De alguna manera, Paloma Larraín (30 años) sabe lo que su apariencia representa en el terreno del prejuicio. Rubia, “cara de cuica” y con su apellido a cuestas que define una supuesta manera de ser en Chile. Esta joven estrella de las redes sociales ha sabido salirse de esa caja autoimpuesta por las normas invisibles de la sociedad, para simplemente ser quien ella quiere ser: una artista y comunicadora que, merced de su talento y trabajo, está llamando la atención gracias a web series como
Claro, es súper complicado y triste, porque tengo un problema con mi propio
No, nada. Es chistoso, pero al final dije “ya, si este es mi
Trabajadora incansable, Paloma desarrolla todos sus proyectos en su productora Koi Cine, junto a su esposo, el también creativo Benito Espinoza. Ambos pulen los engranajes de su comedia —que cuenta con cerca de 30 mil seguidores tan solo en Instagram—, sin descanso. Como si el mundo se fuera a acabar, antes de que supiéramos que podría acabarse mediante el pánico provocado por el coronavirus.
A veces, sí. Pero lo hemos hecho bien desde la web serie, hace dos años. La hicimos con harta gente que todavía trabaja con nosotros. Se trata sobre una actriz que busca su destino y se encuentra con todos los problemas en el mundo laboral que tienen las mujeres. Habla un poco sobre cómo una mujer tiene que sobrepasar el camino del acoso.
Sí. Pero es comedia. Todo se mira desde un lado jocoso. Es como cuando uno va a un
Cosas como las películas antiguas de Woody Allen, me encantaría llegar a algo así.
Me gusta
Esa, me encanta. Algo así (suspira y hace una pausa). Es
Claro, o sea, tengo que hacerlo, porque hay muchos directores de cine que tienen denuncias, y no puedo dejar de estudiarlos, tengo que aprender a separar. Ahora, me gusta Borat como referente. Me gusta romper esquemas.
El rol de los comediantes siempre se va adecuando. En este caso, he visto que están haciendo
No me he fijado tanto en si ha subido o bajado. Pero hicimos un video en mi casa, criticando a las empresas que no les importaba que sus trabajadores estuvieran enfermos o no pudieran llegar. Y se viralizó harto. Ayer estrenamos una canción de una banda ficticia que tengo con otro comediante (Sergio Burgos), que se llama María Jetchu and Cousins. Son dos personas del barrio alto, que cantan trap y reggaetón, y se jactan de lo que tienen. El tema es de cómo no quieren respetar la cuarentena.
Personalmente, siento que estoy en un momento súper absurdo, pero también me siento súper privilegiada de tener un techo dónde dormir, por tener comida aún en el refri, y tener algo de ahorros para aguantar esta crisis. Entonces, me siento privilegiada y a la vez culpable al ver cómo la mayoría de Chile tiene que salir a trabajar en vez de resguardar sus vidas, porque este sistema no nos permite congelar las cuentas y parar esta locura. El enfoque de supremacía económica que hay me parece ridículo y como de ciencia ficción. También me pasa que, al estar metida en el ámbito artístico, veo mis ahorros súper amenazados, porque pasa el tiempo y no parece haber una salida. Está la angustia de sentir que esto se puede ir a la mierda.