él como persona me parece muy cuestionable. Pero no puedo dejar de mirar su cine, para aprender, entonces es como esa sensación de ...

Es tan complicado establecer si nos gusta la obra o nos gusta la obra y su creador. Tú aprendiste a hacer esa separación…

Claro, o sea, tengo que hacerlo, porque hay muchos directores de cine que tienen denuncias, y no puedo dejar de estudiarlos, tengo que aprender a separar. Ahora, me gusta Borat como referente. Me gusta romper esquemas.

¿Hay un nuevo rol para los comediantes en este contexto de cuarentena y aislamiento, que puede ser tan angustioso?

El rol de los comediantes siempre se va adecuando. En este caso, he visto que están haciendo lives para animar a la gente, y también shows de stand up comedy con entrada, como una forma de hacer ingresos en estos momentos difíciles. Me parece que el rol del comediante hoy es generar contenido para distraer a la gente y, dependiendo del estilo, se hace de forma crítica o blanca. Hay muchos que están haciendo sketchs de personas en cuarentena, un humor súper sano, blanco. Otros estamos haciendo una crítica a las personas que tienen muchos recursos y no entienden que tienen que empatizar. Y otros se están yendo por un contenido súper interesante, como resumir la semana de forma chistosa en un minuto.

¿Y eso ha impactado en el nivel de audiencia de tus redes?

No me he fijado tanto en si ha subido o bajado. Pero hicimos un video en mi casa, criticando a las empresas que no les importaba que sus trabajadores estuvieran enfermos o no pudieran llegar. Y se viralizó harto. Ayer estrenamos una canción de una banda ficticia que tengo con otro comediante (Sergio Burgos), que se llama María Jetchu and Cousins. Son dos personas del barrio alto, que cantan trap y reggaetón, y se jactan de lo que tienen. El tema es de cómo no quieren respetar la cuarentena.

¿Hay espacio para el absurdo en todo esto que estamos viviendo?

Personalmente, siento que estoy en un momento súper absurdo, pero también me siento súper privilegiada de tener un techo dónde dormir, por tener comida aún en el refri, y tener algo de ahorros para aguantar esta crisis. Entonces, me siento privilegiada y a la vez culpable al ver cómo la mayoría de Chile tiene que salir a trabajar en vez de resguardar sus vidas, porque este sistema no nos permite congelar las cuentas y parar esta locura. El enfoque de supremacía económica que hay me parece ridículo y como de ciencia ficción. También me pasa que, al estar metida en el ámbito artístico, veo mis ahorros súper amenazados, porque pasa el tiempo y no parece haber una salida. Está la angustia de sentir que esto se puede ir a la mierda.

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