Si hay algo que logró el Presidente ruso Vladimir Putin con Sochi fue dar a conocer al mundo esta ciudad del Cáucaso. Desarrollada durante la década de 1930 como balneario oriental del mar Negro, Putin le dio una nueva vida al conseguir que fuera elegida como la sede de los Juegos Olímpicos de invierno de 2014. Con un pasado de construcciones soviéticas impulsadas por José Stalin, hoy su nombre está asociado al deporte, a la montaña y a la playa.

“Todo está diseñado para que cualquiera pueda y quiera practicar deporte”, dijo Josefa Martínez, una chilena que está cursando un máster en Administración Deportiva en la Universidad Olímpica Internacional Rusa, con sede en Sochi. Esta universidad nació en 2009, fundada por el Ministerio de Deportes, el Comité Olímpico ruso e Interros, un conglomerado con inversiones en sectores como minería y turismo. El presidente del directorio de la universidad es Vladimir Putin.

El gobierno ruso invirtió US$ 51 mil millones para desarrollar una infraestructura capaz de albergar los deportes de invierno, convirtiendo a los Juegos Olímpicos de 2014 en los más caros de la historia después de los de Beijing en 2008, de acuerdo a reportes de prensa. Hubo retrasos, desastres, especulación inmobiliaria y acusaciones de corrupción. La cifra final, que superó los US$ 12 mil millones proyectados por el gobierno, incluyó un parque olímpico, un nuevo aeropuerto, carreteras, túneles, puentes, escuelas, clínicas y estaciones de trenes.

La idea de Putin era que los juegos fueran un paliativo para un país que había sufrido mucho en la década anterior, con el colapso económico que produjo la caída de la Unión Soviética y el conflicto bélico del Cáucaso, dijo el periodista del diario The New York Times Steven Lee Myers en su libro “El nuevo zar: Ascenso y dominio de Vladimir Putin”.

Algunos compararon la construcción en Sochi con la de San Petersburgo por el zar Pedro el Grande en el siglo dieciocho, no solo como una manera de reemplazar a la capital, Moscú, sino también para sacar al país del retraso.

“La Suiza ideal”

Con un clima subtropical, Sochi era visitada principalmente en verano por turistas que llegaban a sus costas de playas pedregosas. Tras los Juegos Olímpicos, comenzó un turismo de invierno con rusos que antes iban a los Alpes. Ahora aprovechan la nueva infraestructura de telesillas con calefacción, góndolas y renovados hoteles y restaurantes en los centros de esquí desarrollados en las montañas del Cáucaso, a 50 kilómetros del aeropuerto de Sochi.

La inversión en estos centros se nota porque parecen recién estrenados. Uno de ellos, Rosa Khutor, que tiene varias pistas estrechas en forma de zigzag, es invadido por snowboarders, quienes parecieran superar a los esquiadores.

El estilo de las construcciones hace pensar en algunos lugares de Europa occidental. El mismo pueblo de Rosa Khutor, a orillas del río Mzymta, tiene un parecido a Lucerna. “Se logró plasmar el sueño de los rusos de una Suiza ideal, pero trasladada a las montañas rusas”, dijo Tatiana Pigareva, doctora en letras hispánicas y periodista rusa que fue por primera vez a Rosa Khutor en enero.

“En la población existía una cierta enemistad hacia los Juegos Olímpicos porque ha sido un hecho bastante propagandístico”, dijo Pigareva. Tras visitar Rosa Khutor, quedó impresionada. “Se ha logrado crear un resort de esquí de muy buena calidad, de muy buenos servicios y, sobre todo, la misma gente que está trabajando ahí está muy satisfecha con las condiciones de trabajo”, dijo.

La época de Stalin

Fundada en 1838 y ocupada por distintos habitantes del imperio ruso, Sochi está ubicada en el Cáucaso, que es la zona comprendida entre el mar Negro y el mar Caspio, y tiene acceso a la parte norte de las montañas de esta región.

Tras la Revolución de 1917, se hizo popular cuando José Stalin decidió construir lugares de descanso para que los trabajadores de la Unión Soviética pasaran sus vacaciones.

El lugar tradicional de descanso veraniego para los rusos era Crimea. “Había muchos palacios de los nobles y posiblemente Stalin escoge para construir este paraíso soviético el lugar de Sochi. Era más bien un terreno baldío donde él podía elevar desde cero este proyecto utópico y magnífico”, dijo Pigareva. Como tenía artritis, los médicos le recomendaron baños en las aguas termales de Matsesta, al sur de Sochi.

