Para poder digerir “Freud” hay que olvidarse de que se centra en el mismo Freud que conocemos o, por lo menos, tratar de no tomar este pastiche demasiado en serio. Encontramos al médico y teórico en su juventud, tratando de validar sus experiencias en hipnosis frente a las carcajadas escépticas de sus colegas. Por supuesto que ya consume cocaína como estila el manual de héroes con fisuras que brillan en el universo de las series. Con esos elementos ya tendríamos una buena producción sobre los orígenes del psicoanálisis y las insólitas teorías que existían antes de su irrupción con el condimento de la épica de un hombre enfrentado a su época. Lástima que el austriaco Marvin Kren y su equipo tengan otras intenciones: construir un thriller con toques de fantasía paranormal en el que Freud une fuerzas con un inspector y una médium para atrapar a un peligroso asesino. Digamos que esto es más cercano a “Abraham Lincoln: cazador de vampiros” que a “Freud, pasión secreta”, el biopic dirigido por John Huston.

Ahora bien, solo un terapeuta delicado podría molestarse por la profanación. El resto simplemente nos sentiremos defraudados por un Freud de cartón y perdidos ante los confusos vericuetos narrativos a los que nos somete caprichosamente la serie. Si no fuese por una vibrante reproducción de época, las gratificantes tomas de Viena y una brumosa estética gótica, la serie se llevaría un “mala” en vez de un “regular”.

“Freud”. Dirección: Marvin Kren. Con Robert Finster, Ella Rumpf. Austria/Alemania, 2020. En Netflix. REGULAR.

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Es imposible reducir a los genios, menos a uno tan multifacético como Miles Davis. El actor y director Don Cheadle lo entendió cuando realizó “Miles Ahead” (2015), película que en fragmentos reconstruye su vida y obra con más pasión que propósito pedagógico. El documental “Miles Davis: Birth of the Cool” sigue el camino opuesto. Acogiendo los códigos de la era Netflix, cuenta la historia del músico desde que nació en 1926 hasta que murió en 1991. La ecuación es convencional: ordenamiento cronológico, anécdotas contadas por conocidos, fotografías y videos de archivo y, como se estila, algunas confesiones en off de un Davis que, con su característica voz ronca, impregna la cinta de una involuntaria atmósfera noir que combina perfectamente con el jazz, el humo y los encantos nocturnos de Nueva York.

De una infancia privilegiada en Illinois que no estuvo libre de violencia racista, se cuenta la rápida transformación de Davis en un trompetista aventajado que se formaría al calor del Bebop, tocando junto a Charlie Parker y Dizzy Gillespie, para rápidamente incursionar en un jazz sofisticado gracias a los arreglos orquestales de Gil Evans. El documental acoge también su fugaz pero formadora estadía en París. Uno de los mejores momentos es cuando la cantante Juliette Gréco revive el romance apasionado y fugaz que tuvo con el jazzista. Ella lo acercó, de hecho, a figuras como Pablo Picasso y Jean-Paul Sartre.

A su regreso a EE.UU., Miles se engancharía a la heroína y formaría el quinteto con el que grabó el influyente “Kind of Blue”. La película se detiene en su salto a la fama a partir de entonces, en su gusto por las mujeres, los autos de lujo y los trajes impecables pero también en la oscuridad que escondía detrás de su apariencia. Santana aparecerá más tarde para hablar del imprescindible “Bitches Brew”, uno de los álbumes más libres de la historia de la música popular. Se atreve a decir que quienes no lo entienden son personas limitadas. El documental concluye revisando sus apariciones mediáticas en los 80, su acercamiento al pop y el deterioro de su salud.

“Miles Davis: Birth of the Cool” se ve enfrentada a las mismas limitaciones de este comentario. No es fácil resumir a Miles Davis, el genio que cambió la música muchas veces, vivió al límite y se murió sin deberle nada a nadie. Un ejemplo.

“Miles Davis: Birth of the Cool”. Dirección: Stanley Nelson. Con Quincy Jones, Carlos Santana, Juliette Gréco. EE.UU., 2019. Duración: 1 hora 55. En Netflix. BUENO.

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‘Así nos ven' (Netflix). Un emocionante relato de lo terrible e injusto que puede llegar a ser el sistema judicial. Basada en un caso real y con actuaciones conmovedoras”.

El actor es protagonista de “Los Fuertes”, película chilena que puede arrendarse en www.losfuertes.cl

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Entre los cineastas que han liberado sus películas a raíz de la cuarentena está el iraquí Abbas Fahdel y su “Homeland (Irak año cero)”, devastador documental que cautivó a millones cuando giró por festivales del mundo en el 2015.

En el 2002, con una cámara de video casero, Fahdel grabó su entorno en Bagdad: la vida cotidiana de su familia, sus amigos y su comunidad en hogares, calles, ceremonias, matrimonios. Todo fluye con la espontaneidad de un video familiar, solo tensionado por apariciones televisivas de Saddam Hussein y los rumores de un horror esperado. Todas esas postales componen la primera parte del filme, titulada “Before the Fall”. La segunda mitad, “After the Battle”, muestra las consecuencias de la invasión estadounidense: los sitios destruidos, la ocupación, las secuelas sociales, los muertos (varios personajes que ya conocimos). En un poco menos de 6 horas, Fadhel construye un díptico inolvidable. Sigue las pautas del cinéma vérité. No manipula emocionalmente sino que deja que las imágenes, sometidas a la crueldad del tiempo, hagan lo suyo. La experiencia es conmovedora y aplastante. Una verdadera obra maestra.

“Homeland (Irak año cero)”. Dirección: Abbas Fadhel. Irak/Francia, 2015. Duración: 5 horas 34 minutos. MUY BUENA En www.vimeo.com/123389912

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