En febrero, el élder (nombre que reciben las autoridades mormonas) Dieter F. Uchtdorf (79), miembro del Quórum de los Doce Apóstoles de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, junto a su esposa, la hermana Harriet Uchtdorf, visitaron Santiago. La primera parada fue la casa de una familia venezolana mormona en un barrio vulnerable capitalino.

“Cenamos y nos prepararon unas deliciosas empanadas de pino. Me encantó compartir con estas lindas personas que llegaron a Chile hace tres años; sé lo que es vivir fuera de tu tierra, pues también he estado refugiado”, comentó en inglés en un salón del Hotel Ritz Carlton.

El élder Uchtdorf, una de las máximas autoridades de la Iglesia mormona a nivel mundial, ha servido como autoridad general desde 1994. Y en su corta estadía por el país compartió con miembros de su Iglesia, así como con autoridades católicas.

“Conocía el conflicto social, pero nunca tuve miedo de venir a Chile; incluso con mi esposa paseamos por Plaza Italia. Además, estoy impresionado por la fuerza de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días aquí. Fue extraordinario intercambiar abrazos y estar en oración con sus miembros y misioneros”, contó sonriente.

Asimismo, en la capital se reunió con al arzobispo de Santiago, monseñor Celestino Aós, y le comprometió ayuda voluntaria de los miembros de su Iglesia para limpiar los templos católicos destruidos por el conflicto social. “Rezamos juntos por la paz de Chile; con la Iglesia Católica chilena tenemos una larga y linda historia trabajando con sus servicios católicos”, dijo.

Crecimiento de la Iglesia

Esta eminencia mormona, radicada en Salt Lake (EE.UU.), padre de dos hijos y seis nietos, mantiene una ocupada agenda con misiones en su país y el resto del mundo. Recorridos donde entrega el mensaje de Jesucristo y cuenta su historia de resiliencia.

Nacido en Checoslovaquia junto a sus padres mormones, Uchtdorf emigró a Frankfurt en 1952 tras la Segunda Guerra Mundial.

“Crecí sin mucho futuro, como un niño durante la mitad de una batalla. Pero mi Iglesia me ayudó a recibir la gracia de Jesucristo con esperanza; me regaló la gracia del Padre para no rendirme”, comentó.

En Alemania, Uchtdorf estudió Ingeniería y se alistó en la Fuerza Área donde durante seis años sirvió como piloto de combate. Esa preparación lo llevó a convertirse en piloto comercial de Lutfhansa en 1965, línea área donde desarrolló una exitosa carrera por más de 30 años.

—Según cifras oficiales de su Iglesia, en Chile hay 556 mil mormones. ¿De qué manera evalúa el legado de la Iglesia mormona en nuestro país?

—Nuestra historia en Chile ha sido extraordinaria, con muchos cambios y en muchas formas. En estos jóvenes 50 años hemos experimentado un crecimiento muy rápido y tenemos muchos desafíos futuros; queremos crecer. Desde que llegamos han pasado sucesos económicos y políticos difíciles que también han vivido nuestros miembros, quienes con la ayuda de Jesucristo han sabido levantarse.

—El escándalo de abuso sexual a menores de edad en la Iglesia Católica chilena se ha intensificado y los nombres de los perpetradores ha salido a la luz, ¿Cómo ve esta situación?

—Esos problemas también se han visto en EE.UU. A raíz de eso llamé al arzobispo de Los Angeles y conversamos sobre arreglar ese pasado y sobre hacerse cargo de esos asuntos. Estoy preocupado por ellos; nosotros les hemos ofrecido a la Iglesia Católica ayudarlos a limpiar sus edificios por afuera, pero ellos deben limpiarlos por dentro cuando enfrenten estas dificultades.

—El Senado chileno aceptó legislar sobre el matrimonio igualitario. Ustedes no aprueban estas uniones, ¿cómo toman esta apertura?

—Respetamos a todos, pero creemos en un matrimonio entre un hombre y una mujer que puedan tener hijos. Si alguien decide irse por la vía del matrimonio igualitario, lo respetamos, pero esperamos que hagan lo mismo con nosotros. Creemos que después de esta vida hay otra y que el matrimonio es eterno. Con mi mujer llevamos 56 años de casados y ella sigue siendo mi fuente de fortaleza emocional, física y espiritual. Sin Harriet, soy solo una parte de mí mismo.

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