Amaro Gómez-Pablos tuvo que superar sus propios prejuicios con los matinales para llegar a “Bienvenidos”, de Canal 13. No fue fácil. “No me acomodaba. Pero Chile ha cambiado y hubo un viraje de timón importante. El director ejecutivo, Max Luksic, y José Miranda (director de programación) me persuadieron señalando lo que ha resultado evidente y es que en estas 5 horas hay mucho que aportar”, explica el animador.

Y supo tomar la ola. El 2 de marzo debutó con una entrevista a Cecilia Morel y ya ha hecho noticia, o porque le tocó bailar o porque encara a algún político en pantalla. Hoy, en plena pandemia, está solo en el estudio. Le toman la temperatura al entrar, desinfectan micrófonos, vasos, platos, maquillaje, etc., y mantiene el protocolo de distancia para recibir a los invitados. “A veces me da la sensación de que estoy en ‘Al Límite de la ficción', porque estoy solo con el plasma. Pero estamos muy expuestos, recibimos alcaldes, que están con decenas de personas al día”.

“Al límite de la ficción” es el programa con el que debutó en “Tele13 domingo”, donde muestra historias fascinantes de los enclaves tecnológicos en el mundo. También estrenó “Científicos en acción” en 13C.

“Me he sentido súper cómodo. Yo estoy aprendiendo, porque hay una esquizofrenia propia de un matinal. Tonka es una gran maestra de ceremonias, yo le dije que llego a aprender de ella. Y, desde lo periodístico, feliz de poder aportar”, señala. “Me ha tocado un Chile muy convulso, con el estallido social, donde el gran de desafío es destruir las caricaturas. Porque si planteas X eres facho y si no, eres comunista”.

Amaro es opinante no solo en pantalla, también en redes sociales. “El rol de los comunicadores es preguntar. Ahí está el arte. Eso honra además la inteligencia de la audiencia”.

—Igual das tu opinión cuando dices “esta ley está mal hecha”.

—Si te refieres a la Ley del Permiso de circulación, el 99.9% incluso de quienes la hicieron opinan lo mismo. No hay gran mérito en eso. Cuando veo a hordas de personas apiñadas, de la tercera edad, exponiéndose a la pandemia, fruto de nuestra descoordinación, me apena. No apreciamos la magnitud de lo que se nos viene.

—¿Te parece buen escenario para tener a los políticos haciendo análisis?

—Así puedes cumplir un rol cuestionador y didáctico. Hemos tenido a Juan Sutil, a Bernardo Larraín Matte, nunca antes habían estado en un matinal. Al maestro de la construcción que fue desvinculado y a la señora de la pyme que no sabe qué hacer con sus empleados. Me parece legítimo en la medida que se entienda que el rol de políticos y empresarios es aproximarse a la TV porque nos hacía falta un foro público.

“Cuando una persona sale a la calle infectada es criminal”

Amaro realizó varios videos didácticos durante el estallido social, como aquel de la torre de copas con el que explicó la desigualdad. “Eso es ilustrar el modelo neoliberal. En ‘Bienvenidos' tampoco pierdo mi mirada internacional, porque tendemos a ser muy ombliguistas. Hice otro video donde mostraba cómo se hace la rendición de impuestos en Australia, donde vive mi otra hermana, y cómo el gobierno informa a qué destinan esos dineros. ¿Qué es lo que va a hacer el ministro de Hacienda, Ignacio Briones, ahora? Lo mismo. Curiosamente, mi hermana también me comentó que, ante la pandemia, allá abren los supermercados en horarios especiales para la tercera edad, cosa que comentamos en el matinal. Horst Paulmann recogió la batuta y lo implementó. ¿Te das cuenta de que un matinal puede ser un motor de cambio? En Corea del Sur, como en Singapur, se antepone el interés general sobre el derecho a la privacidad. A través de una app, se entrega la trazabilidad de una persona infectada, sin nombre y apellido, pero tú puedes saber si compartes el bus con ella. Joaquín Lavín y Karla Rubilar recogieron el guante para trabajar en una app similar en Chile”.

—¿Cómo te explicas el caso de la doctora que fue al Jumbo contagiada?

—Cuando una persona, que además tiene conocimientos de los efectos del covid-19, sale a la calle estando infectada, es absolutamente criminal. Es portar un arma y hacerle mal al otro, con dolo. Si se quedan en casa, están salvando vidas. Si no, lo que hacen es matar a otros, porque los efectos son brutales en cuanto a propagación. Mira lo que pasó en La Araucanía con la seremi de la Salud, Katia Guzmán (que no quiso hacer cuarentena y terminó infectando a varios). A nivel internacional, un tercio de la primera línea médica resulta infectada. Nosotros estamos aún en pañales; tendremos que extremar los protocolos.

—Entiendo que el ministro Mañalich te confirmó una cifra de 1 millón 800 mil contagiados de aquí a diciembre.

—Pasa que las cifras que da el Gobierno son por goteo. EE.UU. hace una proyección de las 250 mil víctimas en régimen de cuarentena; sin cuarentena, la cifra es de más de 1 millón de infectados. Si Angela Merkel señala que 2 de cada 3 ciudadanos van a estar infectados, asumamos en Chile, si queremos ser optimistas, que al menos el 50% de nosotros vamos a estar infectados. Es cuestión de hacer el desglose. Y si hay una tasa de mortandad X, saca tú las conclusiones.

—Del 1%, en el mejor de los casos.

