Recorrer el Parque Explorador Quilapilún, de 4,5 hectáreas, es como entrar a un “oasis” en la Región Metropolitana comenta el ingeniero forestal Francisco Ceballos. “Es deslumbrante caminar por surcos, rincones y observar su gran colección de flora que en ninguna otra parte está reunida en un mismo lugar. Es un hermoso viaje, porque es flora nativa propia del bosque esclerófilo, de hoja dura, haciéndolo único en Chile”, comenta.

Ceballos es responsable de la administración y del cuidado del parque Quilapilún, ubicado en Colina (km 34 de la autopista Los Libertadores) e inaugurado en noviembre de 2012. Un jardín botánico gratuito abierto de lunes a domingo (de 10:00 a 18:00 horas) que se convirtió en el primer Centro de Investigación y Difusión de Flora Nativa Mediterránea Chilena. “Este parque nació por el compromiso del Grupo Anglo American para la conservación de la biodiversidad de sus especies; con instalaciones de bajo impacto ambiental que requieren un bajo consumo energético e hídrico”, dice.

Museo de plantas

Mientras el ingeniero forestal de la U. Mayor recorre el parque, que desde su apertura ha recibido más de 50.000 visitantes, cuenta que su diseño y construcción estuvo a cargo de la arquitecta Consuelo Bravo, experta en sustentabilidad de áreas verdes. “Contamos con un sistema de riego por goteo y sensores de eficiencia. Tenemos un sector de pasto habilitado para los pícnics que no supera el 10% de la superficie total”, comenta

Ceballos dice que la característica principal de este jardín botánico es ser un “parque explorador”, un “museo de plantas”, donde habitan más de 200 especies de flora nativa. “Tiene una amplia diversidad de especies del bosque esclerófilo, constituido por variedades adaptadas al clima mediterráneo, el que se encuentra desde la Región de Coquimbo hasta el Maule. Ellas logran crecer a pleno sol con un mínimo consumo hídrico; Quilapilún requiere un 70% menos de agua que los parques tradicionales”, cuenta.

En su recorrido, el administrador muestra un jardín de especies en estado de conservación, donde hay algunas declaradas extintas en estado silvestre como el Toromiro, endémico de Rapa Nui. Además de algunas vulnerables como el Lleuque, Palmas chilenas y Guayacanes, entre otras.

Por su parte, el sector de variedades nativas se divide en cuatro paisajes. Uno de ellos es el matorral espinoso donde predominan especies arbustivas con espinas que son las más adaptadas para crecer al sol. “Se pueden observar del género Puya, conocidas como ‘Chaguales' como una hermosa y diversa colección de cactus”, comenta.

En la sección espinosa dominan especies arbóreas que superan los cinco metros y se ramifican en la copa. “Se reconocen individuos muy nobles como el Espino, especies de Algarrobos, Tamarugos y Chañar”, explica.

Otra zona típica del paisaje chileno representada es el bosque esclerófilo donde los visitantes se topan con el Quillay, Peumos y Litres entre otros. “Está prohibido cortar hojas o sacar frutos. Y con la única especie que se debe tener cuidado es el Litre, que acá está resguardado”, dice.

Además, posee una infraestructura inclusiva con un 90% de senderos construidos para que visitantes en silla de rueda transiten sin problema. “Contamos con estacionamientos y baños para necesidades especiales, rampas universales, viveros y juegos infantiles inclusivos”, sostiene.

—Este parque constituiría un modelo para enfrentar los problemas hídricos que van en aumento en Chile.

—Claro, estamos viviendo una crisis hídrica con más de diez años de sequía y una mala distribución del agua. Por eso, deberemos aprender a coexistir con la desertificación. En esto los mejores aliados son nuestra flora nativa que está adaptada hace cientos de años a estas condiciones edafoclimáticas. Se pueden hacer hermosos jardines con nuestra flora endémica, que significa que solo pertenece a nuestro territorio. No solo porque esta flora requiere poco recurso hídrico, sino porque es fundamental para la preservación de los ecosistemas de las aves de la zona.

LEER MÁS
 
Más Información