Nuevamente, La Polar se convierte en un problema para León Vial (67), su controlador desde 2018. La semana pasada -con dos días de diferencia- las clasificadoras de riesgo ICR y Humphreys rebajaron sus bonos a categoría C o “basura”, la peor antes de la quiebra que es la D.

El cambio, según ICR, se justifica porque “la empresa presentaría un alto riesgo de no pago de sus obligaciones financieras”, debido al cierre de sus locales por el coronavirus. Para Humphreys “los efectos de esta crisis -baja abrupta en las ventas y deterioro de las cuentas por cobrar-, aunque comunes al sector, afectan particularmente a una empresa con un reducido nivel de Ebitda (una medida de su flujo opercional, que llegó a $9.496 millones en 2019 sobre ingresos por $349.822 millones) y dificultades para acceder a financiamiento”.

“Es una alerta de que La Polar no podría pagar el capital e intereses de sus obligaciones financieras en los términos y plazos pactados, porque si aumenta la cesantía los clientes dejan de pagar y la morosidad sube”, explica Maricela Plaza, subgerenta de corporaciones de ICR.

La única ventana son las ventas online que han crecido a nivel de la industria, pero en Chile el fuerte dela industria del retail siguen siendo las tiendas físicas.

Al cierre de 2019, La Polar exhibía una cartera de clientes saludable: 530.770 tarjetas activas (o con saldo), con una deuda promedio de $325.200 y un 85% al día, lo que se debe al financiamiento no tradicional de esta cadena.

Tenía cerca de $70 mil millones de pasivos financieros (corrientes y no corrientes) a diciembre. Más de $62 mil millones son operaciones con Fondos de Inversión Privados (FIP), que “compran” la cartera de créditos de los clientes con un descuento y cuando La Polar cobra el total de esa cartera se lo deposita a los FIP.

La Polar está obligada a tener buenos pagadores como clientes, porque si no, los FIP no le prestan. Los bancos casi no la atienden por su pasado: sus compromisos con ellos son apenas $6 mil millones de un préstamo del Banco Consorcio, garantizado también con cartera de créditos.

“No solo debe cumplir con sus obligaciones con los FIP y los bancos, sino también con el pago de los arriendos que para La Polar son bastante elevados, remuneraciones y proveedores”, agrega Plaza.

Hay un antecedente anterior al coronavirus, que obligó a bajar las cortinas de sus 38 tiendas, y fue el estallido social del 18 de octubre, que dejó seis locales saqueados y una merma en las ventas de 40% durante el mes siguiente. A diciembre, La Polar exhibió una pérdida operacional de $14.085 millones, lo que quiere decir que el negocio de retail es deficitario y no le genera flujos. “Las ventas son acotadas y los gastos de la operación, elevados”, resume la ejecutiva de ICR. Así y todo, la firma redujo 5,3% sus pérdidas en 2019 a $10.644 millones.

Pero su trayectoria bursátil no es alentadora: del 2 de enero a la fecha su acción cayó 52,6% y desde el 18 de octubre, 75,8%.

Los ojos están puestos ahora en León Vial. De él depende el destino de esta cadena que, el 9 de junio de 2011, a través de un hecho esencial alertó la existencia de “prácticas no autorizadas en la gestión de créditos”. Eran las repactaciones unilaterales de un millón de clientes que le permitieron registrar utilidades falsas por US$1.000 millones en una década.

Mal recuerdo

No es la primera vez que La Polar le trae problemas. Seis días antes del hecho esencial de 2011, su corredora LarrainVial colocó US$100 millones en efectos de comercio. Vial llamó a sus amigos del Consorcio y de Penta y se los ofreció como un gran negocio. Cada uno se hizo de un tercio y el de LarrainVial se lo vendió a sus clientes. Con la debacle, su valor cayó 60% y los socios -León Vial y Fernando Larraín- se metieron la mano al bolsillo y pagaron la diferencia a los clientes perjudicados.

Pocos dìas antes, su corredora también recomendó comprar papeles de La Polar, lo que la dejó en muy mal pie.

Otro en su lugar habría cerrado la puerta por fuera.Vial, en cambio, volvió a involucrarse. Partió comprando bonos convertibles en acciones, no se sabe desde cuándo, pero a partir de 2015 empezó a comprar acciones pagando entre $14 y $39. Hoy el papel está a $5,4. El 22 de octubre de 2018 se convirtió en el controlador de La Polar al alcanzar un 25% de la propiedad, que subió más tarde hasta 25,75%.

Buen verano

Con un patrimonio cercano a los US$1.000 millones, calculan quienes lo conocen, León Vial entró al directorio de la multitienda en abril de 2017 y es descrito como un presidente muy involucrado. “Asiste a varios comités, es un hacedor, tenaz, no deja nada pendiente”, comentan al interior de la cadena. Al segundo de sus siete hijos, Manuel José Vial Claro, abogado de la U. de Los Andes, lo designó en la vicepresidencia y tiene rango ejecutivo, ya que trabaja todos los días en la cadena.

Este verano La Polar tuvo un respiro: en enero y febrero “logró una recuperación”, según ICR, porque subieron sus ventas. La ayudó que los clientes de Abcdin y Dijon, a raíz del proceso de reorganización que la dejó con menos stock, se fueron a comprar a La Polar.

Pero la buena racha se revirtió con el cierre de tiendas por el coronavirus. Por eso, Humphreys advierte que La Polar “necesitará una inyección de recursos para financiar el capital de trabajo más allá de los próximos tres meses”. Carlos García, gerente de riesgo de Humphreys, cree que “se requiere un aumento de capital en cuanto sea posible para bajar la incertidumbre del mercado y para que los proveedores sigan operando con La Polar”.

Hay una alternativa abierta: en abril de 2018 los accionistas aprobaron un aumento de capital por $40 mil millones y suscribieron $18.076 millones a un precio de $33,1 por acción. Queda el remanente, pero con la caída del papel la recaudación ascendería a unos $3 mil millones. La opción sería citar a una junta extraordinaria para aprobar un aumento mayor.

“A La Polar la beneficia tener un controlador que ha demostrado compromiso, que fue aumentando su participación, impulsó y suscribió un aumento de capital. Sería recomendable reforzar la caja con un nuevo aumento, un préstamo con garantías o la venta de un activo. También negociar con los proveedores, ajustar los costos fijos, porque ninguna compañía puede operar normalmente si el coronavirus se extiende por mucho tiempo ”, afirma Maricela Plaza de ICR.

Cercanos a Vial aseguran que a la vista no hay un proceso de reorganización como hizo AD Retail a fines de diciembre.

Hasta esta mañana la Comisión para el Mercado Financiero no subía la respuesta de La Polar a un oficio enviado el 13 de marzo y que la empresa respondió el 16 en la que se le pedía entregar antecedentes sobre los efectos financieros y operacionales de la pandemia y sus medidas.

62

mil millones debe La Polar a FIP. A bancos, solo $6 mil millones.

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