Stalin se construyó una dacha, o casa de veraneo, que hoy es un museo privado donde se pueden visitar ciertas habitaciones como la sala de billar, la sala de cine, su oficina, el baño y también la piscina.

La dacha de Sochi se convirtió en la preferida de las 20 residencias que tuvo el gobernante comunista, quien dirigió la Unión Soviética por casi tres décadas hasta su muerte en 1953. Nacido en Georgia, hoy país que se encuentra a 30 kilómetros al sur de Sochi, Stalin frecuentaba esta ciudad solo o acompañado por su familia. La casa museo cuenta con retratos y una réplica de cera del gobernante. Incluso los visitantes son recibidos por un doble de Stalin que se saca fotos con los turistas, algo que para Pigareva es impensable considerando los 20 millones de muertos en campos de concentración, por hambre o asesinados que produjo su régimen.

La imagen de Stalin ha cambiado entre los rusos desde la caída de la Unión Soviética. Si en 2008 un 41% de los rusos encontraba que Stalin había tenido un papel positivo en la historia de Rusia, en 2019 esta cifra aumentó a 70%, según una encuesta del Centro Levada, una organización rusa de estudios sociológicos. Durante el mismo período, la percepción negativa del líder comunista bajó de 37% en 2008 a 19% en 2019.

El museo muestra a Stalin como un padre de la nación que se preocupaba de la gente. Este poder fuerte representado por Stalin es de alguna manera apoyado hoy por Putin, dijo Pigareva.

Junto a la dacha de Stalin, se pueden también visitar otras construcciones soviéticas como el sanatorio o casa de descanso Ordzhonikidze, hoy abandonado. En 1934 el ministro de Industria Sergo Ordzhonikidze eligió el lugar para la construcción de este recinto, mezcla entre institución médica y spa para los mineros soviéticos. Con un estilo neoclásico, tiene varios pabellones, una fuente con esculturas de ninfas y jardines subtropicales.

Una ciudad segura

El Sochi actual tiene 145 kilómetros de norte a sur, lo que la hace la segunda ciudad más larga del mundo. Es un lugar limpio y seguro, dijo Josefa Martínez. “Nadie cierra las puertas con llave. Camino en la noche a cualquier hora y no me pasa nada”, agregó.

Con los juegos olímpicos, aumentó la infraestructura deportiva para los habitantes de la ciudad. Sochi tiene varios complejos deportivos, algunos cuentan con servicios médicos por si alguien se lesiona. El más grande de estos complejos, Yug Sport, tiene instalaciones para practicar 54 deportes.

Uno de los lugares más visitados es el puerto o marina, donde se puede arrendar un yate y dar un paseo por el mar Negro. A la entrada está el antiguo terminal marítimo de pasajeros, construido en el estilo de la arquitectura estalinista con una espiga que termina con la estrella de cinco puntas de la Unión Soviética.

También se puede visitar el Parque Olímpico, que tiene el estadio donde se jugaron partidos durante la Copa Confederaciones de 2017 y la Copa Mundial de Fútbol de 2018. Después de acoger a los Juegos Olímpicos, Sochi ha recibido múltiples eventos deportivos internacionales, conferencias y conciertos.

Con vistas a las montañas del Cáucaso, el parque Skypark AJ Hackett invita a la aventura. Este recinto, que abrió en 2014 y costó US$ 20 millones, cuenta con uno de los puentes suspendidos más largos del mundo, de 439 metros de largo y 207 metros de altitud. Está ubicado en el Parque Nacional de Sochi.

Los habitantes de la zona están orgullosos del progreso que ha experimentado Sochi, dijo Martínez. “Hay monumentos en todos lados que dan testimonio de cómo se creó la ciudad. La gente conoce su origen”, agregó. Desde el primer día se sintió acogida y de a poco ha ido aprendiendo el idioma. A diferencia de Santiago, donde vivía hasta que se trasladó a Sochi en septiembre de 2019, dice que aquí los rusos no hablan de política y evitan explayarse sobre comentarios que otros hagan de su Presidente. La aprobación de Vladimir Putin está en 70%, según una encuesta del Centro Levada de octubre de 2019. “Es querido, es importante acá”, dijo Martínez sobre el Presidente, artífice del auge de Sochi tras el impulso que le dio Stalin en el siglo pasado.

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1.- Sanatorio Ordzhonikidze (Foto de Tatiana Pigaresa). 2.- Puerto de Sochi (Foto de Tatiana Pigaresa) 3.- Antiguo terminal de pasajeros en puerto de Sochi (Graciela Ibáñez).

4.- Centro de esquí Rosa Khutor.

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