—Así es, en el mejor de los escenarios. Chile tiene especial mala suerte con esta pandemia, porque nos toca en el mes más burocrático de todos, cuando hay que hacer trámites. Además, nadie ha hecho aún el cruce entre el covid-19 y la influenza, porque es especulativo.

—Que el ministro de Educación siga diciendo que vuelven las clases el 27 de abril resulta insólito. ¿Te parece buena estrategia?

—Hay un gran dilema ahí, porque no quieren ser exageradamente alarmistas, pero uno observa que las personas no acusan recibo aún sobre lo que se viene.

“Mis dos padres murieron jóvenes”

Amaro nació en Madrid un 25 de diciembre, hijo de madre chilena, Patricia Benavides, y padre español, Amaro Gómez-Pablos, tal como se llamaba su abuelo. Ella trabajaba como secretaria; él como periodista “de buena trayectoria”. Estuvieron juntos hasta pasados los 2 años de Amaro y se separaron. Tiempo después, su madre se emparejó con Gary Sinclair, un publicista australiano-húngaro. Cuando Amaro tenía 14 años se fueron a vivir a Venezuela y EE.UU. Y cuando cumplió 18, llegaron a Chile. El sigue visitando España dos o tres veces al año, siempre para ver a su familia. De hecho, mantiene permanente contacto con dos primos, que ahora están contagiados. “Ellos, sus señoras y sus hijos. Están mejor ahora, nunca derivaron en una situación crítica, pero sí vivieron el susto, el agobio y toda la sintomatología”.

Hoy Patricia tiene 67 años, dejó el Grange, donde trabajó por años, y vive en Santiago, en estricta cuarentena. Se turnan Amaro y su hermana para ir a dejarle lo que necesita.

Él es padre de dos hijos: Julieta (14) y Alonso (6), quienes viven con su madre, la actriz Amaya Forch. “Julieta es una niña tan gentil de corazón, tenemos una comunicación muy rica”.

—¿Ha sido difícil estar lejos de tu familia?

—¿Sabes qué? Yo me comporto como un infectado. Ese es el mejor consejo que he escuchado. Lo dijo un especialista en BBC News en Inglaterra. Es la manera de mantener los resguardos y maximizar tu consideración hacia el otro. Yo no puedo abrazar a mis niños, los voy a ver a su casa y nos vemos en el jardín, nos sentamos, nos reímos, y conversamos a 2 o 3 metros de distancia. El otro día le llevé a Julieta una mezcla para brownies. Al día siguiente, me los tenía en un platito. Se acerca, me lo deja; yo me acerco, lo tomo, le devuelvo el plato y lo desinfecta. Esa es la nueva realidad que vivimos. A Alonso le encanta estar en casa, porque es un mamón (risas)

—¿Te ha afectado emocionalmente?

—Yo soy súper físico, me gusta la caricia, el toqueteo, me gusta abrazar a las personas, soy de piel, ¡me siento censurado! Me pasó recién con al alcalde Gonzalo Durán, que perdió a su padre. Tuvimos fuera de cámara un intercambio bonito y quise darle un abrazo, pero no podía. ¡Eso es lo puñetero de esto! Yo no le temo a la muerte, le temo a no poder despedirme.

—¿Cómo son los encuentros con tu mamá? Los adultos mayores son quizás quienes más resienten, en estos tiempos, el golpe de la soledad.

—Concuerdo, se sienten muy susceptibles, porque sus vidas está hechas de sus afectos. Con mi madre hablamos mucho, ella revisa la prensa internacional todos los días y me nutre de mucha información. Abre la puerta del departamento y yo me quedo en el pasillo, conversamos. Mucho también por Skype. Siempre tuvimos una relación muy bonita. Somos muy cómplices. Cuando mi segundo padre murió, yo fui el hombre de la casa. Mis dos padres murieron jóvenes, 56 y 58 años.

—A propósito de mamón, he visto que pones en Instagram fotos de tu madre en su juventud. ¿Te reflejas en ella?

—¡Más que mamón, soy más bien siciliano! Tengo esa actitud italiana reverencial hacia la madre (risas). Tengo muchas cosas de ella, una actitud inquisitiva, sed de mundo, de viajes, de cultura. El siempre mirar por la ventana y no en los espejos. Ver lo que está pasando alrededor tuyo es fascinante. Recién comentábamos que Chris Cuomo cayó con covid-19, un presentador de CNN que nos gusta mucho.

—Decías que tu padre era “un vividor”, ¿Cómo tú?

—¡Nooo! ¡Mucho más que yo! Marino, escritor, un gozador de la vida. Bon vivant total. Y eso que mi abuelo era militar, un hombre muy distinto.

—¿De Gary, tu padrastro, heredaste cosas también?

—Absolutamente. Apareció cuando yo tenía 7 años. A mis 12, en una larga caminata, él tuvo la gentileza de pedirme la mano de mi madre. Yo, pecho paloma, me sonrojé, lo miré y le dije que sí. Por el inmenso amor que sentía por él. Era viajero, me enseñó a escribir, a contar historias, a debatir y a nunca casarme con mis propias convicciones. Eso me sirvió mucho en CNN, porque cuando estás en Afganistán, Irak o Etiopía, hay que entender el marco cultural de ese lugar. Muchas veces miramos el mundo con los anteojos que heredamos de niños

—¿Lo recuerdan siempre?

—Siempre. Mi madre cuando viaja, y está en un lugar particularmente bonito, va y compra una postal, se la escribe, va a una oficina de correos, compra un sello, inventa una dirección y se la manda. Eso hasta el día de hoy. Es muy bonito y es real.

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